―¿Pretende que entre ahí solo
con esa criatura? ―se quejó Pragun, de espaldas a la entrada de la
gruta. Algunos soldados comenzaron a aproximarse a su alrededor, con
las manos preparadas en las empuñaduras de las espadas. De reojo, el
escriba vio que cada vez los tenía más cerca y rebajó el tono de
su queja―. Escuche, capitán, comprendo que el ancestral código de
su orden es tajante en lo concerniente a respetar la última voluntad
de sus enemigos derrotados, pero... pero yo... Esto... ―Pragun
resopló y señaló insistentemente hacia la oscuridad de la cueva―.
Esa cosa de ahí podrá comerme de una sola dentellada si alguien no
me acompaña con su acero.
El capitán alzó ligeramente la
mano y los suyos dejaron de acercarse al escriba.
―El dragón pidió solamente un
escriba, y solo un escriba tendrá ―comenzó el capitán,
avanzando paso a paso hacia Pragun― . Ese fue su deseo, y así ha
de respetarse. Verás, escriba, tal y como yo lo veo, tienes tres
opciones en este mismo instante. Puedes entrar en esa cueva, y,
desde luego, esa bestia puede devorarte. O puedes quedarte aquí fuera
con mis muchachos, para que se diviertan rajando ese cuerpecito
sonrosado que escondes debajo de tu túnica raída.
Pragun tragó saliva en seco y
tuvo que bajar la mirada al llegar el rostro del capitán a un palmo
del suyo.
―¿Y la tercera opción...?
―quiso saber.
El capitán extrajo una de las
antorchadas clavadas en la tierra y se la entregó bruscamente al
escriba.
―Dejar de hacerme perder el
tiempo, entrar ahí dentro y hacer lo que te pido ―en silencio, el
escriba asintió y su mano temblorosa sujetó el leño ardiente―. Y
apresúrate, escriba. No le queda mucho tiempo al monstruo. Lo
encontrarás si sigues la sangre.
De tal modo, el escriba emprendió
su viaje a las sombras de la gruta al tiempo que sus sandalias
chapoteaban en la sangre que fluía desde la entrada. A su espalda,
notó las miradas de los soldados clavadas en su nuca, ansiosos de
que este diera media vuelta para poder desatar una lluvia de filos
cortantes sobre él. El asustado escriba no tuvo más remedio que
continuar avanzando, sin siquiera atreverse a girar la cabeza para no
dar ninguna excusa a los asesinos que se mezclaban entre las filas de
la orden del trigo. Las piernas le temblaban y se mentalizó para
saborear los que creía que serían los últimos momentos de su vida.
Sorteó un pequeño resbalón apoyándose en la húmeda piedra de uno
de los lados de la entrada. Iluminó delante y pudo ver que el camino
ascendía. Ya había dejado la entrada atrás y comenzaba a subir
ayudándose de su mano libre para agarrarse de las piedras de la
pendiente. El frío de la noche y la humedad de la gruta contrastaban
con la tibia sensación pegajosa de la sangre que comenzaba a empapar
su túnica y pringar sus manos.
La corriente de aire que salía
de la cueva agitaba el pelo corto de su cabeza. En aquel instante,
Pragun no le dio importancia al hecho de que el aire estuviese
templado, y continuó subiendo por el camino ensangrentado. Fue
cuando llegó a la cima cuando se dio cuenta de que el viento que
mecía su cabello en un vaivén no era una corriente de aire
cualquiera, sino el aliento de la bestia que tomaba las últimas
bocanadas de aire. Pragun extendió el brazo e iluminó delante. La
zona era llana ahora, pero había una formación de rocas en fila que
debía sortear para poder continuar. Se acomodó la bolsa de
pergaminos en la espalda y se dispuso a pasar por encima de ellas
cuando, de pronto, las rocas cobraron vida, se elevaron ante su
mirada y se apartaron de su camino recogiéndose hacia un lado.
Pragun, impresionado ante semejante maravilla, se dio de espaldas con
la pared de la gruta y comprendió poco después que no se trataba de
rocas, sino de las escamas óseas de la cola del dragón. Pragun
tenía a la criatura justo delante.
Su enorme cuerpo descansaba sobre
una enorme roca plana cuya superficie agrietada era recorrida por una
multitud de riachuelos rojizos. Debajo de las placas óseas de la
cola, parecidas a rocas, las escamas tiernas inferiores presentaban
multitud de cortes y golpes. El escriba se quedó quieto, pegado a la
pared e incapaz de dar un paso más, temeroso de que un coletazo
fortuito aplastase su cuerpo contra la roca.
―¿Qué es esa tenue luz que
adivino detrás de mí? ―tronó la potente voz del dragón, cuyo
eco pareció repetirse eternamente en las inmensidades profundas que
se hundían más allá del lecho de piedra―. ¿Eres acaso tú, el
escriba?
Pragun asintió primero, y no
hubo respuesta del dragón después. Entonces, el escriba se percató
de que el paso era estrecho delante y la criatura no podía girar el
cuello lo suficiente para verlo.
―Ss... sí, sí ―contestó
con un grito desentonado y tembloroso―, soy yo. El escriba. El
escriba que tú... que usted... que solicitó..., señor―. “No me
mates”, rogó mentalmente Pragun.
El dragón suspiró profundamente
y expulsó una bocanada de aire que salió por la gruta como un
vendaval cálido. Pragun, aterrorizado al lado de la portentosa cola,
temía que las leyendas fuesen ciertas y lo carbonizara en un solo
segundo escupiendo una lengua de fuego. No obstante, tras el poderoso
suspiro, el dragón tosió violentamente y Pragun, por el sonido
encharcado que escuchó, adivinó que no estaba escupiendo fuego en
aquel momento, sino que estaba tosiendo sangre. Su propia sangre de
dragón.
―No temas, escriba, no pretendo
mal alguno para ti. Continúa caminando. Sitúate aquí, justo
delante de mi hocico, y cumple mi último deseo―. Pragun
reemprendió la marcha despacio y caminó al lado del vientre del
dragón, sin soltar la correa de su bolso y firmemente agarrado a la
antorcha que lo liberaba de la oscuridad imperante.
―Ven, escriba, ven conmigo.
Tenemos que hablar.
Pobre dragón... me duele solo de pensar en el daño que debió recibir por parte de los soldados...
ResponderEliminarUn gran trabajo, sí señor. Me está gustando mucho esta historia, además de que la temática de dragones me encanta, lo has ambientado muy bien :) ¡Enhorabuena!
¿No te has planteado hacer algún trabajo más largo? Tipo novela, aunque sea corta. Creo que tienes potencial. Y la experiencia de escribir una historia larga es muy interesante :)
¡Un abrazo y hasta la semana que viene! ^^
De nuevo, muchas gracias por tus comentarios, Carmen De Loma. Valoro mucho que a alguien tan creativo como tú le gusten mis historias. Ya he escrito alguna que otra historia algo más larga, que no he publicado en el blog. Y tienes razón, es una experiencia chula ver que has escrito toda una historia y creado una serie de personajes. Es genial.
EliminarComo siempre, ten por seguro que seguiré leyendo tus estupendas historias, Carmen De Loma.
Un abrazo muy fuerte.