Apenas se podía distinguir la
forma de la nave en las alturas celestes del cielo. Se encontraba a
tal altura que tan solo se distinguía el destello brillante de su
fuselaje. Una columna de humo ascendente, cuyo origen se perdía
entre el horizonte de hormigón de la ciudad, dejaba descrito en el
firmamento el ascenso imparable de la nave hacia las fronteras de la
atmósfera.
En la azotea del edificio, Ben
tomó otro sorbo de su lata de cerveza y se acomodó en su silla de
playa, sin apartar la mirada del cohete que se elevaba hasta parecer
que partía el cielo en dos. André parpadeó y apartó la mirada del
horizonte para mirar a su amigo, sentado a su lado. Se fijó en su
ceño fruncido y notó que apretaba los dientes de vez en cuando.
―Le irá bien ―dijo André,
cuya voz sonó por encima del murmullo lejano de los propulsores.
―Eso no lo sabes, André. No
digas que le irá bien, porque no lo sabes. No sabes si a ella le irá
bien allí arriba o si a nosotros nos irá bien aquí abajo. Tan solo
ten por seguro que todo lo que suceda a partir de ahora va a ser una
auténtica mierda para todos ―y tomó otro sorbo―. La verdad es
que me alegro por ella. En el fondo sé que en esa nave al menos
tiene alguna posibilidad de sobrevivir.
―Nosotros también la tenemos,
aunque nos hayamos quedado aquí.
Ben resopló y miró fijamente a
su amigo.
―Tío, cuando llegue esa lengua
de fuego solar que dicen, créeme que desearás estar lo más lejos
posible de este jodido planeta. Los que van en esa nave ―señaló
con la misma mano con la que sostenía la bebida fría― son los que
quedarán de nosotros cuando todo esto pase.
―No digas eso. Aquí hay
refugios, escondites... Incluso leí que en las afueras de Larme
están acondicionando una cueva en la que podrían sobrevivir hasta
cien familias. Por lo visto son unas cámaras enormes bajo capas de
un tipo de piedra que puede absorber la...
―André, por favor, despierta.
No hay posibilidad de escapar de esto. Estamos jodidos, y estamos
solos. Ya nadie va a venir a rescatarnos. Nuestra única opción es
desaparecer.
André se quedó contemplando a
su amigo y dejó que el silencio se hiciera incómodo.
―¿Qué? ¿Qué pasa? ―preguntó
Ben, molesto―. ¿Estoy mintiendo acaso?
―Oye, sé que es una putada que
en el sorteo de asientos tu familia quedara fuera de la nave y no
pudieras acompañar a Cárol, pero eso es lo que hay. Hay que
afrontarlo. Eso tampoco va a cambiar, como tú dices. Pero eso no te
da derecho a bajar los brazos, rendirte y empezar a compadecerte de
ti mismo.
―¡Cómo! ¿En serio? Dime que
no vas a empezar a darme la chapa, André. Por favor, dime que no lo
vas a hacer. ¿No te basta con que sea el puto fin del mundo? ¿Encima
tienes que venir tú ahora a decirme cómo debo sentirme o qué debo
hacer?
―No, no quiero darte la chapa,
Ben. Solo quiero que no te rindas. Todos luchamos para sobrevivir. Ha
llegado el momento de que cada persona luche. Tú también debes
luchar, Ben. No debes rendirte. Estoy seguro de que los que luchan,
sobrevivirán. De algún modo. Es simple selección natural.
―Contra esto no se puede
luchar, André. El sol va a reventar y nos va a pillar de lleno.
¿Cómo quieres luchar contra un puto suceso cósmico? Ante esto solo
queda huir. En esa jodida nave que ahora mismo está fuera de nuestro
alcance.
―Esa nave es un bote
salvavidas. Nada más. Va a estar flotando en el espacio durante unos
años y luego regresará. Y cuando vuelva, las personas de dentro se
reencontrarán con nosotros. Con los que luchamos para sobrevivir. Se
reencontrarán con nosotros, Ben. Tienes que seguir adelante.
Volverás a verla, seguro.
―Para entonces será demasiado
tarde. Seguro que conocerá a alguien en esa jodida nave y...
―Ben,
eso tú tampoco lo sabes. Pero debes estar preparado y estar aquí,
reconstruyendo lo que quede de la humanidad y dispuesto a volver a
verla. No debes rendirte. Superaremos esto, luchando todos juntos.
―¿Desde cuándo te has vuelto
mi gurú espiritual? ―Ben dibujó una sonrisa fugaz al tiempo que
se enjuagó rápidamente la lágrima que empezaba a caerle.
―Tan solo soy tu amigo, Ben.
André cogió una cerveza de la
nevera portátil y abrió la lata. Alzó la bebida al cielo e invitó
a su amigo a hacer lo mismo con un gesto de cabeza.
―Por la humanidad ―pronunció
André, lleno de orgullo.
―Por la humanidad... y por
Cárol ―añadió luego un tembloroso Ben.
A continuación ambos bebieron
mirando la nube de humo que empezaba a disiparse. El sol de la tarde
iluminaba a la pareja de amigos sentados en la azotea de su edificio.
―Lucharemos, Ben. Lucharemos y
sobreviviremos. Joder, ya te digo. Sobreviviremos.
Hola Aio!
ResponderEliminarQué historia! Triste, pero con.un.fuerte mensaje. No te rindas, jamás...
Me ha encantado ^^ Voy a leer la siguiente, jejee Hoy, dos en un día! ;)
Hasta ahoraaa
¡Hola, Carmen!
EliminarLa verdad es que esta historia me quedó muy en plan peli "Deep Impact", pero me apetecía escribirla. ^^
Muchísimas gracias por leerla y por tu comentario.
¡Nos seguimos leyendo! ¡Un abrazo fuerte!