“Esta mañana he recorrido a
pie los diez kilómetros que hay hasta ciudad Neuk. Allí, la
situación parece ser la misma: no queda absolutamente nadie. La
calles están tan desiertas como las de aquí, y no hay ni rastro de
nadie por ningún sitio. ¿Adónde rayos ha ido todo el mundo?
Todavía me acuerdo de cómo era
esa ciudad antes. Recuerdo cómo se atascaba el tráfico al mediodía
y lo difícil que era siempre caminar por las aceras por la cantidad
de gente que iba y venía de un lado para otro. Había personas que
salían de los comercios cargadas de bolsas, empresarios atareados
que caminaban sin apartarse el móvil del oído, y grupos de niños
que correteaban sin que les preocupara tropezarse con cualquiera. La
ciudad estaba viva. Ahora, es todo tan diferente. Todo tan... irreal.
En ciudad Neuk tan solo quedan edificios vacíos y calles
completamente deshabitadas. No da la sensación de ser una ciudad de
verdad. Parece un cascarón, un escenario, una fachada hueca. Ni
siquiera queda ningún vehículo en las calles, ni comida en los
supermercados. Todo está pulcramente vacío, como si la ciudad fuese
nueva y sin estrenar.
Sinceramente, hay detalles que me
sorprenden tanto como me extrañan. Entré en un bloque de oficinas,
¡y no había ni un triste papel encima de ninguna mesa! Sin embargo,
allí también había electricidad. Los teléfonos tenían línea,
pero claro... Llame a quien llame, nadie contesta. Los ordenadores
funcionaban y estaban conectados a la red, pero las noticias seguían
siendo exactamente las mismas de hacía ocho días. El tiempo seguía
tan parado en la ciudad como aquí en casa. Nada diferente a aquí, y
todo tan vacío como aquí... Todo tan inútil como aquí... Intenté
en vano llamar a voz en grito en medio de la calle, esperando la
respuesta de alguien, pero no obtuve nada a cambio de mi
desesperación, solamente la reverberación de mi eco sobre las
paredes de hormigón y cristal. Estaba solo, igual que antes. Igual
que ahora. No sé qué le ha pasado a todo el mundo.
Sobra mencionar que no encontré
provisiones por ninguna parte. Aunque sigo sin tener hambre. No sé
qué me pasa. Desde que desapareció todo el mundo no he podido
probar bocado. Y lo más curioso es que no he llegado a sentir
hambre, ni tampoco me encuentro más débil. Todo esto es muy
extraño.
Mañana volveré a la ciudad, me
gustaría recorrer la zona de los alrededores del puerto. Allí hay
una zona militar, y quizás allí pueda encontrar algo útil, o a
alguien que esté como yo.
Bueno, ya es tarde, y me gustaría
descansar antes de salir temprano mañana. Intentaré dormir un poco,
aunque tampoco he podido conciliar el sueño desde hace ocho días.
En fin..., no puedo dormir, no puedo comer y estoy solo. Me pregunto
cuánto tiempo más duraré cuerdo en estas condiciones.
Sin duda, si todo esto no es más
que una pesadilla, está durando más de lo que debería”.
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