―Disculpen el retraso.
El doctor pasó raudo al lado de
la mesa de roble de su despacho. La bata blanca se mecía a su
espalda tratando de seguir el ritmo de sus pasos apresurados. Se
sentó en su elegante silla de cuero negro sin apartar la vista de la
tableta digital que llevaba en las manos. Un par de toques con el
dedo índice y apartó el aparato a un lado de la mesa. Luego, cruzó
las manos y miró directamente a la pareja que estaba sentada delante
de él.
―Bueno, ya estoy aquí.
Disculpen de nuevo la tardanza, aquí estamos siempre muy ocupados y
a aveces no damos abasto. Soy el doctor Watts ―y extendió el brazo
con cortesía para estrechar primero la mano de la chica.
―Yo me llamo Gina Silva,
encantada ―la voz de la chica temblaba―. Este es mi marido, Shane
Cooper.
―Encantado ―dijo el doctor
Watts tras estrechar la mano del chico, cuya otra mano estaba
firmemente unida a la de su esposa―. Desde luego, si me permitís
el comentario, hacéis muy buena pareja. Os acabo de conocer y ya
salta a la vista que os queréis mucho ―la pareja compartió una
mirada cómplice y sonrieron tímidamente―. Bueno, ¿qué puede
hacer la clínica Suboles por vosotros?
Shane miró a su mujer, que bajó
la mirada con vergüenza. Parecía que no quería hablar, de modo que
el marido tomó la palabra.
―Veníamos a informarnos sobre
el servicio “Cigüeña”. No dejan de hablar de él por la tele, y
queríamos saber un poco más sobre ese tipo de procedimiento.
―De acuerdo ―el doctor los
miró fijamente, aunque Gina mantenía la cabeza gacha―. ¿Conocen
los detalles básicos?
―Sí
―respondió Shane, pero el médico no dijo nada a continuación.
Shane comprendió al rato que el doctor quería oír los detalles de
su propia boca―. Según dicen por la tele, el servicio “Cigüeña”
es exclusivo de esta clínica. Y bueno..., no sé exactamente cómo
lo hacen ustedes, pero la cosa consiste en que toman una muestra mía
y otra de ella, las meten en una máquina y luego, tras nueve meses
―Shane rio nervioso―. No sé cómo lo harán, pero se supone que
tras nueve meses nace un niño de la máquina.
―Grosso modo, se trata de eso
―puntualizó el doctor, sin cambiar su postura―. Pero permítame
hacer una pequeña matización a su explicación. Usted ha utilizado
el término “máquina” para referirse a nuestro vientre
artificial. No es que me escandalice. En el fondo, es algo
comprensible que la gente corriente utilice ese tipo de terminología.
Al fin y al cabo, el procedimiento “Cigüeña” consigue la
reproducción humana fuera del cuerpo de la madre. Sin embargo, aquí
en Suboles preferimos no utilizar la palabra “máquina” para
referirnos a nuestro vientre artificial. En realidad, el término
adecuado sería “El Vientre Auxiliar”, aunque a nosotros nos
gusta llamarlo simplemente “Eva”.
―Vaya ―se sorprendió Shane―.
Muy adecuado. Sobre todo para cabrear a la iglesia.
―Sí, nos pareció curioso el
nombre. En fin, como usted sabrá también, la iglesia no aprueba precisamente
nuestras prácticas, pero bueno, no pretendo entrar en polémica.
Nosotros hacemos nuestro trabajo dentro de la legalidad que establece
el Estado. Lo del nombre de “Eva” no es para provocar, es tan
solo un guiño a la génesis de la humanidad. Según algunos, todos
somos hijos de Eva, ¿no?
Gina seguía con la cabeza
agachada. Sintió que el crucifijo que llevaba colgado al cuello bajo
le jersey pesaba más que antes.
―Lo primero que tengo que
hacer, como médico en Suboles, es recomendaros que, si no tenéis
problemas físicos o psicológicos que impidan o dificulten el
embarazo, recurráis a los procedimientos naturales. Con “Eva”,
en Suboles queremos ayudar a parejas con problemas para tener hijos,
pero en ningún momento pretendemos sustituir los métodos naturales.
Lo cual me lleva a preguntaros lo siguiente: ¿por qué os habéis
planteado recurrir a “Eva”?
Antes de hablar, Shane miró a su
esposa. Ella no dijo nada, pero apretó su mano dentro de la suya. Le
estaba dando permiso a Shane para que siguiera hablando sin temor.
―Verá,
doctor. Hace tiempo que decidimos tener un hijo, pero el problema
es... ―Shane tomó aire. Pensó que quizás esa parte le tocaba
decirla a ella, pero siguió hablando a pesar del nudo en su
garganta―. Los dos sabemos que el embarazo y el parto son momentos
preciosos, pero también delicados y... dolorosos. Esto no es nada
fácil para Gina, y por eso, antes de venir, me pidió que fuera yo
quien lo dijera. Verá, Gina siente miedo cuando piensa en el parto y
en el dolor. No se ve capaz de soportarlo, a pesar de que la
recompensa final para ambos sea la mejor de este mundo. Por eso
habíamos hablado y decidimos pedir hora aquí para ver si... “Eva”
pude ser una posible solución.
El doctor Watts asentía con la
cabeza, asimilando cada palabra de Shane.
―¿Por qué estás tan
nerviosa, Gina? ―le preguntó el doctor Watts, a lo que ella
respondió tragando saliva, parpadeando repetidamente y encogiéndose
de hombros―. Estate tranquila, mujer. Aquí estamos para ayudarte y
en ningún momento harás nada que no quieras hacer. Eres libre de
tomar tus propias decisiones, ¿de acuerdo, Gina?
―Gracias ―dijo finalmente
ella.
―Bien. Tengo que informaros de
que “Eva” está diseñada para ayudar a parejas para superar sus
problemas reproductivos. “Eva” no es un capricho, ni es una comodidad. La verdad
es que desde que ofertamos el servicio “Cigüeña”, me he
encontrado de todo. Desde mujeres con depresiones que querían tener
un bebé para no sentirse solas a modelos retiradas que querían usar
a “Eva” solo para que no les salieran estrías. Increíble, pero
cierto. En cualquier caso, “Eva” no fue diseñada para caprichos,
sino para suplir necesidades. De modo que en Suboles, antes de
comenzar el procedimiento, llevamos a cabo un estudio minucioso de
los aspirantes. Se estudia al detalle el entorno familiar. Nos
aseguramos de que la unidad familiar es estable, con suficientes
ingresos y suficiente cariño como para acoger a un crío en su seno.
Luego, localizamos el problema en concreto de cada pareja. A veces,
tratamos directamente problemas de infertilidad en alguno de los
cónyuges y otras veces identificamos algunos obstáculos
psicológicos. En vuestro caso, parece que el principal obstáculo es
el psicológico, pero aun así, si decidís recurrir a nosotros, también se
os estudiará el entorno familiar y se os realizará un
reconocimiento médico completo. Si el resultado es óptimo para
“Eva”, se os incluiría en el programa. Si no fuese óptimo, os
recomendaríamos otros procedimientos que se adaptarían
mejor a vuestras necesidades específicas.
―Entonces el primer paso sería
someterse a esas pruebas, ¿no?
―Efectivamente.
―Y si los resultados de las
pruebas nos permiten entrar en el programa, ¿cuál sería el paso
siguiente?
―El paso siguiente sería tomar
una muestra de semen y otra de óvulos. Luego, si así lo deseáis,
se os pasaría un cuestionario en el que decidirías las
características de vuestro hijo: sexo, color de ojos y cabello,
complexión física... Hay parejas que prefieren dejar que la
naturaleza elija. En cualquier caso, ya es decisión de los padres si
quieren modelar a su vástago o no. De hecho, incluso podríamos
hacer que vuestro hijo fuese más fuerte, más alto y más longevo,
pero la legislación actual nos prohíbe ese tipo de práctica. Al
menos, de momento. Rellenéis o no ese cuestionario, el paso
siguiente es introducir las dos muestras tomadas en “Eva”, y
esperar nueve meses a que llegue la cigüeña. Se os avisará cuando se cumpla el plazo y
vendréis a recoger a vuestro hijo. Algunas parejas incluso vienen al
parto, aunque recomendamos que no lo hagan. Digamos que para algunos puede resultar
impactante. Y por si os lo estáis preguntando, sí, vuestro hijo
tendría ombligo. Siempre lo preguntan las parejas que vienen aquí.
“Eva” simula las condiciones naturales de un útero humano, con
tejido generado a partir de células madre. De modo que también se
desarrolla un cordón umbilical y, como consecuencia, el niño o niña
tendrá ombligo.
Shane sonrió, aunque era solo un
modo de ocultar su nerviosismo. En su mano, el sudor de la palma de
Gina empapaba la suya.
―Disculpe ―interrumpió la
chica―, ¿hay servicios por aquí?
―Sí, claro. Salga y vaya a la
derecha. Se encontrará con el cartel en la pared.
Gina salió deprisa del despacho.
Sentía que se asfixiaba allí dentro. Cuando entró en los
servicios, se aseguró de que no había nadie más y se
detuvo delante del espejo. Apartó las lágrimas antes de que cayeran
de sus ojos. Bajó esa misma mano y la introdujo por debajo del
jersey. Aunque tenía la mano bañada en sudor frío por los nervios
y el miedo, se palpó el vientre, tan cálido y sediento de vida como
siempre. Estaba segura de que “Eva” no podría darle ese mismo
calor a su futuro hijo. Por fin, Gina apartó la idea del dolor de su
mente y tomó una decisión. Ya sabía cómo quería tener a su hijo.
Me esperaba otro final de los tuyos, pero me ha gustado XD
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