Contenido
- Boda de ladrones
- Cielo cromado
- Claudio
- Diario
- Dormiré contigo
- Edith
- El fin
- El manantial
- El testamento del dragón
- En busca de
- Flora
- Grietas en el cielo
- Historias con latido
- Historias cortas
- Imágenes con latido
- La mansión
- La nueva vida de Dana
- Lady Noche
- Lágrimas de sueño
- Lana Mandala
- Las cuatro insidiosas
- Latidos de libreta
- Llantos
- Mariposas en las paredes
- No se lo digas a mi hija
- Notas del autor
- Ojos negros colmillos blancos
- Sujeto de prueba 001
- Zona en obras
jueves, 26 de diciembre de 2013
Zona en obras (Sexta parte)
―¿Besarte en los labios? ―Kara
no terminaba de creérselo―. ¿Me salvarás con un beso en los
labios?
jueves, 19 de diciembre de 2013
Zona en obras (Quinta parte)
―¿¡...Que van a matar a mi
hermanita!? ―preguntó Claude, con la más agria de las angustias
recorriendo el gesto de su rostro. Cuando formuló la pregunta, se
señaló el pecho repetidas veces, para dejar claro que aquella
persona mencionada era muy querida para él.
jueves, 12 de diciembre de 2013
Zona en obras (Cuarta parte)
Los pies de Kara se apresuraron
desesperadamente sobre el césped para regresar al sendero del
parque. Sus pasos nerviosos y asustados se amortiguaban en la hierba
con un sonido sordo, mientras la chica no dejaba de lanzar miradas
hacia atrás para comprobar si aquel ser la estaba siguiendo. Hacía
tan solo unos segundos, Kara había conseguido mantenerse tranquila y
estática delante de aquel ángel; femenino, mutilado y arrodillado.
Pero, finalmente, su miedo se había sobrepuesto al asombro. Las
sensaciones de peligro e incertidumbre la obligaron a emprender una
huida angustiosa para alejarse todo lo posible de aquel ser, cuya
existencia creía imposible.
jueves, 5 de diciembre de 2013
Zona en obras (Tercera parte)
―¿Esto es una broma pesada o
es que te has fumado algo? ―preguntó David, claramente enfadado
con su compañero―. Espero que tengas una buena explicación para
esto, porque la ambulancia que he llamado viene de camino.
jueves, 28 de noviembre de 2013
Nota del autor: "Historias con latido" cumple un año
¡Muy buenas, mis “latientes”!
El pasado 22 de noviembre este blog cumplió un año. Y para
celebrarlo, he preparado contenido especial para este jueves. Así
que, para que no os perdáis nada, aquí os detallo las novedades de
hoy:
- Imagen con latido: Tu protector para siempre.
- Nota del autor: Tarjeta con latido.
- Historia del Pecha Kucha Night: De regalo.
- Zona en obras (Segunda parte).
Espero que os gusten las novedades de esta semana y, como siempre,
muchas gracias a todos mis “latientes”.
¡Saludos!
Aio
Nota del autor: Tarjeta con latido
¡Muy buenas, mis "latientes"!
Hoy me gustaría compartir con vosotros el diseño de la tarjeta de "Historias con latido":
Esta tarjeta ha sido realizada por el diseñador Éduart. Si queréis conocer mejor su trabajo, podéis visitar su página de facebook:
¡Saludos, mis "latientes"! ¡Y gracias, Éduart!
Aio
Hoy me gustaría compartir con vosotros el diseño de la tarjeta de "Historias con latido":
Esta tarjeta ha sido realizada por el diseñador Éduart. Si queréis conocer mejor su trabajo, podéis visitar su página de facebook:
¡Saludos, mis "latientes"! ¡Y gracias, Éduart!
Aio
Historia del Pecha Kucha Night: De regalo
[Esta historia la relaté en el evento Pecha Kucha Night]
Aquella mañana, Leo se levantó de la cama,
dispuesto a afrontar un nuevo día. Pero sin querer, se tropezó y su
corazón se cayó al suelo. “¿Cómo es posible?”, se preguntó.
“Mi corazón se ha roto. Anoche estaba bien y hoy de pronto está
hecho pedazos. ¿Qué voy a hacer ahora con él? Nadie querrá un
corazón que está roto”, pensó, preocupado.
Zona en obras (Segunda parte)
“Creo que ha llegado el momento
de hablar”. Esa había sido la frase que le había dicho su novio
hacía una media hora. Era tarde y Kara iba sentada en el autobús de
vuelta a casa. Disimulaba las lágrimas con un pañuelo de papel que,
de vez en cuando, se acercaba a los ojos encharcados. Aquella maldita
frase retumbaba una y otra vez dentro de su cabeza y su eco le
taladraba el corazón derramando en su interior toda la pena que le
oprimía el pecho y le estrechaba la garganta. “Creo que ha llegado
el momento de hablar”, aquellas terribles palabras la perseguían
como una maldición asfixiante que estuviese haciéndole compañía
en el asiento de al lado.
jueves, 21 de noviembre de 2013
Zona en obras (Primera parte)
―¿Has oído ese ruido?
―preguntó Claude, acercándose el walkie-talkie a la boca, cuando
ya iba por la mitad de su ronda nocturna en la zona en obras.
jueves, 14 de noviembre de 2013
Huida en coche
―¡Bájese del coche de una
maldita vez! ―ordenó la agente de policía a voz en grito―. No
pienso repetírselo. ¡Obedezca!
jueves, 7 de noviembre de 2013
Cárcel de escombros
―¿Estáis todos bien?
―preguntó Cliff, alumbrando con la luz del teléfono móvil en
todas direcciones―. ¿Hay algún herido?
jueves, 31 de octubre de 2013
El río de las almas
Sus cansados ojos reflejaban el
espectáculo luminoso que se desarrollaba ante ellos. Desde la
infancia de Míjael, sus padres lo habían enseñado a apreciar la
belleza de aquel fenómeno y a no tenerle miedo. Fue cuando ya había
superado la adolescencia cuando su padre y su madre lo sentaron en el
sillón grande del salón y le explicaron la auténtica y macabra
naturaleza de aquel raro suceso, localizado delante de su domicilio.
Y fue mucho más tarde, cuando Míjael se había convertido en
huérfano primero y en adulto luego, cuando supo apreciar cada uno de
los segundos de aquella maravilla que fluía constantemente delante
de su cabaña.
jueves, 24 de octubre de 2013
El monstruo
La puerta se agitaba dentro del
marco como si de un momento a otro fuesen a saltar las bisagras por
el aire. El monstruo golpeaba la madera una y otra vez. Estaba
decidido a abrirse paso a la fuerza, aunque para ello tuviese de
dejarse la piel de los nudillos contra la madera barnizada. Golpe
tras otro, arremetida tras arremetida, la puerta resistió cada uno
de los ataques con una asombrosa resistencia que, sin embargo,
disminuía un poco más con cada sacudida. Las grietas aparecieron
para marcar los puntos débiles y las astillas indicaban que la
madera pronto cedería. Nuevos golpes llegaron luego, y nuevas
heridas se abrieron en la superficie. Dentro de unos pocos segundos
nada se interpondría entre la bestia y sus víctimas. Madre una,
hija la otra, pero ambas sollozantes y asustadas.
jueves, 17 de octubre de 2013
Psicoanálisis
―¡Ah! ¡Buenas, doctor! Veo que por fin ha vuelto en sí. Pues me deja mucho más tranquilo. Pensaba que me había pasado y le había dado demasiado fuerte.
jueves, 10 de octubre de 2013
Culpa
Contempló la pastilla durante
unos segundos. No pudo evitar que su mente buceara en el doloroso
recuerdo que le encogía el corazón y le anudaba la garganta. Tan
pronto volvió en sí, se lanzó la pastilla dentro de la boca y la
obligó a bajar por la garganta a base de grandes y sonoros tragos de
agua. Pasó su mano por el rostro y se dio cuenta de que todavía
estaba temblando. Zack tomó aire con calma para relajarse y permitir
que el tranquilizante fuese haciendo su efecto. Apagó la luz de la
mesita de noche y se acomodó entre las sábanas de la cama. Un
profundo suspiro supuso el inicio de una noche que Zack esperaba
pasar a base de fármacos.
jueves, 3 de octubre de 2013
Vueltas en círculo y callejones sin salida
―¿Y cuánto tiempo llevas
aquí?
Para atajar el frío, Alain dio
palmas con las manos dentro de sus manoplas y luego dedicó unos
segundos a contar los meses mentalmente.
jueves, 26 de septiembre de 2013
Andares
―Pórtate bien, Sebas ―le
recomendó el agente de policía Hodghe―. Intenta por una vez en tu
vida aguantar un día entero sin meterte en un lío, ¿quieres?
jueves, 19 de septiembre de 2013
Todo bien
¿Qué se supone que tengo que decir ahora? ¿Que soy feliz? ¿Que la
he olvidado? ¿Que soy capaz de recomponer los pedazos de mi vida con
alguien diferente? ¿Eso es acaso lo que se supone que tengo que
decir?
jueves, 12 de septiembre de 2013
Olas de tormenta
El sobrecogedor ronquido del mar
retumbaba por las altas paredes desnudas del escarpado acantilado.
Las olas arremetían con toda su rabia contra las rocas de la costa y
las arrancaba de su reposo pétreo, para arrastrarlas luego hacia las
profundidades oscuras. La alfombra de piedras rodantes traqueteaba,
mientras la espuma del mar las engullía, entonando un canto de
chasquidos secos, una petición de auxilio para que alguien o algo
las salvase de ser hundidas y olvidadas en las fosas insondables de
la tierra. Pero nada ni nadie podía librarlas ya del incontenible
arrastre de la cólera de la marea.
jueves, 5 de septiembre de 2013
Visiones
―¿Quiere patatas fritas con la
hamburguesa?
La joven del establecimiento de
comida rápida se quedó mirando a Elías con gesto interrogativo. El
silencio estaba durando más de lo esperado.
jueves, 29 de agosto de 2013
Lágrimas de sueño (Tercera y última parte)
“Though we leave this world apart, I still went peacefully,
quietly, with you still firmly... in my heart”. (Finality – Woods
of Ypres)
El bebé del vecino de al lado no
dejaba de llorar. Leo supuso que el estruendo del disparo lo había
despertado, aunque en realidad el llanto del pequeño no era lo que
preocupaba a Leo. Lo que le puso más nervioso fue oír cómo sus
padres hablaban por teléfono con la policía, informando de que
habían escuchado el ruido de un disparo en el piso de al lado.
jueves, 22 de agosto de 2013
Lágrimas de sueño (Segunda parte)
“The choice was mine, to long for a time that will never come”.
(Finality – Woods of Ypres)
―Estuve con ella, Matt ―Leo
perdió la vista momentáneamente en el infinito, sin dejar de
apuntar con el arma a la cabeza de Matt―. Estuve con Nerea... otra
vez.
jueves, 15 de agosto de 2013
Lágrimas de sueño (Primera parte)
“We didn´t spend our life together, and I will miss you
forever”. (Finality – Woods of Ypres)
―Ah, hola. Eres tú. No te
esperaba a estas horas ―Matt quitó la cadena de la puerta para
dejar entrar a Leo―. De hecho, no te esperaba hasta dentro de dos
semanas. Pero bueno... Pasa, hombre, pasa ―dijo, mientras le daba
unas palmaditas, sobre la chaqueta mojada, cuando pasó a su lado.
jueves, 8 de agosto de 2013
El lado positivo
Frío, afilado y desangelado acero quirúrgico. Eso era todo cuanto
Dennis pudo ver sobre la mesita de metal que tenía al lado. Lentamente, fue despertando de su sueño sobre la camilla, y
la imagen del pulido instrumental se fue definiendo. Trató de
llevarse las manos a la cara para desperezarse, pero algo se lo
impidió. El corazón se le aceleró cuando bajó la mirada y se dio
cuenta de que estaba desnudo y atado de pies y manos con correas.
Tiró fuertemente de las de sus muñecas, pero no fue capaz de
liberarse de ellas. Estaba fuertemente atado a aquella helada camilla
cromada. Echó un vistazo alrededor. Con incredulidad, mantuvo la
mirada fija en la amplia pared que tenía más allá de sus pies
descalzos. Aquella superficie estaba completamente cubierta de varias
filas de compuertas metálicas, herméticas y rectangulares. Todas
estaban cerradas, todas salvo una.
jueves, 1 de agosto de 2013
Desobediencia
Todo está negro. Pero no es una habitación sin luz. Tampoco se trata
de una calle sin farolas. Ni siquiera se puede decir que sea la
profundidad más honda del mar en una noche sin luna. Todo está
mucho más oscuro, y mucho más callado.
jueves, 25 de julio de 2013
Sola
La bestia parpadeaba con
debilidad. Su pupila alargada se había dilatado al máximo para
aprovechar la escasa luz que llegaba a la explanada situada a los
pies del castillo. El cielo nocturno y nublado bloqueaba por completo
la luz lunar, tan solo el brillo anaranjado y lejano del castillo en
llamas movía las sombras de los difuntos sembrados en el campo de
batalla. Lanzas, espadas y flechas, clavadas en carne sanguinolenta,
se alzaban al cielo y marcaban la tumba de cada guerrero, formando un
bosque de metal ensangrentado, empuñaduras desgastadas y astas de
lanzas partidas y astilladas. Y en medio de la barbarie, el dragón,
firmemente apoyado sobre sus cuatro patas.
jueves, 18 de julio de 2013
El manantial (Quinta y última parte)
El metal aún estaba caliente
cuando Váral apretó el cañón de su arma contra la cabeza de Abbi.
―¿Cuántos sois? ―le gritó―.
¡Responde!
jueves, 11 de julio de 2013
Otro día en mi cabeza
[Esta historia está inspirada en la canción Another Day In My Head del grupo Peepall. Podéis escuchar su último disco, Freneza, en el siguiente enlace: http://peepall.bandcamp.com/album/freneza]
El roce áspero de la cuerda le hacía daño en las muñecas y en los
tobillos, pero Priscila seguía esforzándose para liberarse de sus
ataduras. Aquel psicópata la había amordazado y le había atado los
pies a las patas de la silla, y las manos, al respaldo. El asiento
estaba fabricado con resistentes piezas de madera, pero Priscila no
dejaba de tirar de todas sus extremidades para soltarse, a pesar de
que su sangre ya empapaba las hebras del trenzado de la cuerda. Su
mirada estaba clavada en el culpable de su tormento, dormido
plácidamente en la cama que tenía delante. La realidad se deformaba
por las lágrimas que nublaban su mirada, pero aun así, Priscila no
dejaba de vigilar el descanso de su secuestrador, mientras contenía
los sollozos en las profundidades de su garganta. No debía hacer
ruido, pero tenía que seguir intentando escapar. Ya había
amanecido, y el durmiente había comenzado a revolverse entre las
sábanas. Estaba teniendo un mal sueño y pronto despertaría.
El manantial (Cuarta parte)
El soldado Váral se asomó
rápidamente por encima de la roca y apuntó con el fusil hacia el
camión. A su nariz llegó el olor de la carne sanguinolenta de los
pedazos desperdigados del camello, secándose al sol. A Váral
todavía le costaba creer que acababa de estar justo al lado del
causante de la emboscada. Apretó los labios, resignado por haber
perdido la ocasión perfecta de haber acabado con él. Con la mirada,
buscó a Kouric y lo encontró acercándose a su posición con el
arma dirigida constantemente hacia la parte trasera del camión.
Váral le hizo señas con la mano y le indicó que rodeara el camión
por delante y que se acercara por el otro lado. Así, atacarían
desde dos flancos. Por su parte, Rakku y Lailo se aproximaban al
camión por la parte delantera, pero Váral les ordenó con otras
señas que se detuvieran y que siguieran vigilando la zona. Váral no
las tenía todas consigo, pues no estaba seguro de si podría haber
más atacantes apostados cerca. Quizás, el crío escondido en el
camión tan solo se trataba de un cebo para una trampa mucho peor.
Con expresión de asco, Váral apartó con el dorso de la mano un
amasijo de pelo y sangre de camello que había caído sobre su hombro
en el momento de la explosión. Paso a paso, iba afianzando sus botas
en la tierra mientras no perdía detalle de lo que veía más allá
de la mira de su arma. Asintió satisfecho cuando el conductor del
camión hizo una señal con la cabeza para hacerle entender que se
encontraba bien. Presa del pánico, no había sido capaz de bajarse
del vehículo para protegerse de la detonación del camello. Miró a
través del parabrisas salpicado de rojo y observó cómo sus
compañeros se desplegaban según las órdenes de Váral. Este le
indicó con la mano que se bajase y que se mantuviese en la
retaguardia, justo detrás del último todoterreno, donde el soldado
Denko vigilaba la subida del camino. Obedeció, bajándose con sumo
cuidado y marchando de espaldas, sin perder nunca de vista la parte
de carga del camión. Con paso presuroso, se dirigió a la cuneta del
camino y, rodilla en tierra, cubrió junto a Denko al grupo desde
allí.
jueves, 4 de julio de 2013
Muerte cerebral
[Esta historia está inspirada en la canción Brain Death del grupo Peepall. Podéis escuchar su último disco, Freneza, en el siguiente enlace: http://peepall.bandcamp.com/album/freneza]
Por fin, el teléfono había dejado de sonar. Después de una
milésima de segundo de calma, el pitido del contestador automático
saltó, y el repentino sonido apenas tuvo espacio suficiente para
propagarse dentro de la angosta habitación de Indie. La voz de
Esperanza empezó a escucharse por el altavoz.
El manantial (Tercera parte)
―¿Te has vuelto loco? ―le
preguntó el soldado de la picazón en la cabeza, que salió a su
paso y lo obligó a detenerse―. ¿Qué vas a hacer con esa granada?
¿Es que quieres que todo el mundo se entere de que estamos aquí?
jueves, 27 de junio de 2013
El manantial (Segunda parte)
“No debería estar aquí. Están demasiado cerca, seguro que me
encuentran. Van a matarme y no voy a poder hacer nada”, pensó
Abbi, después de que el miedo lo hubiese dejado paralizado detrás
de la roca. Esos y otros pensamientos nefastos cruzaron su mente
mientras el convoy pasaba despacio justo por delante de su posición.
Se apretó todo cuanto pudo contra la tierra de detrás de la piedra
que lo ocultaba, como si intentara fundirse con cada grano de arena
que se le pegaba a la ropa sudada. El ruido de los motores se volvió
insoportable para sus oídos y el corazón se le aceleró como si
estuviese escuchando los rugidos de una manada de leones hambrientos
y sanguinarios. Pero a pesar de que aquel sonido resultaba
intimidatorio, el despiadado rugido mecánico fue disminuyendo de
intensidad conforme los vehículos militares frenaban la marcha
gradualmente hasta detenerse ante el cadáver del camello.
jueves, 20 de junio de 2013
El manantial (Primera parte)
El intenso calor resultaba agobiante y hacía creer que incluso el
oxígeno se evaporaba lentamente y desaparecía del aire caldeado.
Abbi respiraba, pero no sentía que llenase sus pulmones de aire.
Para él, tan solo era calor ardiente entrando por su nariz y
resecando su garganta. Entornó los ojos. Los rayos del sol caían
verticales sin que ninguna nube se atreviera a interponerse en su
camino. La tierra suelta de aquella montaña del desierto absorbía
cada grado de temperatura y lo escupía de vuelta al cielo azul,
creando la ilusión de una cortina de calor que derretía eternamente
el lejano horizonte de la cordillera. Abbi enjugó las pocas gotas de
sudor que pudieron escapar por debajo del sucio turbante que lo
protegía del calor. Tomó todo el aire que pudo, y acomodó su
posición una vez más, con extremo cuidado. Llevaba toda la mañana
esperando, y empezaba a dolerle todo el cuerpo. Movió la áspera
lengua dentro de su boca para librase momentáneamente del mal sabor
que tenía desde el amanecer. Ya hacía unos minutos que la saliva se
le había convertido en una pasta blanca y espesa que terminaba de
secarse en las comisuras de sus labios agrietados y despellejados.
Pero Abbi aguantaba con estoicismo todas las incomodidades y seguía
aguardando en su posición, sin apenas moverse. Debía permanecer lo
más quieto posible. No debía levantar ninguna nube de polvo que
delatara su escondite. Pronto llegarían.
jueves, 13 de junio de 2013
Sublime
La penumbra bañaba la habitación, decorada con prendas de ropa por
el suelo. La cortina se mecía suavemente, dejando que la luna
curioseara por la ventana. La brisa de la noche, fresca y húmeda,
erizaba la piel de las dos sombras que se enredaban entre las
sábanas.
Allí, las dos se envolvían entre sí, una sobre otra, en un baile sublime, en
una danza al son de gemidos; cada vez más rápida, cada vez más
fuerte. Pasión y sudor hasta el fin inevitable. Y las dos sombras se
volvieron una sola. Y las dos sombras se dijeron “te quiero” al
oído.
El vientre de Eva
―Disculpen el retraso.
El doctor pasó raudo al lado de
la mesa de roble de su despacho. La bata blanca se mecía a su
espalda tratando de seguir el ritmo de sus pasos apresurados. Se
sentó en su elegante silla de cuero negro sin apartar la vista de la
tableta digital que llevaba en las manos. Un par de toques con el
dedo índice y apartó el aparato a un lado de la mesa. Luego, cruzó
las manos y miró directamente a la pareja que estaba sentada delante
de él.
jueves, 6 de junio de 2013
Hijo
Mi corazón bombea sangre por todo mi cuerpo. Sangre roja y
contundente que no me pertenece, sino que es la mezcla de
generaciones que se pierden en las brumas del tiempo pasado. Siento cómo
fluye por mí: sangre, tiempo, fuerza..., las experiencias de
parientes perdidos, las vivencias de personas que nunca llegué a
conocer, las vidas de antepasados que vivieron, amaron, lucharon y
desaparecieron. Son parte de mí, soy su producto, soy el último
eslabón de una cadena anclada en muchas paredes.
miércoles, 29 de mayo de 2013
Hora de dormir
Llovía como si la creación entera fuese a morir ahogada por el
llanto desconsolado de los nubarrones escondidos en el cielo
nocturno. Claudia se acercó al cristal y contempló cómo se
empezaban a formar charcos en la acera. Las grandes gotas de lluvia
caían una detrás de otra, salpicando agua por todas partes. Ya era
de madrugada, y no se veía a nadie en la calle. El lugar estaba
desierto y húmedo, frío y mojado. Solo había lluvia helada, luces
parpadeantes de farolas y ruido constante de chapoteo incontrolable.
jueves, 23 de mayo de 2013
Las cuatro insidiosas: Muerte
—Esos ojos... Esos
macabros ojos negros... No me los quita de encima ni un segundo. ¿Os
habéis fijado?
jueves, 16 de mayo de 2013
Por favor
Por favor, sácame de aquí. Por favor, sácame de aquí. Por favor,
llévame lejos, donde deje de sangrar, donde deje de llorar, donde
deje de recordar. El aire me asfixia, no respiro. ¿Por qué? Los
demás me miran y no comprenden. Me oyen y se aburren. Me preguntan y
se cansan. Nadie comparte mi carga incomprensible. Nadie comprende mi
puzle y continúa desarmado. Demasiadas piezas, demasiado diferentes.
Formas imposibles. No encajan, no hay figura, no hay forma, no hay
contenido, no hay fin. Solo piezas que no dejan de venir y que no
encajan. Lluvia de pedazos de una vida que no conduce a ninguna
parte. Una carretera cortada por una abrupta sima de insondable
oscuridad. Caigo. Agito los brazos y nadie me tiende la mano, no la mano que necesito. Se
cansan, se aburren, no me entienden, no me ayudan. Solo, caigo y me
regodeo en mi caída, en mi soledad, en mi dolor. ¿Soy especial
porque sufro? Mentira. ¿Soy raro porque aún me duele? ¿Soy iluso
porque siento lo que no sienten, no entienden, no
comprenden, se aburren, se cansan, me dejan?
jueves, 9 de mayo de 2013
Las cuatro insidiosas: Rabia
—Otra vez esos ojos... esos horribles ojos rojos mirándome
fijamente.
—Vale... —dijo Lena,
resignada. Luego, suspiró, colocó la mano en la rodilla de su
hermana y asintió con la cabeza mientras apretaba los dientes—.
Entonces, resulta que esa niña que ves también tiene los ojos
rojos, ¿no?
jueves, 2 de mayo de 2013
Las cuatro insidiosas: Calamidad
“Otra vez esos ojos... esos extraños ojos amarillos mirándome
fijamente”. Denisse se acomodó en el asiento de plástico y dejó
de mirar a aquella niña de mirada áurea, sentada justo enfrente de
ella. Bajó la mirada al suelo y deseó con todas sus fuerzas que los
otros tres chicos que estaban en la sala de espera no se hubieran
dado cuenta de que había estado mirando fijamente a una silla. Para
ellos, el asiento en cuestión estaba vacío, pero, para los ojos de
Denisse, estaba ocupado por una chiquilla que no le quitaba los ojos
de encima.
jueves, 25 de abril de 2013
Las cuatro insidiosas: Pesadilla
“Otra vez esos ojos... esos dichosos ojos verdes mirándome
fijamente”. A tientas, palpó la pared de su derecha hasta que
consiguió darle al interruptor para encender la luz de su
habitación. Allí dentro estaba la pequeña una noche más, sentada
al borde del colchón y con sus refulgentes ojos verdes clavados en
él. Hacía dos días que no aparecía, y ya pensaba que se había
librado de ella, pero una vez más volvía a tener delante de él a
aquella maléfica niña, cuyos pies todavía no alcanzaban a tocar la
moqueta del suelo.
jueves, 18 de abril de 2013
Encadenado al pasado
“I´ve never betrayed your trust
I´ve never betrayed your faith
I´ll never forsake your heart
I´ll never forget your face”
[Fragmento de la letra de “Untouchable, Part I”, del grupo
“Anathema”. Esta historia se me ocurrió gracias a esa canción]
“Aquí yace mi antiguo yo”, pensó después de suspirar
profundamente mientras la lluvia caía sin contemplaciones sobre su
cabeza. El agua que recorría sus mejillas se confundía con las
tímidas lágrimas que manaban de sus ojos. Con desgana, movió en el
aire el pequeño ramo de flores blancas que sostenía. Se dio cuenta
de lo estúpido que había sido traer flores, y las tiró a un lado
sobre el encharcado césped del cementerio.
jueves, 11 de abril de 2013
Error
Otra fría y gris
mañana de una vida que no conduce a ninguna parte. Desde el espejo,
el reflejo de su soledad le devolvía su triste mirada. Con gesto
confuso y cansado, se contempló un largo rato mientras en su mente
se repetía las mismas preguntas de todos los días: ¿qué me ha
pasado?, ¿por qué ya todo me da igual?, ¿dónde está la ilusión
que me falta?, ¿dónde está la persona que encienda mis ánimos?...
¿Dónde está ella?
jueves, 4 de abril de 2013
Plegaria
Apretó fuertemente una mano contra la otra, apoyó los codos sobre el respaldo de madera del banco de delante y agachó la cabeza. Su dios lo observaba atentamente sentado desde su trono; sereno, impasible, ajeno a las penurias de aquel humano malherido que se arrodillaba ante su estatua para suplicarle un poco más de fuerzas.
jueves, 28 de marzo de 2013
Mariposas en las paredes (Epílogo)
Roque colocó los brazos en jarra y contempló la enorme mancha de sangre en la pared. Acongojado, se colocó mejor la gorra y se pasó la mano por la boca. Le parecía increíble que toda la superficie estuviese decorada con la sangre del muchacho. Rápidamente, lanzó una fugaz mirada a la puerta de entrada y se aseguró de que su joven compañero seguía sentado fuera en los escalones del porche. Allí fuera, el chico uniformado de azul sostenía su rostro entre las manos. Era imposible que viera lo que Roque estaba haciendo dentro, de modo que este aprovechó la ocasión para santiguarse y salir raudo de la casa de las mariposas. Cuando pasó por debajo de la cinta de plástico que acordonaba la entrada, aminoró el paso. Dejó que el frío aire de la madrugara entrara por su nariz y refrescara sus pulmones, viciados con el denso olor a sangre fresca. Perdió la mirada en el horizonte de delante, donde las luces de la ciudad titilaban en la lejanía. Un poco más cerca, las luces parpadeantes de las ambulancias se alejaban camino del hospital. El recuento final había sido una chica herida, y dos cadáveres para el depósito. Roque suspiró de nuevo y, durante un instante, reflexionó sobre su trabajo, sobre cómo no dejaba de sorprenderle cada noche que pasaba, a pesar de sus ya veintitrés años de servicio. Fijó la mirada en su compañero, que se esforzaba desmesuradamente en ocultar sus lágrimas. Aquel chaval solo llevaba unas semanas en el cuerpo. Roque se situó a su altura, se agachó y colocó la mano sobre su hombro en un gesto de compasión.
jueves, 21 de marzo de 2013
Mariposas en las paredes (Séptima y última parte)
Lo que Fran estaba viendo lo dejó sin aliento.
De los ojos de Nórah no dejaban de caer grandes lágrimas, y con su mirada clamaba auxilio de una forma tan desesperada como silenciosa. Algo le retorcía la boca para esbozar una sonrisa forzada dirigida a su novio, quien tampoco fue capaz de articular palabra alguna. Se fijó en sus ojos y comprendió que Nórah seguía allí, dentro de su cuerpo, y la muchacha trataba de expulsar algo extraño de su interior a través de un vertido constante de lágrimas.
De los ojos de Nórah no dejaban de caer grandes lágrimas, y con su mirada clamaba auxilio de una forma tan desesperada como silenciosa. Algo le retorcía la boca para esbozar una sonrisa forzada dirigida a su novio, quien tampoco fue capaz de articular palabra alguna. Se fijó en sus ojos y comprendió que Nórah seguía allí, dentro de su cuerpo, y la muchacha trataba de expulsar algo extraño de su interior a través de un vertido constante de lágrimas.
jueves, 14 de marzo de 2013
Mariposas en las paredes (Sexta parte)
Percibía claramente los latidos de su corazón, fuertes y apresurados. Notaba sus sacudidas tras los tímpanos, y también justo debajo de la garganta, que cada se estrechaba más y más dificultándole la tarea de tragar la poca saliva que le quedaba. Un súbito temblor casi le hizo perder el control de su rodilla cuando terminó de subir el último escalón, pero Fran mantuvo el equilibrio e iluminó la pared del fondo del pasillo que se extendía a su derecha. A la izquierda, encontró un marco astillado y descolorido donde antes había estado colocada una puerta de madera, ahora desaparecida.
jueves, 7 de marzo de 2013
Mariposas en las paredes (Quinta parte)
Sostenía la videocámara entre sus manos, mientras movía continuamente los dedos para que ningún pedazo de la carcasa de plástico se escabullera entre sus dedos. El aparato estaba hecho pedazos, pero aun así la agrietada pantalla estaba mostrando el vídeo de Nórah. Fran se limpió un hilo de sangre de la mejilla acercándose el hombro al rostro, tomó aire y no perdió ni un solo detalle de lo que estaba viendo.
jueves, 28 de febrero de 2013
Mariposas en las paredes (Cuarta parte)
Cada uno de los peldaños de madera crujía cuando Fran apoyaba la punta de sus botas. Percibía que el ambiente se enralecía conforme descendía por la escalera. El aire estancado del sótano olía a humedad y a polvo. Su acelerado corazón le hacía temblar el pulso y, con él, la luz de la linterna que iluminaba cada uno de sus pasos. Se acomodó la mochila de Nórah en la espalda, suspiró sin hacer demasiado ruido y, esta vez, consiguió dominar su cobardía y no miró atrás. Sabía perfectamente que el coche ya no estaba al alcance de su vista.
jueves, 21 de febrero de 2013
Mariposas en las paredes (Tercera parte)
—Nórah, venga ya. ¿Tan grande es la casa esa que te has perdido ahí dentro? ¿Dónde te has metido?
Pero ella seguía sin responder. Fran tragó en seco y contempló, justo a un paso de distancia, la agrietada puerta de entrada. Había decidido salir del coche y acercarse a la vivienda abandonada para asegurarse de que el alcance de la radio era suficiente. Sabía que era una idea absurda, fruto de su creciente temor, pues hacía más de una hora que se había puesto en contacto con ella por radio, y desde mayor distancia.
Pero ella seguía sin responder. Fran tragó en seco y contempló, justo a un paso de distancia, la agrietada puerta de entrada. Había decidido salir del coche y acercarse a la vivienda abandonada para asegurarse de que el alcance de la radio era suficiente. Sabía que era una idea absurda, fruto de su creciente temor, pues hacía más de una hora que se había puesto en contacto con ella por radio, y desde mayor distancia.
jueves, 14 de febrero de 2013
Mariposas en las paredes (Segunda parte)
Aquel zombi se acercaba despacio mientras gemía con la boca abierta. La mandíbula inferior le colgaba de un delgado trozo de carne, y la criatura alzaba las manos mutiladas para atrapar a Fran por la espalda. Los sonidos guturales lo alertaron, y Fran se dio media vuelta justo a tiempo para moverse hacia un lado y esquivar el zarpazo del muerto viviente. Inmediatamente, fue a refugiarse a la esquina más próxima y recargó la metralleta. Sin mayor dilación, apretó el gatillo y contempló cómo la cabeza del zombi desaparecía tras una nube de sangre. El sonido, como el de un melón que revienta, resultó sorprendentemente gratificante. Sin embargo, la alegría duró poco, pues no se había percatado de que justo a su lado había un ventanal por el que asomaban otros tres cadáveres andantes. Fran intentó alejarse de ellos por el pasillo, pero una horda hambrienta se acercaba por ese corredor. Se le ocurrió retroceder, pero, tan pronto se giró, se encontró con otro zombi más, abalanzándose sobre él. Abrió fuego, pero no dispuso del tiempo necesario para apuntar bien. El zombi se le echó encima y la pantalla se llenó de sangre.
jueves, 7 de febrero de 2013
Mariposas en las paredes (Primera parte)
—Prueba de sonido... Uno... Dos... Tres... Probando —Nórah sopló unas cuantas veces sobre el micrófono, que bajaba hasta la comisura de sus labios desde el auricular derecho—. ¿Me oyes bien?
jueves, 31 de enero de 2013
El último beso
Solicio atravesó bruscamente el umbral de la puerta y no perdió ni una milésima de segundo para cerrar la puerta a su espalda. Le faltaba el aliento, había estado corriendo demasiado tiempo, y había recorrido una distancia tremenda hasta que había encontrado aquella cabaña desvencijada, que a simple vista parecía abandonada.
jueves, 24 de enero de 2013
La mordélula
Notaba su presencia dentro de su cuerpo. Estaba seguro de que aquel minúsculo y malvado ser existía y habitaba en su interior. Pero, a pesar de su certeza inamovible, nunca lo había visto, jamás lo había oído, y ni siquiera sabía que era posible que existiese bestia parecida.
jueves, 17 de enero de 2013
Ego
―Dispara cuando quieras. Me las sé todas.
Kay se mecía en la silla con aires despreocupados. Tenía una sonrisa bobalicona incrustada en la boca y mantenía la vista clavada en Patrick, sentado frente a él. A su alrededor no había nadie más, tan solo ellos y la mesa de aluminio a la que estaban sentados. Patrick pasó algunas páginas de su informe mientras jugueteaba nervioso con el botón del bolígrafo.
Kay se mecía en la silla con aires despreocupados. Tenía una sonrisa bobalicona incrustada en la boca y mantenía la vista clavada en Patrick, sentado frente a él. A su alrededor no había nadie más, tan solo ellos y la mesa de aluminio a la que estaban sentados. Patrick pasó algunas páginas de su informe mientras jugueteaba nervioso con el botón del bolígrafo.
jueves, 10 de enero de 2013
La nueva camisa de Marcos
—Así que ahora vives aquí. No está mal. Un poco oscuro, pero es acogedor.
—¿Qué quieres?
—¿Qué quieres?
jueves, 3 de enero de 2013
Ingravidez
El mundo tiene un orden. Todo sigue un proceso. El sol sale por oriente y se pone por occidente. La luna atrae las aguas y genera las mareas. Las estaciones del año se suceden una tras otra y avisan a los árboles de cuándo perder sus hojas o cuándo deben dar sus frutos. Todo tiene un orden. Todo sigue un proceso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)