jueves, 18 de septiembre de 2014

El fin (Primera parte de dos)

No hubo ningún aviso. No dieron ninguna rueda de prensa para prevenir a la población de lo que se le venía encima. Ni siquiera apareció ningún elegante presentador de informativos explicando lo que estaba a punto de suceder. Nadie dijo nada en ningún momento, y aún a día de hoy no se sabe a ciencia cierta si fue un silencio premeditado, o simplemente fue el resultado de un fatídico caso de ignorancia multitudinaria. Fuera como fuese, quizás la ausencia de información resultó ser lo más adecuado para que el pánico no cundiera por doquier. Sin embargo, aunque el silencio había sido absoluto, este poco pudo hacer para ocultar la evidencia que mostraba el cielo, y algunos empezaron a extrañarse de que aquella peculiar estrella brillase tanto, incluso de día.


La realidad fue tomando forma conforme pasaban las horas de aquella mañana de martes de octubre. Al principio, empezó siendo uno de los temas más comentados en las redes sociales. Personas de casi todo el planeta se aventuraban a dar sus hipótesis para explicar por qué aquella estrella brillaba tanto. “Es Venus”, decían unos. “Se trata de la luz del sol reflejada en la estación espacial”, refutaban otros. “Es simplemente los restos de un satélite abandonado”, apuntaban unos cuantos. No pasó mucho tiempo hasta que algunas páginas webs se hicieron eco del debate, y pronto la noticia del extraño cuerpo brillante saltó a las versiones digitales de los diferentes diarios. Al principio, no era más que una pequeña noticia al margen. Los internautas se topaban con ella mientras revisaban las últimas noticias del día o mientras rebuscaban las declaraciones de los entrenadores de fútbol. Pero casi nadie entraba en la noticia de la estrella. Para la mayoría, simplemente se trataba de otra noticia científica más sobre un cuerpo celeste que no importaba a nadie. “Otra inútil noticia científica para rellenar, nada más”.



Yuri fue uno de los pocos que sintieron curiosidad por esa noticia aquella mañana. Leyó que el revuelo, que se había levantado en la red, había alertado a las principales agencias espaciales y estas habían emprendido investigaciones con carácter urgente. “Nos ha pillado por sorpresa”, reconocía el responsable del telescopio de Última Thule. “No teníamos constancia de la presencia de este cuerpo hasta que se ha vuelto visible ante nuestras mismas narices”. En la noticia, Yuri leyó que, cuando se le preguntaba al experto por una posible explicación, este respondía simplemente diciendo que “no hay de qué preocuparse, probablemente sea un cometa que está de paso por nuestro barrio”. A Yuri no le satisfizo aquella respuesta. Pensó que era una manera elocuente de decir que no tenían ni idea. De modo que apagó la tableta y levantó la mirada para ver la carretera por la ventanilla. El autobús estaba a dos paradas de la suya, de modo que guardó el aparato en su bandolera y se mentalizó para la jornada de trabajo que tenía por delante.



Todavía no había llegado la hora del almuerzo, y Yuri empezó a notar el ambiente un poco extraño en su oficina. Cada vez que levantaba la mirada de su escritorio, veía corrillos de empleados cuchicheando, otros consultando el móvil con gesto de preocupación en sus caras, e incluso algunos otros habían salido corriendo de buenas a primeras. Desde la distancia de su asiento, pudo escuchar algunas palabras sueltas de las conversaciones. “Acaban de decir que no pasa nada”, le oyó decir a unos compañeros de trabajo que pasaban al lado de su cubículo. “Han dicho que pasará de largo, y no chocará”.



Yuri frunció el ceño y perdió la mirada en los dibujos de la madera de su mesa. “¿Será posible?”, se preguntó a sí mismo. Echó un vistazo alrededor en busca del supervisor de su sección. Lo vio a través de la ventana del área de descanso, dialogando algo acaloradamente con un grupo de empleados que parecía estar dispuesto a abandonar el puesto de trabajo. Yuri aprovechó que su supervisor no lo estaba vigilando y abrió el navegador de su ordenador. Tecleó la dirección del periódico digital, y allí encontró el titular, a toda página.



Alcyon chocará contra la Tierra”.



Yuri leyó la noticia por encima, con ojos ansiosos de encontrar alguna parte de la noticia que calmara su creciente inquietud. Pero, cuanto más leía, más cierta y horrible se volvía la realidad. Incrédulo, tecleó la dirección de otro periódico digital en busca de otro titular diferente.



Rumbo de colisión”. “Catástrofe inminente”. “El fin de todo”... Y los titulares continuaban en la misma línea en todos y cada uno de los demás diarios que Yuri consultó.



Esbozó una sonrisa sin saber por qué. “¿Está pasando esto de verdad?”. Miró a su alrededor y vio el miedo en las caras de todos a su alrededor. Muchos se limitaron a coger sus abrigos y salir a la carrera por la puerta. El supervisor trató de detenerlos, pero pronto él también fue uno de los que salieron corriendo. Yuri tardó en reaccionar conforme se iba quedando solo en la oficina. Leyó las palabras en negrita de la noticia que había quedado abierta en su monitor:



Menos de veinticuatro horas... ¿Qué haréis con ellas, humanidad?”.



Nelli”, pensó inconscientemente. De repente, Yuri solamente podía pensar en el nombre de ella.

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