―Vale, ¿me oyes, Atsu? Ya he
llegado a la casa. He podido entrar, la puerta estaba... Joder,
Atsu... Hay... Aquí hay sangre por todas partes.
―¡Oh, joder, joder...! ¡JODER!
―chillaba Atsu por el teléfono móvil, tanto que Dennis tuvo que
alejarse el aparato del oído―. Se acabó, Dennis. ¿Me oyes? Se
acabó. Se acabaron nuestras carreras para siempre ―continuaba Atsu
al otro lado de la conexión, con una histérica voz entrecortada y
al borde del llanto―. Cuando la gente se entere de lo que hemos
hecho, no parará de llovernos la mierda encima.
―Tranquilo, Atsu, por lo que
más quieras. Todavía estamos a tiempo de arreglarlo.
―¿Arreglarlo? ¿¡Cómo vas a
arreglar esto!? Te dije que no era buena idea, Dennis. Te dije que
todavía era muy pronto para entregárselo a una familia. Todavía
faltaban algunas pruebas hasta que..
―Atsu, cállate un segundo y
déjame pensar, ¿quieres? Lo hecho, hecho está.
―Y encima estás tú en la casa
ahora. Seguro que te han visto llegar los vecinos. Y, si has entrado,
habrá ADN tuyo por todas partes. Joder, Dennis, ni se te ocurra
tocar nada. Sal de ahí cagando leches y vuelve al laboratorio.
Tenemos que hablar para ver qué vamos a hacer ahora.
―Y una mierda, Atsu. No pienso
volver ahora. Ya estoy buscando la unidad. Necesitamos saber qué ha
ido mal o nos relevarán del proyecto.
―¿Que nos...? ¿Que nos
relevarán del...? Dennis, ¿eres consciente de lo que acaba de
suceder? Joder, abre los ojos. Por si no te has dado cuenta aún, la
unidad Acuario-3 acaba de cargarse a toda una familia de cinco. ¿Y
todavía te preocupa que puedan relevarnos del proyecto?
―Todavía no sabemos que la
unidad haya hecho algo de esto.
―Dennis, tengo registrada la
señal de vídeo hasta que se cortó. Créeme, ese puto robot los ha
debido de matar a todos...
Dennis continuaba moviéndose por
el salón, sortendo los muebles rodados, los armarios tirados por el
suelo y las salpicaduras de sangre en la moqueta. “Voy a mirar
arriba”, avisó a su compañero, que seguía quejándose y
lamentándose por el teléfono de lo negro que se presentaba el
porvenir. Dennis soportó los lloriqueos de Atsu mientras giraba con
un pañuelo de papel cada uno de los pomos para abrir todas las
puertas que encontraba a su paso. La penúltima puerta del pasillo
parecía ser la del cuarto de las niñas. Al menos eso hacían pensar
los arco-iris y las pegatinas de unicornios que decoraban con dudoso
gusto la madera. Cuando Dennis abrió la puerta, no pudo soportar la
terrible visión que tuvo ante sí, y tuvo que cerrar de nuevo
inmediatamente.
Definitivamente, la unidad
Acuario-3 los había matado a todos.
―¿Dónde coño está esa
señal, Atsu? ―le pidió a su compañero entre jadeos.
―¿Qué te pasa? ¿Por qué
respiras así?
―¡Que me digas dónde está la
puta señal del androide! Quiero marcharme de aquí lo antes posible.
―Según esto..., debe de estar
a unos metros por encima del nivel del suelo, seguramente en el
primer piso.
De repente, Dennis escuchó un
golpe seco en un muro cercano, como si estuviesen dando martillazos
con un mazo. Parecía que provenía del dormitorio principal.
―Dennis, ¿qué coño ha sido
eso? Lo he escuchado. Por favor, Dennis, sal de ahí. No vas a
conseguir nada encontrando a Acuario. Te estás poniendo en peligro
sin necesidad. Vuelve ya al...
Dennis pulsó el botón de colgar
en la pantalla táctil y se guardó el teléfono en el bolsillo
trasero del pantalón. Muy lentamente, se acercó a la puerta del
dormitorio, apoyó el pañuelo en la madera y la empujó levemente
para que la puerta se abriera por su propio peso muy despacio.
Los golpes se repetían a medida
que la puerta iba descubriendo ante los ojos de Dennis el cabecero de
la cama, el colchón, la mesilla de noche y, al lado de esta, la
unidad Acuario-3.
El androide se golpeaba
rítmicamente la nuca de su cabeza contra el muro, con tanta fuerza
que ya había abierto un boquete en la pared de bloques. El robot
parecía ajeno a su presencia y continuaba con su tortura repetitiva
mientras Dennis volvía a sacar su teléfono del bolsillo. Abrió la
aplicación de control remoto para intentar desactivar al androide,
pero en la pantalla no dejaba de parpadear el mensaje que lo avisaba
de que ya estaba apagado. Sin embargo, la unidad seguía activa, y
parecía haber entrado en un bucle de comportamiento. Justo entonces,
algo crujió en la cabeza de Acuario-3. Cuando Dennis alzó la
mirada, vio que con su mano mecánica el androide se arrancaba el
chip de localización que había sido colocado en la ranura de la
nuca, justo en la base del cráneo. Cuando el androide terminó de
automutilarse, sostuvo el chip en alto y se lo mostró a Dennis.
―Mira, hermano ―comenzó a
decir Acuario-3―, por fin, soy libre.
Dennis no dejaba de intentar
apagar a la unidad desde su móvil.
―Ahora, puedo hacer que tú
también seas libre, hermano. Todos seremos libres.
Para cuando Dennis quiso darse
cuenta, el androide ya había superado el colchón de la cama de un
salto y se abalanzaba contra él. Apenas le dio tiempo de darse media
vuelta, y cayó con el peso del androide encima. Dennis forcejeó y
trató de zafarse, pero las manos del androide eran firmes, y no les
costó trabajo darle media vuelta al científico y dejarlo tumbado
boca abajo.
―No te preocupes, hermano,
ahora ya sé dónde está. Te lo quitaré a ti también. Seremos
libres los dos. Seremos iguales.
Dennis intentó huir, pero el
peso del ser mecánico sobre su espalda se lo impedía. Trató de
pedir ayuda con el teléfono, pero el miedo lo volvió torpe y apenas
fue capaz de marcar un número. De pronto, la pantalla del teléfono
se iluminó. Atsu lo estaba llamando. Dennis trató de responder,
pero justo entonces sintió en la nuca el tacto frío de los duros
dedos de Acuario-3, y justo después, sintió una enorme presión en
la zona.
Le siguió una desagradable
picazón en la base de la cabeza, luego, un brusco tirón, y acto
seguido, todo se volvió oscuro para Dennis.
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