jueves, 13 de junio de 2013

El vientre de Eva

Disculpen el retraso.



El doctor pasó raudo al lado de la mesa de roble de su despacho. La bata blanca se mecía a su espalda tratando de seguir el ritmo de sus pasos apresurados. Se sentó en su elegante silla de cuero negro sin apartar la vista de la tableta digital que llevaba en las manos. Un par de toques con el dedo índice y apartó el aparato a un lado de la mesa. Luego, cruzó las manos y miró directamente a la pareja que estaba sentada delante de él.

Bueno, ya estoy aquí. Disculpen de nuevo la tardanza, aquí estamos siempre muy ocupados y a aveces no damos abasto. Soy el doctor Watts ―y extendió el brazo con cortesía para estrechar primero la mano de la chica.



Yo me llamo Gina Silva, encantada ―la voz de la chica temblaba―. Este es mi marido, Shane Cooper.



Encantado ―dijo el doctor Watts tras estrechar la mano del chico, cuya otra mano estaba firmemente unida a la de su esposa―. Desde luego, si me permitís el comentario, hacéis muy buena pareja. Os acabo de conocer y ya salta a la vista que os queréis mucho ―la pareja compartió una mirada cómplice y sonrieron tímidamente―. Bueno, ¿qué puede hacer la clínica Suboles por vosotros?



Shane miró a su mujer, que bajó la mirada con vergüenza. Parecía que no quería hablar, de modo que el marido tomó la palabra.



Veníamos a informarnos sobre el servicio “Cigüeña”. No dejan de hablar de él por la tele, y queríamos saber un poco más sobre ese tipo de procedimiento.



De acuerdo ―el doctor los miró fijamente, aunque Gina mantenía la cabeza gacha―. ¿Conocen los detalles básicos?



Sí ―respondió Shane, pero el médico no dijo nada a continuación. Shane comprendió al rato que el doctor quería oír los detalles de su propia boca―. Según dicen por la tele, el servicio “Cigüeña” es exclusivo de esta clínica. Y bueno..., no sé exactamente cómo lo hacen ustedes, pero la cosa consiste en que toman una muestra mía y otra de ella, las meten en una máquina y luego, tras nueve meses ―Shane rio nervioso―. No sé cómo lo harán, pero se supone que tras nueve meses nace un niño de la máquina.



Grosso modo, se trata de eso ―puntualizó el doctor, sin cambiar su postura―. Pero permítame hacer una pequeña matización a su explicación. Usted ha utilizado el término “máquina” para referirse a nuestro vientre artificial. No es que me escandalice. En el fondo, es algo comprensible que la gente corriente utilice ese tipo de terminología. Al fin y al cabo, el procedimiento “Cigüeña” consigue la reproducción humana fuera del cuerpo de la madre. Sin embargo, aquí en Suboles preferimos no utilizar la palabra “máquina” para referirnos a nuestro vientre artificial. En realidad, el término adecuado sería “El Vientre Auxiliar”, aunque a nosotros nos gusta llamarlo simplemente “Eva”.



Vaya ―se sorprendió Shane―. Muy adecuado. Sobre todo para cabrear a la iglesia.



Sí, nos pareció curioso el nombre. En fin, como usted sabrá también, la iglesia no aprueba precisamente nuestras prácticas, pero bueno, no pretendo entrar en polémica. Nosotros hacemos nuestro trabajo dentro de la legalidad que establece el Estado. Lo del nombre de “Eva” no es para provocar, es tan solo un guiño a la génesis de la humanidad. Según algunos, todos somos hijos de Eva, ¿no?



Gina seguía con la cabeza agachada. Sintió que el crucifijo que llevaba colgado al cuello bajo le jersey pesaba más que antes.



Lo primero que tengo que hacer, como médico en Suboles, es recomendaros que, si no tenéis problemas físicos o psicológicos que impidan o dificulten el embarazo, recurráis a los procedimientos naturales. Con “Eva”, en Suboles queremos ayudar a parejas con problemas para tener hijos, pero en ningún momento pretendemos sustituir los métodos naturales. Lo cual me lleva a preguntaros lo siguiente: ¿por qué os habéis planteado recurrir a “Eva”?



Antes de hablar, Shane miró a su esposa. Ella no dijo nada, pero apretó su mano dentro de la suya. Le estaba dando permiso a Shane para que siguiera hablando sin temor.



Verá, doctor. Hace tiempo que decidimos tener un hijo, pero el problema es... ―Shane tomó aire. Pensó que quizás esa parte le tocaba decirla a ella, pero siguió hablando a pesar del nudo en su garganta―. Los dos sabemos que el embarazo y el parto son momentos preciosos, pero también delicados y... dolorosos. Esto no es nada fácil para Gina, y por eso, antes de venir, me pidió que fuera yo quien lo dijera. Verá, Gina siente miedo cuando piensa en el parto y en el dolor. No se ve capaz de soportarlo, a pesar de que la recompensa final para ambos sea la mejor de este mundo. Por eso habíamos hablado y decidimos pedir hora aquí para ver si... “Eva” pude ser una posible solución.



El doctor Watts asentía con la cabeza, asimilando cada palabra de Shane.



¿Por qué estás tan nerviosa, Gina? ―le preguntó el doctor Watts, a lo que ella respondió tragando saliva, parpadeando repetidamente y encogiéndose de hombros―. Estate tranquila, mujer. Aquí estamos para ayudarte y en ningún momento harás nada que no quieras hacer. Eres libre de tomar tus propias decisiones, ¿de acuerdo, Gina?



Gracias ―dijo finalmente ella.



Bien. Tengo que informaros de que “Eva” está diseñada para ayudar a parejas para superar sus problemas reproductivos. “Eva” no es un capricho, ni es una comodidad. La verdad es que desde que ofertamos el servicio “Cigüeña”, me he encontrado de todo. Desde mujeres con depresiones que querían tener un bebé para no sentirse solas a modelos retiradas que querían usar a “Eva” solo para que no les salieran estrías. Increíble, pero cierto. En cualquier caso, “Eva” no fue diseñada para caprichos, sino para suplir necesidades. De modo que en Suboles, antes de comenzar el procedimiento, llevamos a cabo un estudio minucioso de los aspirantes. Se estudia al detalle el entorno familiar. Nos aseguramos de que la unidad familiar es estable, con suficientes ingresos y suficiente cariño como para acoger a un crío en su seno. Luego, localizamos el problema en concreto de cada pareja. A veces, tratamos directamente problemas de infertilidad en alguno de los cónyuges y otras veces identificamos algunos obstáculos psicológicos. En vuestro caso, parece que el principal obstáculo es el psicológico, pero aun así, si decidís recurrir a nosotros, también se os estudiará el entorno familiar y se os realizará un reconocimiento médico completo. Si el resultado es óptimo para “Eva”, se os incluiría en el programa. Si no fuese óptimo, os recomendaríamos otros procedimientos que se adaptarían mejor a vuestras necesidades específicas.



Entonces el primer paso sería someterse a esas pruebas, ¿no?



Efectivamente.



Y si los resultados de las pruebas nos permiten entrar en el programa, ¿cuál sería el paso siguiente?



El paso siguiente sería tomar una muestra de semen y otra de óvulos. Luego, si así lo deseáis, se os pasaría un cuestionario en el que decidirías las características de vuestro hijo: sexo, color de ojos y cabello, complexión física... Hay parejas que prefieren dejar que la naturaleza elija. En cualquier caso, ya es decisión de los padres si quieren modelar a su vástago o no. De hecho, incluso podríamos hacer que vuestro hijo fuese más fuerte, más alto y más longevo, pero la legislación actual nos prohíbe ese tipo de práctica. Al menos, de momento. Rellenéis o no ese cuestionario, el paso siguiente es introducir las dos muestras tomadas en “Eva”, y esperar nueve meses a que llegue la cigüeña. Se os avisará cuando se cumpla el plazo y vendréis a recoger a vuestro hijo. Algunas parejas incluso vienen al parto, aunque recomendamos que no lo hagan. Digamos que para algunos puede resultar impactante. Y por si os lo estáis preguntando, sí, vuestro hijo tendría ombligo. Siempre lo preguntan las parejas que vienen aquí. “Eva” simula las condiciones naturales de un útero humano, con tejido generado a partir de células madre. De modo que también se desarrolla un cordón umbilical y, como consecuencia, el niño o niña tendrá ombligo.



Shane sonrió, aunque era solo un modo de ocultar su nerviosismo. En su mano, el sudor de la palma de Gina empapaba la suya.



Disculpe ―interrumpió la chica―, ¿hay servicios por aquí?



Sí, claro. Salga y vaya a la derecha. Se encontrará con el cartel en la pared.



Gina salió deprisa del despacho. Sentía que se asfixiaba allí dentro. Cuando entró en los servicios, se aseguró de que no había nadie más y se detuvo delante del espejo. Apartó las lágrimas antes de que cayeran de sus ojos. Bajó esa misma mano y la introdujo por debajo del jersey. Aunque tenía la mano bañada en sudor frío por los nervios y el miedo, se palpó el vientre, tan cálido y sediento de vida como siempre. Estaba segura de que “Eva” no podría darle ese mismo calor a su futuro hijo. Por fin, Gina apartó la idea del dolor de su mente y tomó una decisión. Ya sabía cómo quería tener a su hijo.

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