jueves, 3 de abril de 2014

La reunión (Cielo cromado: 10)

Espero que tenga respuestas para mí ―deseó el presidente, reclinándose en su asiento de cuero negro―, porque estoy harto de dar largas a la prensa y a todo el mundo.


Rachel Engel estaba sentada justo frente a él, al otro lado de una amplia mesa que marcaba claramente la distancia que existía entre el mandatario político y la jefa del comité de investigación. En el fondo de sí misma, podía asegurar sin ninguna duda que el líder de la nación no iba a estar nada conforme cuando conociera los resultados a los que había llegado ella y su equipo. Disimuló su incomodidad tomando aire despacio y se mantuvo quieta en su asiento, soportando las ganas de modificar mil veces la postura. No quería mostrar la más mínima señal de nerviosismo. Se limitó a asentir con la cabeza, sin percatarse de que el silencio estaba durando más de lo debido.



Parece que han escrito un informe bastante completo sobre esa cosa ―comentó el presidente, y luego se inclinó hacia delante para coger el documento y pasar rápidamente sus hojas―. Como usted comprenderá, doctora...



Doctora Engel... Rachel Engel.



Como usted comprenderá, doctora Engel, cuando usted insistió tanto en verme con tanta urgencia pensaba que tendría respuestas directas para mí, no que me iba a entregar un mero informe. Bueno..., ahora no tengo ni tiempo ni ganas de ponerme a leer un trabajo de doscientas páginas como este― “en realidad, son quinientas”, pensó Rachel, sin decir nada―. De modo que, si no le importa, iré al grano y le preguntaré directamente. Y, por lo que más quiera, no vaya a marearme con palabrería científica que solo usted comprende. Sea clara y dígame, por favor y de una vez por todas: ¿qué rayos es esa cosa?



Lo cierto, señor, es que... todavía lo desconocemos.



El presidente se mantuvo estático, con las manos cruzadas ante su barbilla. Parpadeó varias veces, como si tratara de comprender algo incomprensible.



¿Es usted consciente de que han pasado más de seis meses desde que esa cosa apareció en el cielo?



Sí, pero si me permite...



¿Es consciente de que usted y su equipo han tenido casi el mismo tiempo para investigarlo... para estudiarlo con los mejores equipos de los que disponemos y, aun así, me viene con lo de que “lo desconocen”? ¿Y para esto hace que venga aquí y altere toda mi agenda?



Pero, señor, la realidad es que...



Ni realidad ni gaitas, doctora. Está en juego mi reputación y la de toda mi legislatura. Tengo a todo el mundo detrás de mí, día tras día, preguntándome, acosándome y echando la culpa de algo de lo que ni siquiera tengo la culpa. La oposición no deja de hostigarme por la lentitud de la toma de decisiones y no paran de echarme en cara que a estas alturas no haya desarrollado ningún tipo de plan de contingencia ni de evacuación. La gente está nerviosa y empieza a haber altercados y disturbios. ¡Y usted, que tenía la tarea de esclarecer el asunto, me viene con el cuento de que no sabe qué es esa cosa! ¿Y para eso he dado fondos a su estudio? ¿Para que me diga algo que ya sé? ―el presidente cogió con desprecio el informe y lo lanzó sobre la mesa delante de la doctora―. ¿Entonces a qué vienen tantas páginas? ¿Para qué se han molestado en escribir tanto? ¿Para decir al final que no tienen ni puñetera idea?



Rachel se sintió empequeñecida y abrumada. Había conseguido enfadar al presidente de todo el país. Habría jurado que su carrera había tocado a su fin justo en ese preciso momento. Temblorosa, se acomodó las gafas sobre el puente de la nariz y mantuvo la mirada gacha mientras recibía la reprimenda.



¿Y encima se va a quedar ahí callada como una niña pequeña? Con todo el dinero que les he dado, al menos tenga la decencia de decirme por qué rayos todavía no saben qué es esa cosa.



Es imposible saberlo, señor...



¿Cómo que imposible? ¿Por qué es imposible? No justifique su incompetencia con esa excusa, doctora. Verá, ahora que la veo, no tengo ni idea de cómo ha conseguido tener una carrera tan brillante como la suya, y lamento la hora en que me la recomendaron como la mejor para el puesto. Doctora, me ha hecho perder demasiado tiempo y dinero, cuando otro equipo podría haberme dado respuestas. Alguna respuesta, al menos.



Ya no importa a quién se lo encargue, señor. Cualquier otro equipo en mi situación hubiese llegado a las mismas conclusiones.



¿Y la conclusión es un simple y llano “no sé”? Mi nieto de cinco años me hubiese dado esa misma respuesta, doctora. No juegue con mi paciencia, porque, ahora mismo, es un recurso escaso.



Señor, si me permite explicarme ―Rachel alzó tímidamente la mirada y volvió a acomodarse las gafas―, es imposible obtener datos fiables del estudio del ovni.



¿Ovni? ¿Cómo que ovni? ¿Acaba de decirme que no sabe qué es y ahora me dice que esa cosa viene de otro planeta?



Señor, el término ovni no implica necesariamente que ese objeto provenga de otro planeta. Con ese acrónimo solo se destaca una realidad innegable, es decir, que se trata de un objeto que vuela y que es desconocido.



Me da igual, doctora. La semántica no me preocupa ahora mismo. Nada de nada. Me preocupa más que se justifique cuanto antes, antes de que la invite amablemente a abandonar mi despacho y desaparecer de mi vista.



Verá, señor. Desde que empezamos a estudiar el ovni, nos encontramos con un obstáculo que se volvió insalvable con el tiempo. Y ese obstáculo fue que nuestros instrumentos de medida no detectaban su presencia. Al parecer, el ovni no emite ningún tipo de emisión de gases ni de onda. Es invisible para el radar y no ofrece radiación térmica ni emite ondas electromagnéticas. Incluso cuando nos dispusimos a estudiarlo con sistemas láser para determinar sus dimensiones y su altura, el láser era incapaz de detectar su superficie. El haz lo atravesaba como si tan solo hubiese aire en su volumen. Es como si no existiese.



¿Qué me está tratando de decir, doctora? ¿Que ese ovni no existe? ¿Que es una alucinación o alguna estupidez de esas?



Sí que existe, señor. Durante la experimentación, descubrimos algunas cosas que parecían entrar en contacto con él. Una de ellas es la luz natural. De hecho, por eso mismo el objeto es visible. Refleja la luz. Incluso, cuando los drones se han aproximado para grabar de cerca, se puede apreciar cómo la superficie cromada del ovni refleja la imagen del dron en el fuselaje.



Fascinante... Refleja la luz. Eso también lo sabía, doctora.



Otra sustancia que parece reaccionar cerca del ovni es el agua. Grabaciones de días lluviosos demuestran que el agua que cae a veces es atraída o repelida por el objeto. Cuando un dron ha acercado una cantidad de agua al ovni, unas veces atrae al dron, y otras lo repele. Incluso hemos llegado a perder dos vehículos a causa de la fuerza con la que los repele. Quizás este hecho esté relacionado con la fuerte tormenta que hubo el día que apareció.



Estupendo... ―el presidente apoyó los codos sobre la mesa, y suspiró profundamente decepcionado―. Una última cosa, doctora. Usted es consciente de que este es un tema delicado, y la población tiene miedo. No saben qué va a ocurrir. Nadie lo sabe. Y una evacuación masiva como medida de prevención tendría... repercusiones gravísimas en las ya de por sí escasas arcas públicas. Sobre todo si al final se demuestra que esa cosa es inofensiva. Dígame, ese ovni..., ¿tiene alguna idea de si es potencialmente peligroso?



Puede llegar a serlo ―Rachel supo camuflar mejor su desconocimiento esta vez―. Mientras no se disponga de datos fiables, no se puede afirmar ni negar nada tajantemente. De manera que es recomendable ponerse en lo peor y proceder a una evacuación de las proximidades. Y recomiendo llevarla a cabo con urgencia y del modo más discreto posible.



¿Por qué cree eso?



De la misma manera que nosotros hemos estudiado el ovni, o lo hemos intentado, puede que él nos haya estado analizando a nosotros durante todo este tiempo. Si detectase un movimiento de población masivo y repentino, puede que eso dé pie a una respuesta por su parte.



¿Una respuesta? ¿Estamos hablando de un posible ataque?



Posible. Sí, señor.



¿Qué tipo de ataque? ―el presidente vio que la doctora volvía a colocarse las gafas―. No me lo diga. “No lo sé”, ¿cierto?



Es imposible saberlo, señor. Apenas hemos conseguido obtener datos, tan solo aproximaciones sobre sus dimensiones, su altura y su aspecto. Aunque, tenga siempre presente que lo poco que sabemos puede resultar ser falso por completo.



¿Cómo es eso? ¿Ni siquiera están seguros de lo poco que saben? Pero esto es...



Tenga en cuenta, señor, que estamos ante una tecnología muy superior a la nuestra. No podemos descartar que el ovni cuente con algún tipo de tecnología de camuflaje óptico, que pueda lograr que lo que vemos con nuestros ojos sea tan solo una apariencia... una fachada. Un disfraz que se ajuste a lo que esperaríamos ver, cuando la realidad podría ser muy diferente a lo que vemos.



Y eso que vemos es la única información de que disponemos, ¿no?



Efectivamente, señor. Información que puede resultar engañosa.



De acuerdo, doctora Engels. Puede que finalmente usted y su equipo no hayan sido tan incompetentes como...



Una cosa más, señor. Una de las últimas grabaciones obtenidas por los drones mostró una serie de muescas verticales en uno de los laterales del objeto. Cuando comparamos la grabación con otras anteriores, descubrimos que esas muescas habían aparecido recientemente. Parecían cicatrices dispuestas en fila. Al principio, eran un total de cinco. Al mes siguiente, una de las muescas había desaparecido. Y al pasar otro mes, faltaba otra muesca. Es posible que cada mes desaparezca una más.



Cada mes desaparece una... ¿Cuántas muescas quedan ahora?



Si mis sospechas son ciertas, pronto quedarán dos, señor. Por eso insistí tanto en verle cuanto antes.



¿Usted cree que se trata de algún tipo de cuenta atrás?



Rachel mostró una inusitada seguridad en sus ojos cuando miró directamente al presidente.



Por favor, acelere la evacuación todo lo que pueda.



* Cuenta atrás: 1

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