Muy buenas a todos.
Como algunos de vosotros ya sabéis, estas últimas semanas no he podido subir mis historias y dibujos habituales. El motivo de esta nota es anunciar que este blog se va a tomar unas vacaciones, y, tan pronto como me sea posible, volveré con más historias y dibujos.
Muchas gracias por todo el apoyo y espero volver pronto.
Un abrazo para ellos y un beso para ellas.
Aio
Contenido
- Boda de ladrones
- Cielo cromado
- Claudio
- Diario
- Dormiré contigo
- Edith
- El fin
- El manantial
- El testamento del dragón
- En busca de
- Flora
- Grietas en el cielo
- Historias con latido
- Historias cortas
- Imágenes con latido
- La mansión
- La nueva vida de Dana
- Lady Noche
- Lágrimas de sueño
- Lana Mandala
- Las cuatro insidiosas
- Latidos de libreta
- Llantos
- Mariposas en las paredes
- No se lo digas a mi hija
- Notas del autor
- Ojos negros colmillos blancos
- Sujeto de prueba 001
- Zona en obras
viernes, 19 de diciembre de 2014
El testamento del dragón (Tercera parte de tres)
―Aún no te puedo ver bien,
escriba ―le dijo el dragón―. Camina hasta aquí delante.
Pragun daba pasos cortos sin
apartar la vista del voluminoso cuerpo de la criatura. Las alas,
agrietadas y rasgadas, estaban encogidas sobre el lomo, muy por
encima de la cabeza del escriba. La sólidas escamas del vientre se
solapaban unas encima de otras formando una formidable armadura que a
todas luces parecía completamente impenetrable ante cualquier ataque
de lanza, flecha o espada. A medida que caminaba, las escamas iban
disminuyendo de tamaño y grosor según se aproximaba a la zona del
cuello. Las de esa zona se reducían hasta desaparecer totalmente y
dejar paso a una zona blanda de carne pálida, justo bajo el largo
cuello del dragón. La luz de la antorcha iba y venía acorde al
vaivén de la respiración de la criatura, que removía todo el aire
de la cámara de piedra. De pronto, Pragun divisó un asa de madera
astillada asomando por la parte carnosa del cuello, en medio de una
zona empapada de sangre. Las llamas de la antorcha se agitaron con el
suspiro de la bestia, y la luz del fuego iluminó la cresta de la
criatura entre la que sobresalía la punta de la lanza. El arma le
había atravesado el cuello de abajo arriba, desatando todo el caudal
de sangre que fluía por la piedra plana y bajaba por la pendiente de
la gruta. El dragón yacía ahora con su pesada cabeza apoyada en la
roca, incapaz de elevarla un palmo del suelo. Sus ojos,
entrecerrados, miraron de reojo al escriba.
jueves, 4 de diciembre de 2014
El testamento del dragón (Segunda parte de tres)
―¿Pretende que entre ahí solo
con esa criatura? ―se quejó Pragun, de espaldas a la entrada de la
gruta. Algunos soldados comenzaron a aproximarse a su alrededor, con
las manos preparadas en las empuñaduras de las espadas. De reojo, el
escriba vio que cada vez los tenía más cerca y rebajó el tono de
su queja―. Escuche, capitán, comprendo que el ancestral código de
su orden es tajante en lo concerniente a respetar la última voluntad
de sus enemigos derrotados, pero... pero yo... Esto... ―Pragun
resopló y señaló insistentemente hacia la oscuridad de la cueva―.
Esa cosa de ahí podrá comerme de una sola dentellada si alguien no
me acompaña con su acero.
jueves, 27 de noviembre de 2014
El testamento del dragón (Primera parte de tres)
El soldado empujó con fuerza a
Pragun por la espalda y a este casi se le caen los pergaminos que
llevaba en su bolsa de cuero. Cuando se dio media vuelta y miró
desafiante al soldado, este se llevó la mano a la empuñadura de la
espada envainada. “Sigue caminando”, fue lo único que dijo su
contundente voz desde debajo del yelmo que le protegía la cabeza y
ocultaba su rostro. Pragun se acomodó la correa de su bolso sobre el
hombro y continuó recorriendo con resignación la oscura senda que
apenas le permitían ver las antorchas clavadas en la tierra.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Nota del autor: Dos años de latidos
¡Muy buenas a todos!
Esta semana este blog cumple dos añitos, y aprovecho la ocasión para agradecer el apoyo a todos aquellos que alguna vez han dedicado su tiempo a leer alguna de mis historias y a todos aquellos que también han colaborado a difundirlas por la red. Muchas gracias a todos y espero poder seguir mostrándoos mis "latidos".
¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!
Aio
Esta semana este blog cumple dos añitos, y aprovecho la ocasión para agradecer el apoyo a todos aquellos que alguna vez han dedicado su tiempo a leer alguna de mis historias y a todos aquellos que también han colaborado a difundirlas por la red. Muchas gracias a todos y espero poder seguir mostrándoos mis "latidos".
¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!
Aio
Oscuridad y silencio
La mayor parte del tiempo, la
vida de los mortales transcurre entre los límites reconfortantes de
la predictibilidad. Si alguno deja caer una piedra, esta cae sin
remedio hasta impactar con el suelo. Si alguno ve una ola tocar la
arena de la orilla, sabe que otra vendrá justo detrás a
sustituirla. Y si por cualquier razón alguno acerca demasiado la
mano al fuego, el dolor aparecerá para avisarlo del peligro que
corre. Toda causa provoca para ellos una consecuencia, todo resultado
procede de unos antecedentes conocidos. Y esto es así en su mundo,
tan mortal como predecible, precisamente el mismo mundo que vigilo
desde mi atalaya, muy tarde en el espacio, y más allá de todo
tiempo. No obstante, algunas veces, muy pocas, las reglas
presuntamente conocidas que tanto reconfortan sus vidas pueden
doblarse, plegarse, e incluso fracturarse y desaparecer por completo.
Para que este imposible tenga lugar en su mundo, tan solo han de
combinarse dos elementos que resultan ser tan peligrosos como
corrientes: la oscuridad total y el silencio absoluto. En el momento
en el que ambos se combinan, las normas pueden dejar de funcionar tal
y como las conocen, y quizás aquellas causas que tan bien conocían
antes puedan llegar a producir consecuencias... inesperadas. Si no,
fijaos en lo que le sucedió a una mortal llamada Samanta...
jueves, 13 de noviembre de 2014
Latidos de libreta
(Una de esas cosas que uno escribe en una libreta).
Yo solo quiero protegerte eternamente.
Quiero sufrir en tu lugar.
Quiero llorar en tu lugar.
Quiero sangrar en tu lugar.
Seré tu bastón y tu escudo.
Seré tu protector y defensor,
por siempre jamás.
Aunque no me veas.
Aunque no me lo agradezcas.
Soy tu esclavo gustoso,
tu perro servicial.
Te sirvo con gana.
No me arrepiento.
El amor esclaviza.
Y sonrío.
Madrugada
(Relato ganador del I Concurso de relatos y dibujos de Terror organizado por Grupo Tándem y Librería Sinopsis).
El piso era espacioso, incluso para dejar las cajas de la mudanza por
ahí sin que estorbaran el paso. Pero a Klement se le estaba agotando
la paciencia, y comenzaba a comprender el motivo del alquiler tan
barato. Eran las tres y diez de la mañana, y en el apartamento de al
lado todavía se oía ruido. La cabecera de su cama daba justo a la
pared de la que provenían los sonidos de pasos, golpes y murmullos.
Noche tras noche, e iban cinco, Klement había aguantado el incordio
del ruido con paciencia y sin emitir queja alguna. Sin embargo,
aquella noche era diferente. Al día siguiente, se reincorporaría a
su trabajo en el almacén después de sus vacaciones. Y con el poco
sueño que estaba logrando conciliar, difícilmente lograría
madrugar a las cinco de la mañana.
jueves, 6 de noviembre de 2014
Nota del autor: Premio de Halloween
¡Hola a todos!
Estas últimas semanas han sido muy especiales para mí, debido a que el "Grupo Tándem" y la "Librería Sinopsis" han elegido un relato mío como ganador del "I Concurso de relatos y dibujos de Terror".
Estas últimas semanas han sido muy especiales para mí, debido a que el "Grupo Tándem" y la "Librería Sinopsis" han elegido un relato mío como ganador del "I Concurso de relatos y dibujos de Terror".
Dormiré contigo (quinta parte de cinco)
Aarón
Se frotó el rostro con el la
palma de la mano. Todavía no estaba del todo seguro de si estaba
despierto o si seguía dormido. Tomó aire y observó la habitación
a oscuras. En el suelo al lado de su cama estaba el saco de dormir de
Óliver. Estaba vacío y no había ni rastro de su amigo. Aarón
cerró los ojos y se lamentó para sí mismo. Torció el gesto y miró
al otro lado del dormitorio. Su sospecha se confirmó cuando se
encontró las puertas del armario entreabiertas. Se abrió paso
lentamente entre las sábanas y asomó su mirada por encima del
colchón. Un pequeño hocico peludo asomaba por la rendija abierta
del armario, sin parar de olisquear el aire nocturno del dormitorio.
jueves, 30 de octubre de 2014
Nota del autor
Muy buenas. Como la semana pasada no pude subir ninguna historia, esta semana subo dos partes de "Dormiré contigo", la tercera y la cuarta. Espero que os gusten, y disculpad por el retraso. ¡Saludos!
Dormiré contigo (cuarta parte de cinco)
Óliver acercó el dorso de la
mano al rayo de luz que salía de la grieta. La luz incidió en su
piel y notó una agradable sensación de calidez, como la de un
soleado día de primavera. Aquel haz de luz parecía luz solar. Óliver volvió la vista hacia la ventana. Se aproximó a ella y
miró fuera através del cristal. La noche era absoluta y muy abajo,
en la calle, las farolas seguían encendidas. A continuación,
comprobó la hora en el móvil: eran las tres y diecisiete de la
madrugada. Aprovechó la ocasión y llamó a Aarón. Óliver escuchó
el zumbido del móvil de su amigo en el suelo al lado de la mesita. Óliver
soltó su teléfono y se acercó con decisión al armario. Estaba
determinado a encontrar una explicación al origen de aquella luz de
la grieta. Afianzó los pies y tiró del armario. El ruido fue
ensordecedor y el mueble se movió unos centímetros. Lo suficiente
para que Óliver pudiera mirar detrás del mueble. Cuando lo hizo, no
encontró nada fuera de lugar en la pared de la habitación. Y la
grieta vista por ese lado era completamente oscura. Cuando Óliver
volvió a colocarse delante de las puertas abiertas, la luz seguía
brillando.
Dormiré contigo (tercera parte de cinco)
Un ruido despertó a Óliver.
Parecía que Aarón se había caído de la cama. Óliver se incorporó
en su saco de dormir, con los ojos aún cerrados.
jueves, 16 de octubre de 2014
Dormiré contigo (segunda parte de cinco)
Eran las once de la noche cuando Óliver extendió su saco de dormir justo al lado de la cama de Aarón.
Este, sentado sobre las sábanas, lo miraba atentamente con
preocupación.
jueves, 9 de octubre de 2014
Dormiré contigo (primera parte de cinco)
―¿Así que es esto lo que
tanto miedo te da? ―le preguntó Óliver en tono socarrón a su
amigo Aarón. Dejó abierta la puerta del armario, dio un paso atrás
y se cruzó de brazos en actitud contemplativa―. Desde luego, es
aterrador. Tienes el gusto para la ropa en el culo... Deberías ir al
médico.
jueves, 2 de octubre de 2014
El fin (Epílogo)
Sentía peso sobre el cuerpo,
pero con la somnolencia que lo adormilaba ni siquiera se molestó en
quitárselo de encima. Creyó que seguramente todavía seguía
acostado en la cama con Nelli, y yacía descansando bajo una pila de
cojines desordenados. Tomó aire por la nariz, y olió a humedad.
Aquella sensación fuera de lugar lo extrañó, y comenzó a
inquietarse. Olor a tierra entró por sus fosas nasales, y le provocó
una tos seca y violenta. Su cuerpo se convulsionó y, mientras sus
músculos se tensaban, sintió un amargo dolor en el hombro, que se
ramificó hasta la base del cuello. Fue en ese instante cuando se
percató por primera vez de la inusual postura de su propio cuerpo,
retorcido bajo el peso de encima. Confuso y desorientado, abrió los
ojos para toparse cara a cara con la oscuridad. El hecho de no ver
nada le encogió el estómago, y el miedo lo llevó a revolverse en
el sitio. Las piedras que tenía encima rodaron unas sobre otras
chocando entre sí. Convencido de una vez por todas de que no se
encontraba en su cama, se apresuró a escapar de la negrura de
alrededor y se abrió paso apartando piedras con codos y manos. Al
poco rato, pudo sacar la cabeza fuera de la tierra, hacia la
superficie. El cálido aire de fuera le acarició el rostro. Soportó
el intenso dolor lacerante de su hombro y tiró del peso de su cuerpo
para liberar las piernas de la tierra que las sepultaba. Ya tendido
boca abajo en la superficie, cogió una gran bocanada de aire.
Comenzó a arrastrarse lejos del agujero donde había estado
enterrado, hasta que las fuerzas le fallaron y le sobrevino un ataque
de tos que le hizo escupir una mezcla pegajosa de tierra, saliva y
sangre. El corazón le latía desbocado y le costaba recordar cómo
había acabado allí, pero ahora, al menos, Martin por fin había
logrado salir de debajo de la tierra.
jueves, 25 de septiembre de 2014
El fin (Segunda parte de dos)
El caos más salvaje se había
propagado por las calles como una lengua de fuego que cabalga sobre
combustible. De un momento para otro, las normas, las reglas, las
leyes... Todas las directrices existentes habían desaparecido de un
plumazo. Cualquier resquicio de civismo había quedado relegado al
olvido, y ni siquiera la poca policía que quedaba de servicio era
capaz de contener la vorágine autodestructiva. La humanidad daba
señales de haber desaparecido ya, incluso antes de que el asteroide
impactara contra la superficie del planeta. En las calles, pocos
escaparates quedaban sin romper. Los saqueadores se agolpaban bajo
los boquetes abiertos en los cristales, mientras otros tantos salían
de los locales cargando con cajas demasiado pesadas para sus fuerzas
o demasiado grandes para sus brazos. Ahora, se mirase donde se mirase,
nadie caminaba, todos los transeúntes corrían sorteando los coches
que algunos otros habían abandonado en mitad de la carretera o sobre
la acera. Los escasos vehículos que aún circulaban lo hacían a
duras penas y a base de bocinazos, aunque los había que se abrían
camino con la contundencia de los golpes de sus parachoques.
Atropellos, robos, peleas, gritos y llantos. La raza humana agonizaba
en sus últimos instantes, asediada por el miedo y la desesperación.
jueves, 18 de septiembre de 2014
El fin (Primera parte de dos)
No hubo ningún aviso. No dieron
ninguna rueda de prensa para prevenir a la población de lo que se le
venía encima. Ni siquiera apareció ningún elegante presentador de
informativos explicando lo que estaba a punto de suceder. Nadie dijo
nada en ningún momento, y aún a día de hoy no se sabe a ciencia
cierta si fue un silencio premeditado, o simplemente fue el resultado
de un fatídico caso de ignorancia multitudinaria. Fuera como fuese,
quizás la ausencia de información resultó ser lo más adecuado
para que el pánico no cundiera por doquier. Sin embargo, aunque el
silencio había sido absoluto, este poco pudo hacer para ocultar la
evidencia que mostraba el cielo, y algunos empezaron a extrañarse de
que aquella peculiar estrella brillase tanto, incluso de día.
jueves, 11 de septiembre de 2014
Debajo de la cama
Jack no tenía ni idea de quién
estaba dejando las cajas de cartón debajo de su cama. Pero cada
mañana, cuando se despertaba, allí había una nueva caja vacía
esperándole. Eran cajas pequeñas, como de zapatos, y no tenían
absolutamente nada dentro, ni tampoco tenían nada impreso: ni un
logo, ni una marca. Tan solo era cartón que no albergaba nada en su
interior.
jueves, 4 de septiembre de 2014
La verdad del hechicero
“Ojalá nunca hubiésemos
encontrado ese libro maldito”, se quejó Luca, balanceándose en su
silla, de madera seca y crujiente. No le quitaba la vista de encima
al tomo encuadernado con piel que yacía en el suelo. Estaba en el
mismo punto exacto donde la mano del hechicero lo había dejado caer
antes de que su cuerpo entero se volatilizara en el aire.
jueves, 28 de agosto de 2014
Otra eternidad por delante
―Realmente; dime, Cornelio;
¿crees que nuestra existencia se merece tanto sufrimiento? ¿Tanta...
pérdida? ―preguntó lord Adelpho, sentado al borde de la cama, con
un tono de clara consternación quebrando cada una de sus palabras.
Cornelio, su criado, escuchó la
pregunta con gesto calmado y sin alterar ni un milímetro su erguida
postura servicial. Estaba de pie, justo delante de la puerta cerrada
del dormitorio. Su aspecto formal y pulcro contrastaba claramente con
la mancha de sangre aún caliente que le goteaba por la barbilla.
jueves, 21 de agosto de 2014
Coma
“Esta mañana he recorrido a
pie los diez kilómetros que hay hasta ciudad Neuk. Allí, la
situación parece ser la misma: no queda absolutamente nadie. La
calles están tan desiertas como las de aquí, y no hay ni rastro de
nadie por ningún sitio. ¿Adónde rayos ha ido todo el mundo?
jueves, 14 de agosto de 2014
Unidad defectuosa
―Vale, ¿me oyes, Atsu? Ya he
llegado a la casa. He podido entrar, la puerta estaba... Joder,
Atsu... Hay... Aquí hay sangre por todas partes.
jueves, 7 de agosto de 2014
Encuentro bajo el agua
Bajo el agua del lago, todo
estaba tranquilo y en paz. Tenía la sensación de estar inmerso en
un mundo paralelo y ajeno, al que apenas llegaba el alboroto de la
batalla que se libraba en la superficie. Miró hacia arriba, más
allá de las ondulaciones del agua. Los cuerpos escaldados caían por
la borda de las barcas unos tras otros, con cada pasada de la sombra
negra del dragón alado distorsionada por las aguas agitadas. Las
bajas del combate empezaban a hundirse muy por encima de él, como
una lluvia submarina de muerte y de pérdida. Entre los cadáveres
que caían lentamente a su alrededor, encontró el suyo propio, con
la piel derretida y el gesto marcado por una mueca de dolor. Al
principio, no le resultó extraño: estaba observando cómo la
gravedad tiraba de su propio cuerpo inerte arrastrándolo hasta su
tumba de limo sumergido. Sin embargo, pronto se percató de lo
antinatural que resultaba observarlo desde fuera.
jueves, 31 de julio de 2014
Efecto dominó
El perro se quedó quieto con la
mirada clavada en los faros del vehículo que acababa de detenerse a
apenas unos centímetros de su hocico. Mike dio un golpe con la mano
en el volante cuando por fin se detuvo el coche, y tranquilizó a su
novia, que todavía mantenía los ojos cerrados temerosa de que
hubiesen aplastado al animal indefenso. “No pasa nada, Moira”, la
consoló él. “Mira, ya se va”. El perro retomó su marcha y se
dirigió a la acera más próxima, controlando como podía el temblor
de sus cuartos traseros. “¿Por qué camina así?”, preguntó
ella. “Se ha llevado un buen susto, nada más. Pero está bien”.
“Pobre animal”, concluyó la chica, con tristeza.
jueves, 24 de julio de 2014
Ojos negros, colmillos blancos (Segunda parte de dos)
“La clara luz de la luna llena
se colaba por las rendijas de las paredes destrozadas. Me quedé
quieta, de pie, respirando el fresco aire nocturno mezclado con la
nube de polvo que había levantado con mi salto. Fuera de aquella
sala, el canto de los grillos escondidos en el follaje marcaba el
paso del tiempo con su melodía repetitiva. Mi corazón se acompasó
con su ritmo y dejé que las emociones llegaran sin ponerles ningún
tipo de cortapisa. Estaba nerviosa, pues estaba desobedeciendo la
advertencia del Hacedor. Mis patas estaban pisando territorio vedado
y peligroso. Me mantuve alerta y agudicé los sentidos. Con sigilo,
me agaché y luego me refugié en la primera esquina que encontré.
Allí, esperé un buen rato, a la espera de que algo hostil y
desconocido viniera a por mí. Pero la noche avanzaba con la misma
parsimonia del canto del grillo, y no llegó a suceder nada. Aun así,
mantuve la cautela y decidí explorar un poco más aquella sala de
tiempos pasados.
jueves, 17 de julio de 2014
Ojos negros, colmillos blancos (Primera parte de dos)
“Esta noche me he vuelto a
escabullir. El corazón todavía me late deprisa, pero al final he
conseguido regresar a tiempo, antes de que se diera cuenta de que yo
faltaba. Supongo que aún no ha hecho su ronda y dentro de poco
volveré a escuchar sus pasos ensordecedores retumbando en las
alturas vertiginosas de la sala. Vendrá y echará un vistazo, como
todas las noches, para asegurarse de que no falte ninguna de
nosotras. Yo me haré la dormida, como llevo haciendo desde hace hace
siete lunas. Hasta la fecha, el truco funciona. Él es demasiado
grande y yo solo soy una más de las tantas hijas que almacena por
las noches en las altas estanterías de su palacio.
jueves, 10 de julio de 2014
Nido de arañas
El surco que había dejado sobre
la tierra terminaba justo en la boca de aquel agujero en la ladera, a
los pies de la arboleda mustia y deshojada. Se trataba del rastro
evidente de un cuerpo que había sido arrastrado a la fuerza. A lo
largo del recorrido, se podían encontrar marcas de pataleos y golpes
de talón, señal inequívoca de que Geomi se había resistido. Sin
embargo, las huellas que más desconcertaban a Seoum eran las de las
innumerables patas diminutas que había alrededor.
jueves, 3 de julio de 2014
Diálogo con la conciencia
―Dime, conciencia mía, ¿por
qué estoy haciendo esto? ¿Por qué estoy a punto de acometer una de
las tareas más aterradoras de mi vida?
jueves, 26 de junio de 2014
Pizquito
―Allí parece un buen sitio
―sugirió a su abuelo la joven y extenuada Kiah, señalando con la
barbilla hacia una oquedad que formaban las rocas bajo una loma del
pinar―. Podemos escondernos allí y pasar la noche... Incluso
podríamos ocultarnos con algunas ramas. Creo... creo que podría
funcionar.
jueves, 19 de junio de 2014
El monstruo está en el sótano
Su zarpa parecía estar hecha de
la misma madera que la puerta; seca, agrietada y llena de nudos. Era
una extremidad inhumana y a todas luces imposible, pero tan real como
el hambre despiadada que atravesaba el vientre tembloroso de la
criatura. Sus gruesos dedos, recubiertos de musgo, se movieron con
lentitud, crujiendo cada vez que uno de ellos se flexionaba para
arañar el barniz. “¡Maaaaa!”, gruñó, como si vomitara la
única palabra que había logrado dominar en toda su milenaria
existencia. “¡Maaaaaaaa!”, llamó de nuevo, en un bramido
profundo, pero débil a causa del hambre que empezaba a nublar el
juicio de la bestia.
jueves, 12 de junio de 2014
Querida Nozomi
“Hoy he visto el primer
cadáver, Nozomi. No estoy muy seguro de por qué te estoy contando
esto a ti. No debería hacerlo. Se supone que debería escribirte
sobre lo mucho que te echo de menos y que estoy deseando volver a tu
lado, cosas que son tan ciertas como que ahora está atardeciendo y
que lo único que me da calor en esta estrecha y húmeda trinchera es
mirar tu foto de vez en cuando, mientras escribo esta carta. Espero
que puedas perdonar que te haga partícipe de este horror por el que
me ha tocado transitar, pero el terrible recuerdo de ese cuerpo
acribillado y tirado sobre el alambre me está atormentando, y en
este lugar no hay nadie dispuesto a escuchar mi pesar. Todo el mundo
a mi alrededor actúa como si no pasara nada. Los demás de la
compañía ya llevan tiempo en el frente y parecen estar
insensibilizados a toda la tragedia que se despliega a nuestro
alrededor. Para ellos, aquel solamente era un cuerpo más abatido en
el campo. Pero, para mí, era el primero.
jueves, 5 de junio de 2014
No se lo digas a mi hija (Tercera parte de tres)
Sus ojos verdosos de pupila
vertical no eran humanos y ni siquiera daban la sensación de poder
albergar emoción alguna. Sin embargo, en aquel momento, el monstruo
estaba llorando en la orilla del lago subterráneo. Y sus lágrimas
caían para perderse en la bruma que ocultaba las zarpas de sus patas
traseras. Balanceó su pesada cabeza y la papada se agitó,
salpicando por todas partes las babas acumuladas entre los pliegues
de su dura piel. Ronroneó con debilidad y volvió a agachar la
cabeza.
jueves, 29 de mayo de 2014
No se lo digas a mi hija (Segunda parte de tres)
“Todo es culpa de esa maldita
hechicera”, se quejaba Deuto, embutiéndose en las estrecheces de
una grieta en la que le era imposible girar la cabeza para mirar
atrás. Su espada envainada se enganchaba de vez cuando en algún
recoveco de la pared irregular y porosa, y Deuto se las tenía que
apañar para retroceder unos pasos, desengancharse y continuar con la
marcha. El humo de la antorcha se mezclaba con la humedad de la gruta
y enralecía aún más el aire, ya de por sí estancado. Al menos ya
podía ver la abertura a unos pocos pasos de distancia. En el último
trecho, tuvo que tirar de sí mismo para poder verse fuera, de una
vez por todas, de aquel pasaje angosto. Se pasó el dorso de la mano
por la nariz para enjugar la gota de sudor que le caía y desenvainó
la espada. Notó pegajosa la empuñadura. Su mano todavía tenía
restos de la sangre de Nore.
jueves, 22 de mayo de 2014
No se lo digas a mi hija (Primera parte de tres)
―Prométeme que no se lo dirás
a mi hija. ¡Promételo! Por lo que más quieras, Deuto. Júrame que
no le dirás a mi pequeña que esa cosa ha podido con su padre.
jueves, 15 de mayo de 2014
Introspección
El desierto había resultado ser
un entorno mucho más duro de lo que se había imaginado. Estaba
sentado con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas. En
lo alto del pálido cielo vespertino, un ojo gigante lo vigilaba sin
parpadear. Un iris de color miel; tan familiar, tan doloroso; no lo
perdía de vista, a pesar de que él seguía quieto y sentado. El
suelo llevaba tiempo cuarteado a causa del áspero calor que incluso
resecaba las escasas nubes de polvo que el sediento aire, de cuando
en cuando, se atrevía a levantar. Notaba el calor ascendiendo desde
la tierra de debajo, rodeando su cuerpo en una nube densa de sudor.
Todo era plano, todo era silencio, pero no estaba solo. Justo delante
de él, sentado en la misma posición, tenía a su doble, con una
sonrisa despreocupada permanentemente marcada en los labios.
jueves, 8 de mayo de 2014
Mejor haber amado y haber perdido...
Día 1
Esa mañana decidió no levantarse de la cama. Enredado entre las
sábanas, abrazó con fuerza la almohada, tristemente consciente de
que, por muy mullida que esta fuera, no le iba a devolver el sentido
abrazo ni a decirle “te quiero” al oído. No. Era imposible. Aun
así, la abrazó con todas sus ganas y deseó volver a escuchar
aquellas palabras pronunciadas por la voz que tanto echaba de menos.
La noche anterior había soñado con ella, como siempre. Como todas
las noches. En la ensoñación había vuelto a sentir sus dulces
labios sobre los suyos, y pudo deleitarse con la suavidad del beso y
percibir vivamente cómo se le aceleraba el pulso por el amor que
nublaba su juicio. Disfrutó de aquel falso momento, hasta que
despertó. Parpadeó varias veces y suspiró profundamente, como era
de esperar. Delante de sus ojos, la radiante luz del día se colaba
por las rendijas de la ventana cerrada.
jueves, 1 de mayo de 2014
Todos caerán
Rojo-Delta volaba manteniendo su
Spitfire dentro de la formación en V. Formaba parte de la cabeza del
escuadrón, liderado en la punta por Rojo-Alfa. Pronto los cazas llegarían a
sus objetivos. Delante, ya divisaban la luz de los incendios que
arrasaban la ciudad, iluminando con su fuego la oscuridad de la noche
absoluta. De vez en cuando, destellos fugaces aparecían de repente
entre los edificios, explosiones que en la distancia lucían como
fogonazos inofensivos. En las alturas, todavía lejos de la ciudad,
Rojo-Delta era incapaz de escuchar el estruendo de las explosiones o los
gritos de los soldados que caían. Tan solo escuchaba el zumbido
monótono del motor que lo mantenía en el aire a más de mil metros
del suelo.
jueves, 24 de abril de 2014
De compras
El guardia jurado lo vigilaba disimuladamente desde el pasillo
paralelo. Eric era perfectamente consciente de ello, pero decidió
actuar como si no pasara nada y continuar revisando la parte trasera
del DVD de “Dos tontos muy tontos”. Eric ya estaba acostumbrado a
que los vigilantes pulularan a su alrededor en las grandes
superficies. Era algo normal para él, aunque no lo entendía. Jamás
había hecho nada fuera de la ley para que siempre lo considerasen un
sospechoso en potencia. Eric lo achacaba a su forma de vestir.
Suponía que llevar vaqueros rotos y camisetas desgastadas ya eran
motivos suficientes como para no inspirar la confianza de los
encargados de vigilar el lugar.
miércoles, 16 de abril de 2014
Evan (Cielo cromado: 12 - final)
Justo entonces, aunque carecía
de ojos reales, Evan los pudo abrir de par en par.
jueves, 10 de abril de 2014
Cero (Cielo cromado: 11)
Harold
La taza se cayó de la mesita y
se derramó todo el té por el suelo. La anciana dio un respingo del
susto y luego evaluó los daños desde su sillón. La taza se había
hecho añicos y el pequeño charco que había formado la bebida
caliente todavía humeaba.
jueves, 3 de abril de 2014
La reunión (Cielo cromado: 10)
―Espero que tenga respuestas
para mí ―deseó el presidente, reclinándose en su asiento de
cuero negro―, porque estoy harto de dar largas a la prensa y a todo
el mundo.
jueves, 27 de marzo de 2014
El nuevo feligrés (Cielo cromado: 9)
El templo estaba a rebosar. El
último que había conseguido entrar se había tenido abrir paso
entre la congregación para encontrar un lugar desde donde poder ver
el altar. Se detuvo donde tenía una buena visión, inclinó la
cabeza en señal de respeto y se cruzó de brazos para escuchar con
toda su atención las palabras del pastor:
jueves, 20 de marzo de 2014
Tarot (Cielo cromado: 8)
―Aquella tía no nos quita ojo
de encima ―comentó Vince, entre sorbo y sorbo de su cubata.
Sin dejar de apoyar los codos
sobre la barra, Joel miró sin ganas hacia el lado indicado. Vio a un
corro de chicas muy arregladas que conversaban entre risitas
despreocupadas. A Joel no le pareció que ninguna mostrase el más
mínimo interés en ninguno de ellos. Aun así, le siguió la
corriente a su amigo.
jueves, 13 de marzo de 2014
Tu cena favorita (Cielo cromado: 7)
Aquella madrugada, las campanadas
sonaron tres veces cuando Esteban lloraba solo en el callejón.
Abajo, muy abajo, desde las simas oscuras de su dolido corazón,
deseó que alguien escuchase su llanto y luego se acercase hasta él
para preguntarle un simple “¿qué te pasa?”. Pero estaba solo,
como siempre. Y el único alivio que encontró su desconsuelo fue el
del silencio indiferente de una ciudad que dormía durante la noche y
le daba la espalda durante el día.
jueves, 6 de marzo de 2014
Supermán (Cielo cromado: 6)
Llevaba demasiado tiempo callado.
Marianne echó un vistazo por el retrovisor del interior para saber qué
era aquello que estaba haciendo su hijo y que requería tanto
silencio por su parte. El pequeño estaba sentado en el asiento de
atrás, tranquilo y atento, sin apartar la mirada ni un segundo de la
ventanilla de la puerta.
jueves, 27 de febrero de 2014
¿Por qué? (Cielo cromado: 5)
Al principio, solo era un simple grafiti
más garabateado sin delicadeza sobre un muro a punto de desplomarse.
Nadie le prestó la más mínima atención. “Tan solo se trata de
un ejemplo de vandalismo urbano”, pensaba la mayoría, cuando leía
aquel mensaje escrito con trazos negros anchos y chorreantes. Ninguno
se detuvo a reflexionar sobre su significado. Todos los que pasaban delante estaban demasiado
ocupados con su ajetreo diario, y con el miedo reciente e incierto
que aceleraba sus pasos por la acera. “¿Por qué?” era la
pregunta que se planteaba en aquella pared. Y no había respuesta
alguna al lado del último interrogante. Tan solo había bloques de
hormigón desnudos asomando por una superficie deteriorada por la
humedad.
jueves, 20 de febrero de 2014
Piedra fría (Cielo cromado: 4)
“Seguro que no esperabas verme
aquí. Sobre todo, después de que haya pasado tanto tiempo. ¿Cuánto
hace ya? ¿Un año y medio? Para mí ha sido como un siglo en el
desierto. De veras. No sé si me has estado vigilando desde donde
quiera que estés, pero, si lo has hecho, seguro que ya sabías que
no ha sido fácil. Bueno..., espero que no pensaras que me había
olvidado de ti. Eso, jamás. Aunque no me vieras pasar por aquí, he
seguido pensando en ti, siempre. Cada día, cada mañana. De hecho,
en ese fugaz momento cuando me despierto y mi mente está en blanco,
es cuando creo que aún estamos juntos en la misma cama. Al menos
hasta que vuelvo a recordar que estoy solo. Pero bueno, no he venido
para contarte eso.
En fin, supongo que a estas
alturas te debo una explicación. Nunca antes había vuelto aquí. Al
menos, desde el entierro. Ahora te extrañará verme aquí, de
repente, sin motivo aparente. Verás. La última vez que te vi aquí,
fue insoportable para mí. Todavía tiemblo recordando ese jodido
día. Así que poco después de aquello me hice una promesa a mí
mismo. Me juré que no volvería por aquí a estar de pie para hablar
con una piedra fría que tiene tu nombre escrito. Siempre pensé que
eso era ridículo, que no me iba a servir para nada y que todo lo que
tenía que contarte ya te lo había contado cuando estabas conmigo.
Pero bueno, ya ves, ahora estoy aquí, faltando a mi promesa. Supongo
que las cosas cambian. Y las personas, también.
jueves, 13 de febrero de 2014
San Valentín (Cielo cromado: 3)
La mirada temblorosa de Trish se
iluminó con destellos de alivio cuando por fin vio aparecer a Gille.
Sintió que el alma le volvía al cuerpo cuando comprobó que su
amado había mantenido su promesa un año más, a pesar del toque de
queda. El joven caminaba a paso rápido y echando vistazos en todas
direcciones, por si alguien lo había visto salir de su escondite
entre los setos del parque. Los dos llevaban sin verse desde su
despedida tras las clases de ese día, pero, para ambos, la tarde que
había transcurrido desde entonces se había convertido en una
eternidad insoportable. La enamorada Trish, por mucho que se
esforzaba en encontrar algún defecto, fue incapaz de localizar una
sola pega al aspecto de su amado. El corazón se le desbocó y los
labios le temblaron, tratando de acomodar las palabras que se
disponía a pronunciar delante de él dentro de unos minutos.
jueves, 6 de febrero de 2014
Harold (Cielo cromado: 2)
“Hoy estoy un poco asustada,
Harold. No lo digo por el horrible temporal del que te hablé ayer,
que afortunadamente ya pasó. Sí, lo sé, es muy extraño. Tan
rápido como llegó, desapareció... Sé lo que estarías pensando
justo ahora: que esta anciana asustadiza está preocupada por el
estado en que ha quedado nuestra casa después del mal tiempo. Y no,
tampoco estoy asustada por eso, porque la casa ha resistido bien el
viento y la lluvia. De hecho, nuestra casa está bien, no te
preocupes, y el techo que arreglaste antes de... Bueno, que la casa
está bien y no hay que lamentar daños más allá de algunas
humedades.
jueves, 30 de enero de 2014
Última hora (Cielo cromado: 1)
“Buenas tardes. Interrumpimos
la emisión para ofrecerles un avance de última hora. El fenómeno
meteorólogico adverso, que desde el pasado lunes recorre el país de
norte a sur, se ha recrudecido sobre la capital, y en estos momentos
llueve con una fuerza nunca antes vista sobre la ciudad. Sobre la una
de la tarde, comenzó a caer una lluvia muy intensa que ha superado
la tremenda cifra de doscientos setenta litros por metro cuadrado,
sobrepasando con creces todos los registros históricos anteriores de
agua recogida en la misma zona. Desde esa hora, no solamente no ha
parado de llover, sino que ni siquiera ha amainado la lluvia. Los
daños causados por el agua empiezan a ser cuantiosos. La lluvia ha
dejado anegada gran parte de las calles principales y ha colapsado
múltiples alcantarillas, con lo que las inundaciones han obligado a
que muchos comercios y viviendas improvisen barricadas en las
entradas para atajar la entrada de agua. Casi la mayoría de sótanos
y garajes se ha inundado y algunos muros en mal estado se han
desplomado en varios puntos de la ciudad, siendo el caso más
llamativo el del muro que circundaba la obra del nuevo estadio a las
afueras de Berme. En el centro, el techo de la iglesia del Cerrovert
se ha venido abajo, y un descomunal torrente de agua en la colina del
Santo ha arrastrado a múltiples vehículos por la pendiente y los ha
empotrado contra el polideportivo. Afortunadamente, hasta ahora no ha
habido víctimas mortales, aunque los servicios de emergencia no dan
abasto a la hora de responder al aluvión de llamadas de urgencia.
jueves, 23 de enero de 2014
Zona en obras (Epílogo)
Kara Robbinson
“Querido diario:
Mi terapeuta insiste en que escribir un diario me ayudará a superar
la muerte de Claude. La verdad es que tener que escribir cada noche
cómo me siento y qué he hecho durante el día me parece un coñazo,
pero el psicólogo no deja de recomendarme que será bueno para mí.
Según él, de esta manera exteriorizaré mis sentimientos y podré
verlos desde fuera y analizarlos y abordarlos mejor. En fin, cosas de
loqueros, supongo.
jueves, 16 de enero de 2014
Zona en obras (Novena y última parte)
A pesar de los estridentes y
molestos vítores obscenos de la criatura, Claude podía escuchar el
atrayente crepitar de las llamas sobre la hoja de la espada maligna.
Estaba allí, tirada en la tierra, sin que el victorioso y saltarín
ser de las Profundidades le prestase la más mínima atención. Ante
sí, el vigilante disponía de la ocasión perfecta para atacar de un
modo repentino e implacable, y a tan solo unos pasos de distancia
tenía el arma ideal para hacer desaparecer al monstruo. La ira de
Claude rebosó en forma de resoplidos y ya comenzaba a imaginarse de
qué manera hundiría la hoja de metal candente en la tripa de la
bestia, y cómo la retorcería luego lentamente, cortando y
triturando todas y cada una de las entrañas que el filo cortante
encontrase a su paso. La criatura iba a pagar, iba a sufrir, iba a
suplicar por su triste existencia, y, al final, el vigilante la
mataría. Y Claude iba a disfrutar de cada segundo.
jueves, 9 de enero de 2014
Imagen con latido (45): Promesa
I will meet you in the next life,
I promise you.
When we can be together,
I promise you.
I will wait till then in Heaven,
I promise you.
I promise.
I promise.
(Promises - Megadeth)
Zona en obras (Octava parte)
Kara sentía aquellos pestilentes
labios rugosos frotándose contra su piel. Aquel ser retorcía su
boca contra la de ella, como si el acto fuese una macabra rúbrica
que sellase su vínculo impío. Ella apretó firmemente los labios
cuando notó el empuje de la cálida y viscosa lengua, tratando de
entrar en su boca. La chica se resistió con éxito e impidió que la
lengua llegase más lejos. Con todas sus fuerzas, golpeó con sus
puños en el pecho esquelético de la criatura en la que se había
convertido Elémiah, pero no consiguió liberarse de su abrazo. Al
atónito Claude se le revolvieron las tripas cuando vio que su
hermana ansiaba zafarse, pero no podía a causa de los brazos y las
alas de la criatura, que la rodeaban. Le repugnó hasta casi el punto
del vómito contemplar cómo aquel ser espeluznante, de aspecto de
gárgola con alas de piel, sometía a Kara a un beso forzado.
jueves, 2 de enero de 2014
Zona en obras (Séptima parte)
En silencio, Elémiah señaló
hacia delante para que Claude mirara en esa dirección. La escena que
veían parecía confirmar todo lo que Elémiah había dicho
respecto de su hermana. La joven muchacha estaba en compañía de
otro ángel, pero aquel era diferente de Elémiah. Tenía el aspecto
de una hermosa mujer mujer alada. Desde la distancia, los ojos del
vigilante recorrieron su curvilíneo cuerpo, cuyas formas redondeadas
se marcaban mucho más por las sombras que la noche dibujaba en su
piel. Claude, turbado, tardó unos segundos en percatarse de que
aquel ángel femenino sangraba abundantemente por el brazo que
escondía tras su ala izquierda.
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