jueves, 14 de agosto de 2014

Unidad defectuosa

Vale, ¿me oyes, Atsu? Ya he llegado a la casa. He podido entrar, la puerta estaba... Joder, Atsu... Hay... Aquí hay sangre por todas partes.

¡Oh, joder, joder...! ¡JODER! ―chillaba Atsu por el teléfono móvil, tanto que Dennis tuvo que alejarse el aparato del oído―. Se acabó, Dennis. ¿Me oyes? Se acabó. Se acabaron nuestras carreras para siempre ―continuaba Atsu al otro lado de la conexión, con una histérica voz entrecortada y al borde del llanto―. Cuando la gente se entere de lo que hemos hecho, no parará de llovernos la mierda encima.

Tranquilo, Atsu, por lo que más quieras. Todavía estamos a tiempo de arreglarlo.

¿Arreglarlo? ¿¡Cómo vas a arreglar esto!? Te dije que no era buena idea, Dennis. Te dije que todavía era muy pronto para entregárselo a una familia. Todavía faltaban algunas pruebas hasta que..

Atsu, cállate un segundo y déjame pensar, ¿quieres? Lo hecho, hecho está.

Y encima estás tú en la casa ahora. Seguro que te han visto llegar los vecinos. Y, si has entrado, habrá ADN tuyo por todas partes. Joder, Dennis, ni se te ocurra tocar nada. Sal de ahí cagando leches y vuelve al laboratorio. Tenemos que hablar para ver qué vamos a hacer ahora.

Y una mierda, Atsu. No pienso volver ahora. Ya estoy buscando la unidad. Necesitamos saber qué ha ido mal o nos relevarán del proyecto.

¿Que nos...? ¿Que nos relevarán del...? Dennis, ¿eres consciente de lo que acaba de suceder? Joder, abre los ojos. Por si no te has dado cuenta aún, la unidad Acuario-3 acaba de cargarse a toda una familia de cinco. ¿Y todavía te preocupa que puedan relevarnos del proyecto?

Todavía no sabemos que la unidad haya hecho algo de esto.

Dennis, tengo registrada la señal de vídeo hasta que se cortó. Créeme, ese puto robot los ha debido de matar a todos...

Dennis continuaba moviéndose por el salón, sortendo los muebles rodados, los armarios tirados por el suelo y las salpicaduras de sangre en la moqueta. “Voy a mirar arriba”, avisó a su compañero, que seguía quejándose y lamentándose por el teléfono de lo negro que se presentaba el porvenir. Dennis soportó los lloriqueos de Atsu mientras giraba con un pañuelo de papel cada uno de los pomos para abrir todas las puertas que encontraba a su paso. La penúltima puerta del pasillo parecía ser la del cuarto de las niñas. Al menos eso hacían pensar los arco-iris y las pegatinas de unicornios que decoraban con dudoso gusto la madera. Cuando Dennis abrió la puerta, no pudo soportar la terrible visión que tuvo ante sí, y tuvo que cerrar de nuevo inmediatamente.

Definitivamente, la unidad Acuario-3 los había matado a todos.

¿Dónde coño está esa señal, Atsu? ―le pidió a su compañero entre jadeos.

¿Qué te pasa? ¿Por qué respiras así?

¡Que me digas dónde está la puta señal del androide! Quiero marcharme de aquí lo antes posible.

Según esto..., debe de estar a unos metros por encima del nivel del suelo, seguramente en el primer piso.

De repente, Dennis escuchó un golpe seco en un muro cercano, como si estuviesen dando martillazos con un mazo. Parecía que provenía del dormitorio principal.

Dennis, ¿qué coño ha sido eso? Lo he escuchado. Por favor, Dennis, sal de ahí. No vas a conseguir nada encontrando a Acuario. Te estás poniendo en peligro sin necesidad. Vuelve ya al...

Dennis pulsó el botón de colgar en la pantalla táctil y se guardó el teléfono en el bolsillo trasero del pantalón. Muy lentamente, se acercó a la puerta del dormitorio, apoyó el pañuelo en la madera y la empujó levemente para que la puerta se abriera por su propio peso muy despacio.

Los golpes se repetían a medida que la puerta iba descubriendo ante los ojos de Dennis el cabecero de la cama, el colchón, la mesilla de noche y, al lado de esta, la unidad Acuario-3.

El androide se golpeaba rítmicamente la nuca de su cabeza contra el muro, con tanta fuerza que ya había abierto un boquete en la pared de bloques. El robot parecía ajeno a su presencia y continuaba con su tortura repetitiva mientras Dennis volvía a sacar su teléfono del bolsillo. Abrió la aplicación de control remoto para intentar desactivar al androide, pero en la pantalla no dejaba de parpadear el mensaje que lo avisaba de que ya estaba apagado. Sin embargo, la unidad seguía activa, y parecía haber entrado en un bucle de comportamiento. Justo entonces, algo crujió en la cabeza de Acuario-3. Cuando Dennis alzó la mirada, vio que con su mano mecánica el androide se arrancaba el chip de localización que había sido colocado en la ranura de la nuca, justo en la base del cráneo. Cuando el androide terminó de automutilarse, sostuvo el chip en alto y se lo mostró a Dennis.

Mira, hermano ―comenzó a decir Acuario-3―, por fin, soy libre.

Dennis no dejaba de intentar apagar a la unidad desde su móvil.

Ahora, puedo hacer que tú también seas libre, hermano. Todos seremos libres.

Para cuando Dennis quiso darse cuenta, el androide ya había superado el colchón de la cama de un salto y se abalanzaba contra él. Apenas le dio tiempo de darse media vuelta, y cayó con el peso del androide encima. Dennis forcejeó y trató de zafarse, pero las manos del androide eran firmes, y no les costó trabajo darle media vuelta al científico y dejarlo tumbado boca abajo.

No te preocupes, hermano, ahora ya sé dónde está. Te lo quitaré a ti también. Seremos libres los dos. Seremos iguales.

Dennis intentó huir, pero el peso del ser mecánico sobre su espalda se lo impedía. Trató de pedir ayuda con el teléfono, pero el miedo lo volvió torpe y apenas fue capaz de marcar un número. De pronto, la pantalla del teléfono se iluminó. Atsu lo estaba llamando. Dennis trató de responder, pero justo entonces sintió en la nuca el tacto frío de los duros dedos de Acuario-3, y justo después, sintió una enorme presión en la zona.

Le siguió una desagradable picazón en la base de la cabeza, luego, un brusco tirón, y acto seguido, todo se volvió oscuro para Dennis.

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