Poco me importa que la luna de
este planeta árido, de montañas colosales, sólidas y compactas, se
interponga entre mi caza estelar y el sol, sumiéndome lentamente en
un eclipse de una oscuridad absoluta mientras sobrevuelo la
superficie. No consigo apartar la mirada de la pequeña pantalla
verde y redonda de la cabina. La imagen me muestra el barrido de
señales del radar como si fuera un parabrisas verdoso que va y viene
sobre un fondo milimetrado. Tamborileo con los dedos sobre la palanca
de mando mientras me muerdo el labio, nervioso. Esa dichosa línea en
la pantalla todavía no detecta ninguna señal de la cápsula de
escape de Anna.
Contenido
- Boda de ladrones
- Cielo cromado
- Claudio
- Diario
- Dormiré contigo
- Edith
- El fin
- El manantial
- El testamento del dragón
- En busca de
- Flora
- Grietas en el cielo
- Historias con latido
- Historias cortas
- Imágenes con latido
- La mansión
- La nueva vida de Dana
- Lady Noche
- Lágrimas de sueño
- Lana Mandala
- Las cuatro insidiosas
- Latidos de libreta
- Llantos
- Mariposas en las paredes
- No se lo digas a mi hija
- Notas del autor
- Ojos negros colmillos blancos
- Sujeto de prueba 001
- Zona en obras
jueves, 29 de diciembre de 2016
jueves, 22 de diciembre de 2016
Eugenesia
La sociedad había cambiado. Pero
el constante paso de los años provocó que nadie se diese cuenta de
ello hasta que el cambio ya era irreversible. Se estableció la
dictadura de la falta de opciones. Elecciones tras elecciones, los
ciudadanos de Vangla acudían a las urnas para terminar obteniendo
luego el mismo resultado de siempre. Daba igual el color de la
ideología en el poder, todos los presidentes abordaron de la misma
manera el problema de los constantes ataques desde fuera de las
fronteras. Los líderes se escudaron, primero, en la falta de
seguridad del pueblo y, luego, esgrimieron el miedo como arma para
aprobar leyes que en otro tiempo hubiesen sacado las protestas a las
calles.
jueves, 15 de diciembre de 2016
La bailarina del desierto
Las ráfagas del viento marcaban
el compás. Las dunas circundaban la reseca y agrietada planicie,
convertida en una improvisada pista de baile para los remolinos de
viento. Los granos brillantes de arena se elevaban en el aire y
brillaban como diminutos diamantes golpeados por los intensos rayos
de sol, que caían verticales desde lo alto de un azul tan puro que
parecía inabarcable para la vista humana. La arena se lanzaba contra
sí misma en espirales caprichosas de belleza reseca y calurosa. Y,
de cuando en cuando, parecía modelar un volumen invisible en el
aire, como si una joven transparente bailara despreocupada en un
desierto ardiente bajo un calor abrasador.
jueves, 8 de diciembre de 2016
Príncipe azul
El príncipe, con aires de
derrota, cruzaba el bosque con el sol naranja del atardecer a su
espalda. Caminaba delante de su corcel, de nombre Veloz, llamado así
tanto por la presteza de su galope como por la inmediatez de sus
reflejos en la batalla. El príncipe, contrariado, sujetaba las
riendas de su fiel compañero de fatigas y negaba para sí mismo
sacudiendo la cabeza de un lado a otro.
jueves, 24 de noviembre de 2016
Nota del autor: Regreso
¡Muy buenas a todos!
"Historias con latido" está de vuelta, y hoy os traigo la historia "Petición de mano". ¡Espero que os guste!
Como siempre, muchas gracias por estar ahí.
Saludos.
Aio
"Historias con latido" está de vuelta, y hoy os traigo la historia "Petición de mano". ¡Espero que os guste!
Como siempre, muchas gracias por estar ahí.
Saludos.
Aio
Petición de mano
Más allá de nuestro sol,
nuestro sistema y nuestra galaxia, más allá de la insondable
oscuridad por la que avanzan las galaxias en su peregrinaje
universal, más allá de la fuente del tiempo que riega de creación
las costas de la existencia, más allá de la multitud infinita de
universos arremolinados y superpuestos, más allá de los planos
dimensionales de toda la existencia material, más allá de la
membrana de orden que mantiene la cohesión del conjunto, más allá
del cordón umbilical de luz entrelazada que mantiene el latido
constante y eterno, más allá de todo cuanto hay y habrá, se
encuentra Todo, un ser inconcebible para cualquier forma de vida.
Único, solitario... y enamorado.
Fuera de todo espacio y todo
tiempo, el amor de Todo es lo único que existe para él. Y esta
fuerza universal más allá de cualquier tipo de comprensión ha
hecho que hoy Todo hinque la rodilla ante su idolatrada Nada, la
dueña de su corazón, la dominadora de su sentido, la chispa que
hizo que dentro de él estallara su corazón y diera lugar a toda una
creación de dimensiones y universos inconmensurables.
Todo ello fruto del amor de Todo
por Nada. Ahora, de rodillas ante Nada, Todo se dispone a pedirle que
se una a él para siempre.
jueves, 27 de octubre de 2016
Nota del autor: Próximas novedades
¡Muy buenas a todos!
Esta semana os escribo para anunciaros que en noviembre volveré con una nueva historia en el blog.
Hasta entonces, os dejo con el desenlace de "La mansión". ¡Espero que os guste!
Como siempre, muchas gracias por estar ahí.
Saludos.
Aio
La mansión (Segunda parte de dos)
Más allá del sendero del jardín
reseco, más allá del césped muerto sembrado de espinas, más allá
de la fuente destrozada que salpicaba chorros de algo negro y
viscoso, más allá de cualquier resto de cordura, se encontraba la
mansión. Alice subió los pocos escalones hasta el porche y se
aproximó a la puerta de entrada. Su firme convicción de que allí
dentro se encontraba su bebé desaparecido la animó a tocar con
fuerza en la madera agrietada para hacerse oír en el interior de la
enorme y desvencijada vivienda. Esperó la respuesta unos segundos,
pero solo encontró como respuesta los graznidos de los cuervos que
la vigilaban desde las ramas retorcidas de los árboles monstruosos.
Suspiró, no por resignación, sino para llenar sus pulmones y su
espíritu de fuerza. Se puso la manta de su hija sobre los hombros y
empujó la puerta de dos hojas para abrirla de par en par. La madera
cedió al empuje y se astilló por los marcos. Una bofetada de olor a
humedad y a aire estancado le sacudió la nariz, y no tuvo más
remedio que retroceder unos pasos para alejarse un poco del vaho de
peste. Delante de ella, oscuridad. No había vestíbulo, ni salón,
ni siquiera una estancia. La entrada a la mansión tan solo le
ofrecía una escalera empinada que descendía hasta perderse en las
profundidades oscuras de lo desconocido.
jueves, 20 de octubre de 2016
Nota del autor: Paréntesis
¡Muy buenas a todos!
Esta semana escribo una nueva nota para anunciar que el blog se va a tomar un pequeño paréntesis. Voy a desarrollar una historia extensa fuera del blog y necesito todo el tiempo del que pueda disponer. Pero "Historias con latido" regresará dentro de un mes con nuevos relatos. De momento, no os preocupéis, la semana que viene llegará el desenlace de "La mansión".
Como siempre, muchas gracias a todos por estar ahí.
¡Saludos!
Aio
La mansión (Primera parte de dos)
Niebla y barro era cuanto había
en aquel páramo. A pesar de que era pleno día, Alice no era capaz
de distinguir el sendero del resto del barro en el que hundía sus
zapatos rotos bajo la falda. “Siga el camino y no se salga de él”,
le había recomendado el cochero, antes de fustigar a sus caballos
para alejarse a toda prisa de la linde de la ciénaga maldita. Pero
aquel consejo había caído en saco roto cuando Alice se fue
adentrando cada vez más en la densa bruma, y todo a su alrededor
desapareció engullido por el frío húmedo y mortecino de la niebla.
Incluso se le emborronaba la mirada al bajar la vista hacia el borde
sucio y mojado de su falda larga. Alice hizo de tripas corazón y
estrujó la manta celeste que llevaba en sus manos. Se la llevó
hasta la nariz y dejó que el aroma penetrara en sus fosas nasales.
Aún olía a ella. Era el olor suave y dulce de su hija recién
nacida. Apretó los labios, se pasó la mano por el cabello recogido
en un moño descuidado y continuó adentrándose en la espeluznante
niebla en busca de su bebé desaparecido.
jueves, 13 de octubre de 2016
Nota del autor: Edith
¡Muy buenas a todos!
Escribo esta nota para dar las gracias a todas aquellas personas que hayan seguido la historia de Edith hasta el desenlace de hoy.
La historia comenzó como un relato corto que me iba a llevar tres semanas, y al final se ha convertido en la historia más extensa de este blog. Espero que os haya gustado, y muchas gracias por acompañarme en este viaje.
Un abrazo fuerte a todos y, como siempre, gracias por estar ahí.
Aio
Edith: fin
Un llanto en la noche del
desierto. A eso se había reducido Edith, con la compañía
silenciosa y quieta del cadáver de su hermano Ezra. A pesar de lo
mucho que había deseado que volviera a la vida, no había conseguido
que este abriera los ojos. Al menos, se conformó con arreglar el
estropicio sanguinolento que el balazo había provocado en su cabeza.
Ahora, su hermano volvía a tener el aspecto que siempre había
tenido, tan natural que incluso parecía que iba a levantarse de un
momento a otro. Pero solo lo parecía. Seguía tan muerto como antes,
solo que ahora su piel estaba mucho más tersa.
jueves, 6 de octubre de 2016
Edith: nacimiento de una diosa vengativa
El todoterreno iba dando bandazos
por el desierto. Cortinas de arena salían escupidas de las ruedas
frenéticas y salpicaban el aire con los disimilados destellos de
granos de arena iluminados por el suave toque de la noche clara. En
el asiento del copiloto, el doctor Miller se agarraba con una mano al
salpicadero y con la otra al asidero sobre la ventanilla. No apartaba
la vista de cómo el desierto de delante, alumbrado por las luces
amarillas de los faros, subía y bajaba como si estuviera navegando
por un mar encolerizado de olas de arena. En el asiento de atrás,
dos guardias uniformados, con pasamontañas y armados con fusiles
soportaban agarrados a las puertas cerradas el traqueteo de las
sacudidas. Al volante estaba Sabio, quien daba volantazos todo el
rato con la vista firme al frente y el resto de sus sentidos
completamente concentrados en ir deprisa, no volcar el vehículo y
llegar lo antes posible hasta los cuerpos sin vida de Edith y Ezra.
jueves, 29 de septiembre de 2016
Edith: cero
Ni siquiera se escuchaba el canto
de los grillos. La calma de fuera del hangar abandonado desentonaba
con el latido desbocado de los corazones confundidos de Edith y Ezra.
La pálida luz de la luna bañaba los alrededores, donde el hormigón
agrietado del suelo daba paso unos metros más allá a la tierra y
las piedras. La cortina oscura de la noche impedía ver más lejos de
la suave silueta del horizonte de dunas. Sus crestas y caídas se
encontraban con el azul marino de un cielo nocturno que caía
aplomado sobre ellos dos, cargando la atmósfera de una estática de
preocupación e incertidumbre. El hangar abandonado parecía surgido
de la nada en medio de la nada, y su terca estructura metálica no se
daba por vencida y se resistía a desaparecer, ya fuese por el
desgaste de los vientos polvorientos o por el enterramiento bajo las
montañas de arena. Allí permanecía el deteriorado refugio aquella
noche, cobijando con techos agujereados a dos hermanos confusos cuyas
vidas habían dado recientemente un giro tan brusco e inesperado como
incomprensible y aterrador. No sabían dónde estaban, ni quién los
había llevado hasta aquel lugar. Lo único de lo que disponían eran
las batas que cubrían sus cuerpos y los objetos que habían ido
encontrando por el camino. Él sostenía el táser con una mano y el
walkie con otra, mientras ella trataba de encajar en su cabeza el
mensaje que acababa de leer en la nota que había recogido del suelo.
jueves, 22 de septiembre de 2016
Edith: cuenta atrás - 1
“¿Estás bien?", le preguntó
Edith a su hermano, posando con cuidado la mano en su hombro. Ezra no
se dio por aludido y continuó intentando comunicarse con el hombre
misterioso del walkie, quien acababa de anunciarle que iba a morir
envenenado en unos pocos minutos. A pesar de sus denodados intentos
pulsando el botón del comunicador, el de aquella voz ominosa del
otro lado había decidido dejar de hablar definitivamente. Ezra se
sacudió la mano de su hermana del hombro y la miró con ojos
encendidos de furia.
jueves, 15 de septiembre de 2016
Edith: cuenta atrás - 2
Edith se apoyó en la esquina del
pasillo y se acercó al extremo hasta que su hombro casi asomó por
el borde. Se esforzó sin éxito en apaciguar su respiración
descontrolada. El aire entraba y salía movido por un pecho asustado
y desconcertado. No sabía cómo había terminado en aquel bloque de
celdas acolchadas ni era capaz de explicarse cómo, de repente, era
capaz de hacer desaparecer a cualquiera que se interpusiera en su
camino simplemente con pensarlo. Cerró los ojos para mantener la
cordura y centrarse en que, por muy descabellado que de repente le
pareciera todo, aquello que estaba viviendo no era cosa que su
extraña e imposible nueva realidad.
jueves, 8 de septiembre de 2016
Edith: cuenta atrás - 3
Ese precioso y fugaz momento
posterior al despertar, que no es otra cosa que un instante pasajero
en el que uno no es consciente de nada. La mente se queda en blanco y
el cuerpo se despierta despacio. Y, durante ese breve espacio de
tiempo, nada existe dentro de la persona. El paisaje mental es un
yermo blanco e inhóspito que, de súbito, se llena de pensamientos y
recuerdos, y la persona que antes dormía deja de ser un ente vacío
para convertirse en el mismo individuo que había sido justo antes de
perder la conciencia en el sueño. Justo en ese estado previo al
despertar se encontraba sumida Edith, hasta que empezó a recordar su
identidad propia, sus increíbles habilidades, la extraña celda
acolchada y, sobre todo, a su hermano Ezra. En concreto, recordó su
voz asustada sonando a través del teléfono. La memoria la sacó de
su ensueño y la trajo de vuelta a la realidad. Abrió los ojos sin
llegar a ver nada, ni recordar haberse quedado dormida. Tan solo
rememoraba formas borrosas e indefinidas. Luego, recordó haber visto
un fogonazo, y todo se había quedado oscuro después. Se sintió
extraña y ligera, pero incómoda y dispersa. Decidió que ya era
suficiente y parpadeó varias veces para aclararse la vista. La
realidad apareció delante de ella. Aún se encontraba dentro de la
celda, vestida únicamente con una bata blanca salpicada de sangre y
tumbada boca arriba sobre el suelo acolchado. Se sentía pegajosa y
le dolían las extremidades. Intentó incorporarse despacio, marcando
una mueca de dolor en su rostro, y entonces se percató de que la
puerta de su confinamiento estaba abierta y había dos guardias de
seguridad con cara de sorprendidos que la apuntaban directamente con
sus fusiles temblorosos.
jueves, 1 de septiembre de 2016
Edith: resultados
―¿Qué hace usted aquí?
―preguntó el doctor Miller según entró por la puerta del
despacho.
jueves, 25 de agosto de 2016
Edith: origen
La pared estaba completamente
cubierta de monitores, como si fuese un enorme panal de abejas. Sin
embargo, tan solo uno de ellos permanecía encendido, iluminando con
su mortecina luz gris el rostro serio del doctor Miller. Sentado a
escasos centímetros de la pantalla, mantenía la vista clavada en él
por encima de sus dedos cruzados. Vigilaba a la joven Edith, aún
inconsciente en el suelo de su celda acolchada. El aire olía al
cigarro que se consumía en el cenicero como un palo de incienso.
Dentro de su cabeza, el doctor no dejaba de preguntarse si había
hecho lo correcto con ella. Entonces, la puerta se abrió y apareció
una silueta oscura sujetando el pomo de la cerradura. Entró sin
hacer ruido, cerró la puerta y se apoyó en la pared a un lado. Se
recreó en el silencio aderezado con el zumbido eléctrico del
monitor. El olor del tabaco se había estancado dentro de la
habitación cerrada.
viernes, 19 de agosto de 2016
Edith: doctor
El rascacielos Inspirational: una
torre esbelta de cristal azul y metal cromado. Un hito más de la
humanidad, clavado con metal y hormigón en el asfalto de la ciudad,
que se elevaba como un espolón muy por encima del perfil irregular
del horizonte. Justo entre los rascacielos Reflexion e Illumination,
el Inspirational era el segundo más alto del círculo de
rascacielos, tan solo superado por el illumination, que los presidía
a todos como el frontal de una corona real puntiaguda que gobernaba
majestuosa en la llanura urbana. Edith ascendía despacio por la
fachada, muy pegada al cristal. De cuando en cuando, apoyaba la mano
en los salientes de las ventanas para tener un sitio al el que asirse
por si perdía el equilibrio. Sin embargo, lo que realmente había
perdido en aquel momento era la cuenta de pisos que había superado.
Evitó a toda costa mirar abajo y miró arriba en su lugar, para
comprobar si aún le quedaba mucho para alcanzar una azotea que
parecía no llegar nunca.
jueves, 11 de agosto de 2016
Edith: enemigo
Su hermano Ezra ya llegaba veinte
minutos tarde. Edith lo esperaba en el callejón de la parte trasera
de la biblioteca. No podía evitar mirar constantemente de un lado a
otro para vigilar las entradas y asegurarse de que únicamente su
hermano fuese quien apareciese. Miró hacia arriba. La biblioteca era
un edificio bajo, y el bloque de su espalda apenas tendría unos
siete pisos. Su intención era entregarse, pero mentalmente trazó un
plan de escapatoria por si la rodeaban y la cosa se ponía fea. Sería
arriesgado, pero, para escapar, volaría hasta la azotea de la
biblioteca y luego se impulsaría hasta la del bloque de pisos. Así
se libraría de cualquier encerrona, a no ser que apostaran
francotiradores en las cercanías, idea que le pareció exagerada.
jueves, 4 de agosto de 2016
Edith: huida
Patri no entendía por qué de
pronto su amiga Edith se comportaba como un animal enjaulado que
deambulaba de un lado para otro. Con el teléfono pegado a la oreja y
los dientes mordisqueando sus uñas, Edith se paseaba en círculos
delante de ella con la mirada perdida en el suelo. Justo después de
haber visto el principio del vídeo, Edith había reaccionado como si
Patri fuese invisible, luego había sacado su teléfono del bolso y
se había alejado unos pasos para separarse de ella. Patri
simplemente se quedó observándola, mientras sujetaba su propio
teléfono, todavía reproduciendo el vídeo de la chica libélula.
jueves, 28 de julio de 2016
Edith: amiga
Apenas había dormido la noche
anterior. Edith esperaba sentada en un banco del parque a que llegara
su amiga Patri. Nerviosa, no dejaba de mover el pie de arriba abajo.
Se sentía inquieta e inestable, como si hubiese perdido el marco de
referencia de su propia personalidad. El teléfono móvil comenzó a
zumbar. Lo sacó del bolsillo y vio el nombre de su hermano Ezra en
pantalla. Edith suspiró profundamente y se mantuvo firme en su
decisión de no contestar. Ya era la séptima vez que la llamaba
aquella mañana, pero a ella no le apetecía escuchar los reproches y
las ideas absurdas de él. Dejó que vibrara hasta que su hermano se
dio por vencido. Consultó el reloj. Ya eran las once menos cinco.
Cambió de postura apoyando las manos en el asiento. Cuando miró al
sendero de tierra de su izquierda, vio aparecer a Patri, quien la
saludaba efusivamente con una amplia sonrisa. Edith no se había
percatado de ello, pero también sonreía y, por un segundo, de su
cabeza desaparecieron todas las preocupaciones.
jueves, 21 de julio de 2016
Edith: consecuencia
Cerró la puerta de su
apartamento con llave y Edith se apoyó de espaldas en la puerta.
Dejó que su cuerpo cayera hasta quedarse sentada en el suelo.
Encogió las rodillas y escondió la cara detrás de los brazos
cruzados sobre ellas. Todavía notaba los fuertes latidos de su
corazón, latiendo como si estuviera justo detrás de sus tímpanos.
jueves, 14 de julio de 2016
Edith: poderes
El silencio era casi total.
Únicamente el sonido acuático de la piscina rompía la quietud
incómoda y tensa que se había adueñado de la noche. Ezra se
acomodó las gafas de sol que ocultaban su rostro y se interpuso
entre el vigilante armado y su temblorosa hermana, tan helada de frío
como congelada de miedo.
jueves, 7 de julio de 2016
Edith: poder
Aunque era de noche, Ezra miró hacia arriba a través
de las gafas de sol que ocultaban su rostro en parte. Con las estrellas de telón de fondo, su hermana
Edith temblaba de frío en lo alto del trampolín. Con suavidad, se
mecía sobre la tabla, totalmente protegida con rodilleras, coderas,
casco y gafas. Erguida y nerviosa, se balanceaba arriba y abajo sin
terminar de decidirse del todo a saltar al agua.
jueves, 30 de junio de 2016
Edith: agua
El coche avanzaba despacio y sin
apenas hacer ruido. El motor ronroneaba suavemente mientras la goma
de los neumáticos recorría el sucio asfalto de la calle trasera del
gimnasio del distrito. La luz naranja de las farolas iluminaba la
dañada carrocería del pequeño utilitario azul, que iba entre
sombras y luces. Con más kilómetros a sus espaldas que cuidados por
parte de su dueño, la maquinaria funcionaba, siempre diligente y sin
averías. La dirección giró suavemente y el coche se detuvo delante
de la valla de alambre. En el interior del coche, Ezra bajó la
cabeza para comprobar por la ventanilla la altura del vallado. Tenía
unos cuatro metros y los tubos de soporte terminaban con un saliente
inclinado hacia fuera con alambre de espino entre ellos. Ezra suspiró
y miró a su hermana, sentada en el asiento del copiloto. Ella ya se
había puesto las protecciones en codos y rodillas y estaba
terminando de ajustarse la correa del casco debajo de la barbilla.
jueves, 23 de junio de 2016
Edith: miedo
Edith se acomodó en el sofá y
miró a su hermano con cara de no dar crédito a lo que acababa de
escuchar.
jueves, 16 de junio de 2016
Edith: conversación
―¡Pero qué dices! ―Ezra se
llevó las manos a la cabeza. Mientras, su hermana examinaba el móvil para asegurarse de que él no había grabado
ningún vídeo de ella volando por el salón. Ezra no comprendía por
qué ella prefería guardar en secreto su don recién descubierto―.
Eso que puedes hacer puede solucionar tu vida... nuestra vida. Serás
famosa. ¿De verdad que no quieres que nadie sepa esto?
jueves, 9 de junio de 2016
Edith: reacción
La intensa emoción que sintió
Edith le hizo perder la concentración y sus pies volvieron a tocar
el suelo.
jueves, 2 de junio de 2016
Edith: despertar
―¡Pero si estás bien! ¿Se
puede saber entonces a qué vino lo de antes? De verdad, espero que,
sea lo que sea, merezca la pena ―fue lo que dijo Ezra al atravesar
la puerta de entrada―. No sé a qué viene tanta urgencia. Podrías
haberme contado algo con un mensaje en vez de dejarme en ascuas y
hacerme venir todo el camino hasta aquí.
jueves, 26 de mayo de 2016
jueves, 19 de mayo de 2016
Pasión inventada
Se puso las gafas y empezó a
leer el texto en voz alta:
“Y cuando llegue la noche,
existiré únicamente para ti. Solo soy un alma enamorada y
encandilada por la luz inagotable de tu figura, de la cual sigo lejos
de ser digno. Envueltos los dos en las sombras y en las sábanas, te
susurraré, muy bajo, mi amor al oído. Encima de ti, compartimos los
dos el mismo calor que sonroja nuestras caras. Dejaré que se
deslicen mis sentimientos de ternura, desde tus oídos hasta tu
mente, por medio de palabras temblorosas que apenas pueden escucharse
por encima de nuestras respiraciones aceleradas y cálidas. Suave,
muy suave, mordisquearé los delicados y tersos lóbulos de tus
orejas para luego desatar con mis labios un baile de caricias y piel
de gallina que bajará por tu cuello despacio y sin prisas,
recreándose en cada poro de tu piel para hacerlo rebosar de placer y
escalofríos. Peregrinaré con besos por encima de tus sonrosadas
mejillas y alcanzaré mi destino cuando mis labios presionen los
tuyos como si trataran de devorarlos con un apetito insaciable. Me
comeré tus palabras y me tragaré tus sollozos, mientras no paro de
recordarte en cada segundo lo increíblemente hermosa que eres,
recorriendo con las puntas de mis dedos las subidas y bajadas de las
deliciosas curvas de tu cintura desnuda.
jueves, 12 de mayo de 2016
Llanto final: La Montaña de las Lágrimas
“Ya hemos llegado”. Zimmer
todavía recuperaba el aliento después de haber subido por la
pedregosa y empinada pendiente del monte. Colocó los brazos en jarra
y echó la vista atrás. Gerard todavía estaba subiendo a duras
penas por la loma, siguiendo las pisadas que su amigo había dejado
tras de sí. Tras unos inesperados resbalones sobre la tierra suelta,
Gerard alzó la mano y Zimmer lo ayudó a llegar hasta él. Exhausto
por el esfuerzo y la falta de costumbre, Gerard notaba los muslos
cargados y los gemelos ardiendo. Jadeante y con la boca seca, se
apoyó sobre las rodillas para apaciguar los acelerados latidos de su
corazón fatigado. “Es una auténtica maravilla”, pronunció
Zimmer, que parecía inmune al cansancio y cuya mirada destellaba a
causa del festín de belleza paisajística de la que gozaba desde
aquel punto alto. Gerard levantó la vista del suelo para beber un
poco de su cantimplora, pero el agua apenas llegó a rozar sus
labios. De súbito también se había quedado prendado por la asombrosa
vista que se encontró delante.
jueves, 5 de mayo de 2016
Llanto noveno: Sangre
―¿De verdad estás rompiendo
conmigo por teléfono? ―preguntó Sandra, claramente molesta, yendo
nerviosa de un lado para otro en el cuarto de baño.
jueves, 28 de abril de 2016
Llanto octavo: Hermanas
Penélope se lavaba las manos sin levantar la vista de la cerámica.
Nunca le había gustado ver su reflejo en el espejo, a pesar de que,
en aquella ocasión, estrenaba el vestido que se había comprado
exclusivamente para salir de fiesta con sus nuevas hermanas aquella
noche. Tras la ceremonia del día anterior, ellas cinco eran como
auténticas hermanas, y ese era un motivo más que suficiente para
salir a celebrarlo. Penélope frotaba concienzudamente las manos
entre sí para enjuagarse el jabón, y apretó los labios. A pesar
del intenso estímulo inicial, la noche no estaba resultando ir como
ella había imaginado. Mismo centro comercial, misma terraza, misma
música y mismos babosos que no dejaban de entrarle para ligar con
ella, y, a medida que avanzaba la noche, los halagos que le lanzaban
olían cada vez más a alcohol. Al menos, en aquel instante en el
servicio de chicas, Penélope disfrutaba de algo soledad, y se recreó
en el tracto húmedo y fresco del agua que limpiaba sus manos. Se
fijó durante un instante en el reciente tatuaje de la palma de su
mano izquierda. La estrella azul encerrada en un círculo del mismo
color le recordaría, a partir de ahora y en cada momento, que
existía un vínculo inquebrantable con sus hermanas, y este estaba
destinado a prolongarse durante todas sus vidas. Esa idea la
reconfortó. Ya nunca volvería a estar sola como antes. Sin casi
percatarse de ello, una sonrisa muy leve se esbozó en su rostro y la
luz parpadeó varias veces con un zumbido eléctrico que fue y vino,
hasta que al final el lugar quedó completamente a oscuras.
jueves, 21 de abril de 2016
Llanto séptimo: Lorenzo deKai
Martes por la mañana, y David tomaba su desayuno de pie al lado de
la encimera. Bebía sorbos de su café mientras de fondo sonaba el
informativo del canal de noticias veinticuatro horas. El presentador
informaba de lo de siempre, y David hacía también lo de siempre:
dejar que su mente se dispersara sin control por toda la cocina con
la vista perdida y el vago recuerdo mental del sueño, cruelmente
interrumpido, de la noche anterior. El timbre de la puerta sonó de
pronto, de modo que dejó la taza sobre la encimera y se acercó a
abrir. “Buenos días”, le dijo el sonriente cartero cuando David
abrió. “¿Es usted Lorenzo deKai?”.
jueves, 14 de abril de 2016
Llanto sexto: Sirena
Desde su barca, “La Gran Jane”, el Gran Joe lanzó la línea de
la caña lo más lejos posible y dejó caer el cebo en el agua del
lago. Luego, encajó la caña en el soporte y se sentó plácidamente
en la silla mientras abría una lata de cerveza. Ahora solo tendría
que esperar a que picasen. Aunque el panorama a su alrededor
sobrecogía a causa de la belleza natural realzada por los intensos
colores de un atardecer de otoño, el Gran Joe ya tenía aquel sitio
más que visto. Dejó la cerveza a un lado y se puso las gafas de
cerca, que llevaba colgadas al cuello, con el propósito de descifrar
cómo se manejaba aquella tableta que le había regalado su ahijado.
Según este, con aquel aparato tan delgado y fino como una lámina de
cartón, el Gran Joe podría hacer de todo, incluso escuchar la
radio, que era lo que le pedía su robusto cuerpo en aquel momento.
Entornó los ojos cuando deslizó el índice sobre la pulida
superficie para desbloquear la pantalla. Asintió satisfecho cuando
se desplegó toda una serie de iconos coloridos, y llenaron la
pantalla de detalles y de animaciones vistosas. Hora, fecha,
temperatura, brújula... Su dedo sobrevoló la pantalla en busca de
la palabra “radio”, pero no la encontraba por mucho que
recorriese una y otra vez la interminable serie de iconos que
aparecían pantalla tras pantalla. De pronto, encontró la aplicación
que buscaba y pulsó sobre ella. “Error de conexión”, fue el
mensaje que pudo leer justo a continuación. El Gran Joe dibujó una
mueca de decepción en su cara y, de reojo, miró a su fiel radio
portátil aguardándole justo al lado de la nevera portátil, en la
que había traído las cervezas. Sin dudarlo ni un segundo más,
encendió su radio, tomó un nuevo sorbo de la cerveza y colocó la
lata sobre la pantalla de la tableta, que se apagó para volver al
estado de reposo. “Sí que sirve para todo el chisme ese”,
concluyó el Gran Joe al usar el aparato como posavasos. Tomó aire,
fresco y limpio, y dejó que su vista vagara, primero, por la
arboleda que bordeaba el lago y, luego, se zambulló en sus
pensamientos al suave compás de las notas de la música clásica de
la emisora sintonizada. El cebo seguía intacto en el agua, y el Gran
Joe se quedó dormido sin darse cuenta.
jueves, 7 de abril de 2016
Llanto quinto: Novia
Como era habitual, el viejo Micah caminaba solo pendiente abajo por
la acera. Poco le importaba la hora de la madrugada que fuese. Sabía
que era de noche, y que ya era tarde, por lo tanto, había llegado el
momento de regresar a su rincón favorito de la ciudad para pasar la
noche. Se trataba de un recoveco pequeño, pero acogedor, en el
callejón de la parte trasera de la pizzería Giulio´s. Un remanso
de silencio y tranquilidad, sin humedades, ni contenedores, ni ojos
curiosos ni, sobre todo, gamberros aficionados a apalear a
vagabundos. Micah iba por la acera, despacio y sin movimientos
bruscos, mientras sujetaba el manillar de su desvencijado carrito de
la compra, que traqueteaba sobre los adoquines y las grietas
malintencionadas que no dejaban de intentar volcarlo. El esquelético
vehículo tenía la rueda trasera derecha atascada y algunas de las
finas varillas de metal de su chasis estaban abolladas, señal
inequívoca de la dura vida que había llevado aquel pobre carrito
desde que un día se vio abandonado en un aparcamiento. Sin embargo,
ahora, en manos de Micah, el carrito había encontrado una nueva
vida. Quizás más dura y desagradecida que la anterior, pero una
vida, al fin y al cabo, en la que volvía a ser útil para alguien.
En su nueva vida, ya no portaba productos de supermercado en su
interior, sino cartones desgastados y mantas roídas y sucias, que
era todo y cuanto Micah poseía. Micah y su carrito eran
inseparables.
jueves, 31 de marzo de 2016
Llanto cuarto: Samy
Greg se detuvo delante de la
puerta del dormitorio de su hija, suspiró y se apoyó en el marco.
Echó un vistazo dentro, pero no encontró a la pequeña Diana por
ninguna parte. El cuarto estaba tan a oscuras que difícilmente podía
ver el color rosa pastel de las paredes, las pegatinas de mariposas
en el cabecero de la cama o las estanterías repletas de muñecas. La
única luz que entraba en aquella habitación era la que provenía
del pasillo y convertía a Greg en una silueta oscura en el umbral.
Estuvo a punto de llamar a su hija en voz alta, pero justo en ese
momento escuchó su sollozo. La pequeña se había escondido debajo
de la cama.
jueves, 24 de marzo de 2016
Llanto tercero: Transparente
Lys vive en un abismo solitario
del que la gente corriente no ha oído hablar nunca. Los minutos, las
horas, los días... Todo el tiempo pasa igual para ella: monótono,
repetitivo y cansino. Nada cambia, nada se queda, nada permanece.
Nadie se preocupa, nadie se queda, nadie la quiere. La única
constante en su vida es el vacío, y con él convive. Un amante vacuo
y cruel que responde con silencio hiriente a sus gritos de socorro, a
sus peticiones desesperadas por que alguien la mire, le sonría y le
pregunte que qué tal está. Pero ese momento soñado de alivio
parece no llegar nunca, y la rebeldía del principio fue tornándose
con el tiempo en conformismo, y luego en apatía hasta llegar al día
de hoy. “¿Para qué molestarse en nada si nada va a cambiar?”,
pensaba, reflexionando para sí misma, para ella misma, la única, la
eterna, la fiel amiga propia y única persona de este mundo que se
preocupaba verdaderamente por sus propios pensamientos. “¿Para qué
esforzarme si nadie puede verme?”.
jueves, 17 de marzo de 2016
Llanto segundo: Amorte
―Gracias por venir tan rápido,
Gordon ―fue lo primero que dijo Mathias al abrir la puerta de su
casa―. No te habría molestado si no fuera verdaderamente
importante.
jueves, 10 de marzo de 2016
Llanto primero: Loba
El coche avanzaba con dificultad
por el sendero de tierra, que apenas se podía adivinar entre la
maleza del camino. Laura conducía con las dos manos firmes sobre el
volante del turismo, soportando las sacudidas de la dirección, que
sufría abriéndose camino entre las rocas. De reojo, echó un
vistazo a su hermana. Saray guardaba silencio y miraba por la ventana
distraída con el lento paso de los árboles con la luz de la tarde
de fondo. Laura sopesó si decir algo, pero ya había discutido
hacía unos minutos con Saray, y todavía notaba en su propia cara el
calor del enfado que le había hecho coger. Laura ya no creía en que
volver a sacar el tema de la decisión de su hermana fuese a cambiar
algo, de modo que reafirmó sus manos en el volante y se concentró
en no perder la vaga senda que se adentraba en el bosque y terminaba
unos kilómetros más adelante, en la arboleda más profunda y menos
transitada. Según Saray, el lugar perfecto para desaparecer para
siempre.
jueves, 3 de marzo de 2016
Nota del autor
¡Muy buenas a todos!
Bueno, escribo esta nota para disculparme por el retraso y para avisar de que ya está disponible la segunda parte de "Lady Noche". Espero que os guste.
Muchas gracias por estar ahí.
¡Saludos!
Aio
Bueno, escribo esta nota para disculparme por el retraso y para avisar de que ya está disponible la segunda parte de "Lady Noche". Espero que os guste.
Muchas gracias por estar ahí.
¡Saludos!
Aio
Lady Noche (Segunda parte de dos)
El capitán de policía Ricken
seguía absorto delante de la ventana, contemplando la noche de su
ciudad corrompida. Parpadeó de repente, para salir de su ensoñación
pasajera, y giró levemente el rostro, hacia la esquina más oscura
de su despacho.
jueves, 11 de febrero de 2016
Lady Noche (Primera parte de dos)
El despacho permanecía en la penumbra de la noche. El capitán de
policía Ricken contemplaba la que consideraba su ciudad a través de
la persiana. Dejó que la vista vagara entre los perfiles de los
edificios oscuros, cuyas ventanas se encendían y apagaban de vez en
cuando. Suspiró y se fijó en cómo los pecados de cada uno de los
ciudadanos se elevaban y diluían en el aire de la noche en forma de
columnas de vapor y humo de tráfico.
jueves, 4 de febrero de 2016
Brindis al sol
Apenas se podía distinguir la
forma de la nave en las alturas celestes del cielo. Se encontraba a
tal altura que tan solo se distinguía el destello brillante de su
fuselaje. Una columna de humo ascendente, cuyo origen se perdía
entre el horizonte de hormigón de la ciudad, dejaba descrito en el
firmamento el ascenso imparable de la nave hacia las fronteras de la
atmósfera.
jueves, 28 de enero de 2016
Sujeto de prueba 001 (Séptima parte de siete)
Lunes, 21 de mayo del 2035
Valoración final del doctor
Pablo Silar
jueves, 21 de enero de 2016
Sujeto de prueba 001 (Sexta parte de siete)
Día 5, sábado, 12 de mayo del
2035.
Signos vitales:
Temperatura: No.
Pulso: Lo.
Presión arterial: Sé.
jueves, 14 de enero de 2016
Sujeto de prueba 001 (Quinta parte de siete)
Día 4, viernes, 11 de mayo del
2035.
Signos vitales:
Temperatura: 42º.
Pulso: 115.
Presión arterial: 153 / 97.
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