jueves, 16 de junio de 2016

Edith: conversación

¡Pero qué dices! ―Ezra se llevó las manos a la cabeza. Mientras, su hermana examinaba el móvil para asegurarse de que él no había grabado ningún vídeo de ella volando por el salón. Ezra no comprendía por qué ella prefería guardar en secreto su don recién descubierto―. Eso que puedes hacer puede solucionar tu vida... nuestra vida. Serás famosa. ¿De verdad que no quieres que nadie sepa esto?


Edith le devolvió el teléfono tras la comprobación. Ezra se percató de que ahora ella no lo miraba directamente a la cara. Daba la impresión de que Edith había sufrido uno de sus cambios repentinos de humor. Aunque al principio se sintió fuera de sí de la emoción, ahora la chica no tenía ni idea de cómo manejar su nuevo poder ni de qué consecuencias podría traer para ella.

No lo sé. No estoy segura de qué hacer. Pero creo que de momento prefiero que no se sepa. Mira, no sé por qué puedo hacer esto ni si es permanente ni si durará. Pero si lo doy a conocer, me cambiará la vida de sopetón ―concluyó ella, levantando la mirada― No sé si quiero eso.

Edith, escucha. Dices que te cambiará la vida, pero no veo cómo eso puede ser malo para ti. Ahora mismo no tienes trabajo. Y, sinceramente, después de tu accidente, tampoco te he visto que salgas a buscarlo. De hecho, no te he visto que salgas para nada de nada. Entiendo que no quieras volver a conducir en un tiempo. ¡Pero ya ni siquiera sales con tus amigas a pasear por el barrio! Por lo que sea, te has recluido aquí dentro como si te diera miedo todo el mundo de ahí fuera o como si pensaras que vas a tener otro accidente simplemente por poner un pie en la calle. Y ahora, vete tú a saber por qué, descubres que puedes flotar sobre el suelo. ¡Volar, Edith! ¡Puedes volar! Y, para colmo, decides que no se lo quieres decir a nadie. ¡Pero si es lo mejor que te podría pasar! Desde luego que te cambiará la vida si esto se sabe, pero para mejor. Te llamarían de todas partes. Darías entrevistas, conferencias... Conocerías gente... No sé... De todo. Puede que hasta hagan películas contigo. ¿Sabes lo que facilitaría un rodaje si uno de sus actores pudiese volar?

No me puedo creer que estés pensando en eso ahora mismo ―Edith se dejó car sobre el sofá y se abrazó de nuevo al cojín para que la protegiese de la gran ola de realidad y angustia que se le venía encima―. ¿Desde cuándo te has convertido en mi representante?

Edith, si yo pudiera volar como tú, ni me lo pensaba. Ya estaría subiendo el vídeo a internet.

Edith perdió la vista en la alfombra.

¿Y si esto no es tan bueno como parece? ―comentó ella muy despacio―. ¿Y si es alguna secuela del accidente? ¿Y si es algún síntoma de algo grave?

Ezra se sentó a su lado y pasó su brazo por encima de su hermana.

Edith, el accidente ya pasó y lo superaste. Vale que fue una experiencia dura para ti y para todos, pero ya quedó atrás. Debes pensar que eso ya forma parte de tu pasado y gracias a ello ahora eres más fuerte que antes.

No me siento más fuerte ―Edith subió los pies al sofá y escondió el rostro entre las rodillas―. La sensación de estar sobre el suelo es una verdadera pasada, de verdad. Pero, ¿y si me caigo en pleno vuelo? ¿Y si me desconcentro, me doy un golpe y me vuelvo a hacer daño? ¿Y si esto hace que vuelva al hospital? No sé si podría soportarlo una segunda vez.

Su hermano la atrajo para sí y la abrazó con fuerza. En realidad, él también desconocía los límites de su habilidad.

Tranquila, hermanita ―la consoló él―. Lo haremos a tu modo. Iremos poco a poco con esto. Y no te preocupes por caerte, de momento solo has volado sobre el suelo de tu piso.

Un pregunta apareció de repente en la cabeza de Ezra.

Edith..., ¿qué altura crees que podrías alcanzar?

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