jueves, 4 de febrero de 2016

Brindis al sol

Apenas se podía distinguir la forma de la nave en las alturas celestes del cielo. Se encontraba a tal altura que tan solo se distinguía el destello brillante de su fuselaje. Una columna de humo ascendente, cuyo origen se perdía entre el horizonte de hormigón de la ciudad, dejaba descrito en el firmamento el ascenso imparable de la nave hacia las fronteras de la atmósfera.


En la azotea del edificio, Ben tomó otro sorbo de su lata de cerveza y se acomodó en su silla de playa, sin apartar la mirada del cohete que se elevaba hasta parecer que partía el cielo en dos. André parpadeó y apartó la mirada del horizonte para mirar a su amigo, sentado a su lado. Se fijó en su ceño fruncido y notó que apretaba los dientes de vez en cuando.

Le irá bien ―dijo André, cuya voz sonó por encima del murmullo lejano de los propulsores.

Eso no lo sabes, André. No digas que le irá bien, porque no lo sabes. No sabes si a ella le irá bien allí arriba o si a nosotros nos irá bien aquí abajo. Tan solo ten por seguro que todo lo que suceda a partir de ahora va a ser una auténtica mierda para todos ―y tomó otro sorbo―. La verdad es que me alegro por ella. En el fondo sé que en esa nave al menos tiene alguna posibilidad de sobrevivir.

Nosotros también la tenemos, aunque nos hayamos quedado aquí.

Ben resopló y miró fijamente a su amigo.

Tío, cuando llegue esa lengua de fuego solar que dicen, créeme que desearás estar lo más lejos posible de este jodido planeta. Los que van en esa nave ―señaló con la misma mano con la que sostenía la bebida fría― son los que quedarán de nosotros cuando todo esto pase.

No digas eso. Aquí hay refugios, escondites... Incluso leí que en las afueras de Larme están acondicionando una cueva en la que podrían sobrevivir hasta cien familias. Por lo visto son unas cámaras enormes bajo capas de un tipo de piedra que puede absorber la...

André, por favor, despierta. No hay posibilidad de escapar de esto. Estamos jodidos, y estamos solos. Ya nadie va a venir a rescatarnos. Nuestra única opción es desaparecer.

André se quedó contemplando a su amigo y dejó que el silencio se hiciera incómodo.

¿Qué? ¿Qué pasa? ―preguntó Ben, molesto―. ¿Estoy mintiendo acaso?

Oye, sé que es una putada que en el sorteo de asientos tu familia quedara fuera de la nave y no pudieras acompañar a Cárol, pero eso es lo que hay. Hay que afrontarlo. Eso tampoco va a cambiar, como tú dices. Pero eso no te da derecho a bajar los brazos, rendirte y empezar a compadecerte de ti mismo.

¡Cómo! ¿En serio? Dime que no vas a empezar a darme la chapa, André. Por favor, dime que no lo vas a hacer. ¿No te basta con que sea el puto fin del mundo? ¿Encima tienes que venir tú ahora a decirme cómo debo sentirme o qué debo hacer?

No, no quiero darte la chapa, Ben. Solo quiero que no te rindas. Todos luchamos para sobrevivir. Ha llegado el momento de que cada persona luche. Tú también debes luchar, Ben. No debes rendirte. Estoy seguro de que los que luchan, sobrevivirán. De algún modo. Es simple selección natural.

Contra esto no se puede luchar, André. El sol va a reventar y nos va a pillar de lleno. ¿Cómo quieres luchar contra un puto suceso cósmico? Ante esto solo queda huir. En esa jodida nave que ahora mismo está fuera de nuestro alcance.

Esa nave es un bote salvavidas. Nada más. Va a estar flotando en el espacio durante unos años y luego regresará. Y cuando vuelva, las personas de dentro se reencontrarán con nosotros. Con los que luchamos para sobrevivir. Se reencontrarán con nosotros, Ben. Tienes que seguir adelante. Volverás a verla, seguro.

Para entonces será demasiado tarde. Seguro que conocerá a alguien en esa jodida nave y...

Ben, eso tú tampoco lo sabes. Pero debes estar preparado y estar aquí, reconstruyendo lo que quede de la humanidad y dispuesto a volver a verla. No debes rendirte. Superaremos esto, luchando todos juntos.

¿Desde cuándo te has vuelto mi gurú espiritual? ―Ben dibujó una sonrisa fugaz al tiempo que se enjuagó rápidamente la lágrima que empezaba a caerle.

Tan solo soy tu amigo, Ben.

André cogió una cerveza de la nevera portátil y abrió la lata. Alzó la bebida al cielo e invitó a su amigo a hacer lo mismo con un gesto de cabeza.

Por la humanidad ―pronunció André, lleno de orgullo.

Por la humanidad... y por Cárol ―añadió luego un tembloroso Ben.

A continuación ambos bebieron mirando la nube de humo que empezaba a disiparse. El sol de la tarde iluminaba a la pareja de amigos sentados en la azotea de su edificio.

Lucharemos, Ben. Lucharemos y sobreviviremos. Joder, ya te digo. Sobreviviremos.

2 comentarios:

  1. Hola Aio!
    Qué historia! Triste, pero con.un.fuerte mensaje. No te rindas, jamás...
    Me ha encantado ^^ Voy a leer la siguiente, jejee Hoy, dos en un día! ;)
    Hasta ahoraaa

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    1. ¡Hola, Carmen!

      La verdad es que esta historia me quedó muy en plan peli "Deep Impact", pero me apetecía escribirla. ^^

      Muchísimas gracias por leerla y por tu comentario.

      ¡Nos seguimos leyendo! ¡Un abrazo fuerte!

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