jueves, 25 de julio de 2013

Imagen con latido (21): Demasiado sola para sentirse orgullosa


Sola

La bestia parpadeaba con debilidad. Su pupila alargada se había dilatado al máximo para aprovechar la escasa luz que llegaba a la explanada situada a los pies del castillo. El cielo nocturno y nublado bloqueaba por completo la luz lunar, tan solo el brillo anaranjado y lejano del castillo en llamas movía las sombras de los difuntos sembrados en el campo de batalla. Lanzas, espadas y flechas, clavadas en carne sanguinolenta, se alzaban al cielo y marcaban la tumba de cada guerrero, formando un bosque de metal ensangrentado, empuñaduras desgastadas y astas de lanzas partidas y astilladas. Y en medio de la barbarie, el dragón, firmemente apoyado sobre sus cuatro patas.

jueves, 18 de julio de 2013

Imagen con latido (20): Salto de fe


El manantial (Quinta y última parte)

El metal aún estaba caliente cuando Váral apretó el cañón de su arma contra la cabeza de Abbi.



¿Cuántos sois? ―le gritó―. ¡Responde!

jueves, 11 de julio de 2013

Otro día en mi cabeza

[Esta historia está inspirada en la canción Another Day In My Head del grupo Peepall. Podéis escuchar su último disco, Freneza, en el siguiente enlace: http://peepall.bandcamp.com/album/freneza]

 El roce áspero de la cuerda le hacía daño en las muñecas y en los tobillos, pero Priscila seguía esforzándose para liberarse de sus ataduras. Aquel psicópata la había amordazado y le había atado los pies a las patas de la silla, y las manos, al respaldo. El asiento estaba fabricado con resistentes piezas de madera, pero Priscila no dejaba de tirar de todas sus extremidades para soltarse, a pesar de que su sangre ya empapaba las hebras del trenzado de la cuerda. Su mirada estaba clavada en el culpable de su tormento, dormido plácidamente en la cama que tenía delante. La realidad se deformaba por las lágrimas que nublaban su mirada, pero aun así, Priscila no dejaba de vigilar el descanso de su secuestrador, mientras contenía los sollozos en las profundidades de su garganta. No debía hacer ruido, pero tenía que seguir intentando escapar. Ya había amanecido, y el durmiente había comenzado a revolverse entre las sábanas. Estaba teniendo un mal sueño y pronto despertaría.

Imagen con latido (19): Cú Chulainn


El manantial (Cuarta parte)

El soldado Váral se asomó rápidamente por encima de la roca y apuntó con el fusil hacia el camión. A su nariz llegó el olor de la carne sanguinolenta de los pedazos desperdigados del camello, secándose al sol. A Váral todavía le costaba creer que acababa de estar justo al lado del causante de la emboscada. Apretó los labios, resignado por haber perdido la ocasión perfecta de haber acabado con él. Con la mirada, buscó a Kouric y lo encontró acercándose a su posición con el arma dirigida constantemente hacia la parte trasera del camión. Váral le hizo señas con la mano y le indicó que rodeara el camión por delante y que se acercara por el otro lado. Así, atacarían desde dos flancos. Por su parte, Rakku y Lailo se aproximaban al camión por la parte delantera, pero Váral les ordenó con otras señas que se detuvieran y que siguieran vigilando la zona. Váral no las tenía todas consigo, pues no estaba seguro de si podría haber más atacantes apostados cerca. Quizás, el crío escondido en el camión tan solo se trataba de un cebo para una trampa mucho peor. Con expresión de asco, Váral apartó con el dorso de la mano un amasijo de pelo y sangre de camello que había caído sobre su hombro en el momento de la explosión. Paso a paso, iba afianzando sus botas en la tierra mientras no perdía detalle de lo que veía más allá de la mira de su arma. Asintió satisfecho cuando el conductor del camión hizo una señal con la cabeza para hacerle entender que se encontraba bien. Presa del pánico, no había sido capaz de bajarse del vehículo para protegerse de la detonación del camello. Miró a través del parabrisas salpicado de rojo y observó cómo sus compañeros se desplegaban según las órdenes de Váral. Este le indicó con la mano que se bajase y que se mantuviese en la retaguardia, justo detrás del último todoterreno, donde el soldado Denko vigilaba la subida del camino. Obedeció, bajándose con sumo cuidado y marchando de espaldas, sin perder nunca de vista la parte de carga del camión. Con paso presuroso, se dirigió a la cuneta del camino y, rodilla en tierra, cubrió junto a Denko al grupo desde allí.

jueves, 4 de julio de 2013

Muerte cerebral

  [Esta historia está inspirada en la canción Brain Death del grupo Peepall. Podéis escuchar su último disco, Freneza, en el siguiente enlace: http://peepall.bandcamp.com/album/freneza]

Por fin, el teléfono había dejado de sonar. Después de una milésima de segundo de calma, el pitido del contestador automático saltó, y el repentino sonido apenas tuvo espacio suficiente para propagarse dentro de la angosta habitación de Indie. La voz de Esperanza empezó a escucharse por el altavoz.

Imagen con latido (18): Ventana con vistas


El manantial (Tercera parte)

¿Te has vuelto loco? ―le preguntó el soldado de la picazón en la cabeza, que salió a su paso y lo obligó a detenerse―. ¿Qué vas a hacer con esa granada? ¿Es que quieres que todo el mundo se entere de que estamos aquí?