jueves, 29 de mayo de 2014

Imagen con latido (65): Sota


No se lo digas a mi hija (Segunda parte de tres)

Todo es culpa de esa maldita hechicera”, se quejaba Deuto, embutiéndose en las estrecheces de una grieta en la que le era imposible girar la cabeza para mirar atrás. Su espada envainada se enganchaba de vez cuando en algún recoveco de la pared irregular y porosa, y Deuto se las tenía que apañar para retroceder unos pasos, desengancharse y continuar con la marcha. El humo de la antorcha se mezclaba con la humedad de la gruta y enralecía aún más el aire, ya de por sí estancado. Al menos ya podía ver la abertura a unos pocos pasos de distancia. En el último trecho, tuvo que tirar de sí mismo para poder verse fuera, de una vez por todas, de aquel pasaje angosto. Se pasó el dorso de la mano por la nariz para enjugar la gota de sudor que le caía y desenvainó la espada. Notó pegajosa la empuñadura. Su mano todavía tenía restos de la sangre de Nore.

jueves, 22 de mayo de 2014

Imagen con latido (64): Se busca


No se lo digas a mi hija (Primera parte de tres)

Prométeme que no se lo dirás a mi hija. ¡Promételo! Por lo que más quieras, Deuto. Júrame que no le dirás a mi pequeña que esa cosa ha podido con su padre.

jueves, 15 de mayo de 2014

Imagen con latido (63): Invierno


Introspección

El desierto había resultado ser un entorno mucho más duro de lo que se había imaginado. Estaba sentado con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas. En lo alto del pálido cielo vespertino, un ojo gigante lo vigilaba sin parpadear. Un iris de color miel; tan familiar, tan doloroso; no lo perdía de vista, a pesar de que él seguía quieto y sentado. El suelo llevaba tiempo cuarteado a causa del áspero calor que incluso resecaba las escasas nubes de polvo que el sediento aire, de cuando en cuando, se atrevía a levantar. Notaba el calor ascendiendo desde la tierra de debajo, rodeando su cuerpo en una nube densa de sudor. Todo era plano, todo era silencio, pero no estaba solo. Justo delante de él, sentado en la misma posición, tenía a su doble, con una sonrisa despreocupada permanentemente marcada en los labios.

jueves, 8 de mayo de 2014

Imagen con latido (62): Otoño


Mejor haber amado y haber perdido...

Día 1
Esa mañana decidió no levantarse de la cama. Enredado entre las sábanas, abrazó con fuerza la almohada, tristemente consciente de que, por muy mullida que esta fuera, no le iba a devolver el sentido abrazo ni a decirle “te quiero” al oído. No. Era imposible. Aun así, la abrazó con todas sus ganas y deseó volver a escuchar aquellas palabras pronunciadas por la voz que tanto echaba de menos. La noche anterior había soñado con ella, como siempre. Como todas las noches. En la ensoñación había vuelto a sentir sus dulces labios sobre los suyos, y pudo deleitarse con la suavidad del beso y percibir vivamente cómo se le aceleraba el pulso por el amor que nublaba su juicio. Disfrutó de aquel falso momento, hasta que despertó. Parpadeó varias veces y suspiró profundamente, como era de esperar. Delante de sus ojos, la radiante luz del día se colaba por las rendijas de la ventana cerrada.

jueves, 1 de mayo de 2014

Imagen con latido (61): Verano


Todos caerán

Rojo-Delta volaba manteniendo su Spitfire dentro de la formación en V. Formaba parte de la cabeza del escuadrón, liderado en la punta por Rojo-Alfa. Pronto los cazas llegarían a sus objetivos. Delante, ya divisaban la luz de los incendios que arrasaban la ciudad, iluminando con su fuego la oscuridad de la noche absoluta. De vez en cuando, destellos fugaces aparecían de repente entre los edificios, explosiones que en la distancia lucían como fogonazos inofensivos. En las alturas, todavía lejos de la ciudad, Rojo-Delta era incapaz de escuchar el estruendo de las explosiones o los gritos de los soldados que caían. Tan solo escuchaba el zumbido monótono del motor que lo mantenía en el aire a más de mil metros del suelo.