Ni siquiera se escuchaba el canto
de los grillos. La calma de fuera del hangar abandonado desentonaba
con el latido desbocado de los corazones confundidos de Edith y Ezra.
La pálida luz de la luna bañaba los alrededores, donde el hormigón
agrietado del suelo daba paso unos metros más allá a la tierra y
las piedras. La cortina oscura de la noche impedía ver más lejos de
la suave silueta del horizonte de dunas. Sus crestas y caídas se
encontraban con el azul marino de un cielo nocturno que caía
aplomado sobre ellos dos, cargando la atmósfera de una estática de
preocupación e incertidumbre. El hangar abandonado parecía surgido
de la nada en medio de la nada, y su terca estructura metálica no se
daba por vencida y se resistía a desaparecer, ya fuese por el
desgaste de los vientos polvorientos o por el enterramiento bajo las
montañas de arena. Allí permanecía el deteriorado refugio aquella
noche, cobijando con techos agujereados a dos hermanos confusos cuyas
vidas habían dado recientemente un giro tan brusco e inesperado como
incomprensible y aterrador. No sabían dónde estaban, ni quién los
había llevado hasta aquel lugar. Lo único de lo que disponían eran
las batas que cubrían sus cuerpos y los objetos que habían ido
encontrando por el camino. Él sostenía el táser con una mano y el
walkie con otra, mientras ella trataba de encajar en su cabeza el
mensaje que acababa de leer en la nota que había recogido del suelo.
Contenido
- Boda de ladrones
- Cielo cromado
- Claudio
- Diario
- Dormiré contigo
- Edith
- El fin
- El manantial
- El testamento del dragón
- En busca de
- Flora
- Grietas en el cielo
- Historias con latido
- Historias cortas
- Imágenes con latido
- La mansión
- La nueva vida de Dana
- Lady Noche
- Lágrimas de sueño
- Lana Mandala
- Las cuatro insidiosas
- Latidos de libreta
- Llantos
- Mariposas en las paredes
- No se lo digas a mi hija
- Notas del autor
- Ojos negros colmillos blancos
- Sujeto de prueba 001
- Zona en obras
jueves, 29 de septiembre de 2016
jueves, 22 de septiembre de 2016
Edith: cuenta atrás - 1
“¿Estás bien?", le preguntó
Edith a su hermano, posando con cuidado la mano en su hombro. Ezra no
se dio por aludido y continuó intentando comunicarse con el hombre
misterioso del walkie, quien acababa de anunciarle que iba a morir
envenenado en unos pocos minutos. A pesar de sus denodados intentos
pulsando el botón del comunicador, el de aquella voz ominosa del
otro lado había decidido dejar de hablar definitivamente. Ezra se
sacudió la mano de su hermana del hombro y la miró con ojos
encendidos de furia.
jueves, 15 de septiembre de 2016
Edith: cuenta atrás - 2
Edith se apoyó en la esquina del
pasillo y se acercó al extremo hasta que su hombro casi asomó por
el borde. Se esforzó sin éxito en apaciguar su respiración
descontrolada. El aire entraba y salía movido por un pecho asustado
y desconcertado. No sabía cómo había terminado en aquel bloque de
celdas acolchadas ni era capaz de explicarse cómo, de repente, era
capaz de hacer desaparecer a cualquiera que se interpusiera en su
camino simplemente con pensarlo. Cerró los ojos para mantener la
cordura y centrarse en que, por muy descabellado que de repente le
pareciera todo, aquello que estaba viviendo no era cosa que su
extraña e imposible nueva realidad.
jueves, 8 de septiembre de 2016
Edith: cuenta atrás - 3
Ese precioso y fugaz momento
posterior al despertar, que no es otra cosa que un instante pasajero
en el que uno no es consciente de nada. La mente se queda en blanco y
el cuerpo se despierta despacio. Y, durante ese breve espacio de
tiempo, nada existe dentro de la persona. El paisaje mental es un
yermo blanco e inhóspito que, de súbito, se llena de pensamientos y
recuerdos, y la persona que antes dormía deja de ser un ente vacío
para convertirse en el mismo individuo que había sido justo antes de
perder la conciencia en el sueño. Justo en ese estado previo al
despertar se encontraba sumida Edith, hasta que empezó a recordar su
identidad propia, sus increíbles habilidades, la extraña celda
acolchada y, sobre todo, a su hermano Ezra. En concreto, recordó su
voz asustada sonando a través del teléfono. La memoria la sacó de
su ensueño y la trajo de vuelta a la realidad. Abrió los ojos sin
llegar a ver nada, ni recordar haberse quedado dormida. Tan solo
rememoraba formas borrosas e indefinidas. Luego, recordó haber visto
un fogonazo, y todo se había quedado oscuro después. Se sintió
extraña y ligera, pero incómoda y dispersa. Decidió que ya era
suficiente y parpadeó varias veces para aclararse la vista. La
realidad apareció delante de ella. Aún se encontraba dentro de la
celda, vestida únicamente con una bata blanca salpicada de sangre y
tumbada boca arriba sobre el suelo acolchado. Se sentía pegajosa y
le dolían las extremidades. Intentó incorporarse despacio, marcando
una mueca de dolor en su rostro, y entonces se percató de que la
puerta de su confinamiento estaba abierta y había dos guardias de
seguridad con cara de sorprendidos que la apuntaban directamente con
sus fusiles temblorosos.
jueves, 1 de septiembre de 2016
Edith: resultados
―¿Qué hace usted aquí?
―preguntó el doctor Miller según entró por la puerta del
despacho.
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