jueves, 4 de diciembre de 2014

El testamento del dragón (Segunda parte de tres)

¿Pretende que entre ahí solo con esa criatura? ―se quejó Pragun, de espaldas a la entrada de la gruta. Algunos soldados comenzaron a aproximarse a su alrededor, con las manos preparadas en las empuñaduras de las espadas. De reojo, el escriba vio que cada vez los tenía más cerca y rebajó el tono de su queja―. Escuche, capitán, comprendo que el ancestral código de su orden es tajante en lo concerniente a respetar la última voluntad de sus enemigos derrotados, pero... pero yo... Esto... ―Pragun resopló y señaló insistentemente hacia la oscuridad de la cueva―. Esa cosa de ahí podrá comerme de una sola dentellada si alguien no me acompaña con su acero.


El capitán alzó ligeramente la mano y los suyos dejaron de acercarse al escriba.

El dragón pidió solamente un escriba, y solo un escriba tendrá ―comenzó el capitán, avanzando paso a paso hacia Pragun― . Ese fue su deseo, y así ha de respetarse. Verás, escriba, tal y como yo lo veo, tienes tres opciones en este mismo instante. Puedes entrar en esa cueva, y, desde luego, esa bestia puede devorarte. O puedes quedarte aquí fuera con mis muchachos, para que se diviertan rajando ese cuerpecito sonrosado que escondes debajo de tu túnica raída.

Pragun tragó saliva en seco y tuvo que bajar la mirada al llegar el rostro del capitán a un palmo del suyo.

¿Y la tercera opción...? ―quiso saber.

El capitán extrajo una de las antorchadas clavadas en la tierra y se la entregó bruscamente al escriba.

Dejar de hacerme perder el tiempo, entrar ahí dentro y hacer lo que te pido ―en silencio, el escriba asintió y su mano temblorosa sujetó el leño ardiente―. Y apresúrate, escriba. No le queda mucho tiempo al monstruo. Lo encontrarás si sigues la sangre.

De tal modo, el escriba emprendió su viaje a las sombras de la gruta al tiempo que sus sandalias chapoteaban en la sangre que fluía desde la entrada. A su espalda, notó las miradas de los soldados clavadas en su nuca, ansiosos de que este diera media vuelta para poder desatar una lluvia de filos cortantes sobre él. El asustado escriba no tuvo más remedio que continuar avanzando, sin siquiera atreverse a girar la cabeza para no dar ninguna excusa a los asesinos que se mezclaban entre las filas de la orden del trigo. Las piernas le temblaban y se mentalizó para saborear los que creía que serían los últimos momentos de su vida. Sorteó un pequeño resbalón apoyándose en la húmeda piedra de uno de los lados de la entrada. Iluminó delante y pudo ver que el camino ascendía. Ya había dejado la entrada atrás y comenzaba a subir ayudándose de su mano libre para agarrarse de las piedras de la pendiente. El frío de la noche y la humedad de la gruta contrastaban con la tibia sensación pegajosa de la sangre que comenzaba a empapar su túnica y pringar sus manos.

La corriente de aire que salía de la cueva agitaba el pelo corto de su cabeza. En aquel instante, Pragun no le dio importancia al hecho de que el aire estuviese templado, y continuó subiendo por el camino ensangrentado. Fue cuando llegó a la cima cuando se dio cuenta de que el viento que mecía su cabello en un vaivén no era una corriente de aire cualquiera, sino el aliento de la bestia que tomaba las últimas bocanadas de aire. Pragun extendió el brazo e iluminó delante. La zona era llana ahora, pero había una formación de rocas en fila que debía sortear para poder continuar. Se acomodó la bolsa de pergaminos en la espalda y se dispuso a pasar por encima de ellas cuando, de pronto, las rocas cobraron vida, se elevaron ante su mirada y se apartaron de su camino recogiéndose hacia un lado. Pragun, impresionado ante semejante maravilla, se dio de espaldas con la pared de la gruta y comprendió poco después que no se trataba de rocas, sino de las escamas óseas de la cola del dragón. Pragun tenía a la criatura justo delante.

Su enorme cuerpo descansaba sobre una enorme roca plana cuya superficie agrietada era recorrida por una multitud de riachuelos rojizos. Debajo de las placas óseas de la cola, parecidas a rocas, las escamas tiernas inferiores presentaban multitud de cortes y golpes. El escriba se quedó quieto, pegado a la pared e incapaz de dar un paso más, temeroso de que un coletazo fortuito aplastase su cuerpo contra la roca.

¿Qué es esa tenue luz que adivino detrás de mí? ―tronó la potente voz del dragón, cuyo eco pareció repetirse eternamente en las inmensidades profundas que se hundían más allá del lecho de piedra―. ¿Eres acaso tú, el escriba?

Pragun asintió primero, y no hubo respuesta del dragón después. Entonces, el escriba se percató de que el paso era estrecho delante y la criatura no podía girar el cuello lo suficiente para verlo.

Ss... sí, sí ―contestó con un grito desentonado y tembloroso―, soy yo. El escriba. El escriba que tú... que usted... que solicitó..., señor―. “No me mates”, rogó mentalmente Pragun.

El dragón suspiró profundamente y expulsó una bocanada de aire que salió por la gruta como un vendaval cálido. Pragun, aterrorizado al lado de la portentosa cola, temía que las leyendas fuesen ciertas y lo carbonizara en un solo segundo escupiendo una lengua de fuego. No obstante, tras el poderoso suspiro, el dragón tosió violentamente y Pragun, por el sonido encharcado que escuchó, adivinó que no estaba escupiendo fuego en aquel momento, sino que estaba tosiendo sangre. Su propia sangre de dragón.

No temas, escriba, no pretendo mal alguno para ti. Continúa caminando. Sitúate aquí, justo delante de mi hocico, y cumple mi último deseo―. Pragun reemprendió la marcha despacio y caminó al lado del vientre del dragón, sin soltar la correa de su bolso y firmemente agarrado a la antorcha que lo liberaba de la oscuridad imperante.

Ven, escriba, ven conmigo. Tenemos que hablar.

2 comentarios:

  1. Pobre dragón... me duele solo de pensar en el daño que debió recibir por parte de los soldados...
    Un gran trabajo, sí señor. Me está gustando mucho esta historia, además de que la temática de dragones me encanta, lo has ambientado muy bien :) ¡Enhorabuena!
    ¿No te has planteado hacer algún trabajo más largo? Tipo novela, aunque sea corta. Creo que tienes potencial. Y la experiencia de escribir una historia larga es muy interesante :)
    ¡Un abrazo y hasta la semana que viene! ^^

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    1. De nuevo, muchas gracias por tus comentarios, Carmen De Loma. Valoro mucho que a alguien tan creativo como tú le gusten mis historias. Ya he escrito alguna que otra historia algo más larga, que no he publicado en el blog. Y tienes razón, es una experiencia chula ver que has escrito toda una historia y creado una serie de personajes. Es genial.

      Como siempre, ten por seguro que seguiré leyendo tus estupendas historias, Carmen De Loma.

      Un abrazo muy fuerte.

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