Nada,
nunca, nadie
Los
días pasaban sin parar
Nada,
nunca, nadie
Cada
vez tenía más peso que cargar.
Solitario
y hastiado,
un eco
de preguntas mudas.
Cansado
y desalentado
reza
para que la esperanza acuda.
El
cielo ya no brilla,
tan
solo envuelve con lluvia y frío.
El sol
no calienta,
ilumina
con un tono gris su desvarío.
“Algo,
más allá”
le
decían sus ojos a su cabeza.
“Algo,
más allá”
Pero
carecía de cualquier certeza.
“La
luz cae de las alturas”
pensaba
en voz rota y alta.
“Igual
caeré yo si vuelo,
alas
para encontrarla me faltan”.
Miró
lo que tocaban sus pies,
suelo
sucio, polvoriento y descuidado.
Palpó
lo que tocaban sus pies,
tierra
suelta del planeta deshabitado.
“Condenado
estoy a vivir en tierra,
lejos
de esa luz de las alturas.
Pero
mis ojos me lo han dicho,
que
existe eso que aún no he visto.
Luz
alta e inalcanzable,
demostraré
tu existencia sin supuestos.
Luz
sospechosa e intocable,
iré a
encontrarme abajo con tu opuesto”.
Luz
para que haya oscuridad,
conceptos
que se aúnan,
Oscuridad
para que haya luz,
empezó
a cavar para que ambos se reúnan.
Solo
usó sus manos,
y su
cuerpo fue despareciendo,
Solo
usó su fuerza,
y el
agujero lo fue engullendo.
En las
profundidades se adentró,
“Oscuridad
quiero yo”
En las
profundidades se hundió,
hasta
que ya nada vio.
Nada,
nunca, nadie.
Los
días pasaban en tinieblas.
Nada,
nunca, nadie
cordura
diluida en negras nieblas.
Profundidad
y soledad,
Cada
vez más abajo, cada vez más loco.
Abajo y
sucio.
Cada
vez más cerca, cada vez más roto.
Y la
tierra dio paso a los ladrillos,
extraños
y misteriosos
piezas
quebradizas que cedieron,
y
dieron con su cuerpo en un pozo.
Caída,
golpe y dolor.
Nadie,
nunca, nada.
Ya no
más.
Nadie,
nunca y dolor.
A
tientas, estrechos pasadizos.
Despacio,
recorre la senda escondida.
Tropezones
y tropiezos
y una
voz femenina que desde arriba lo veía.
Tono
dulce y embriagador,
palabras
de una imposible criatura,
piadosa
y apenada,
moradora
de las sombras oscuras.
“Buscas
luz en mis tenebrosas ruinas,
pero
aquí la claridad no se revela.
Dime,
la curiosidad me domina:
¿es
este de verdad el camino que anhelas?
Mi
reino es oscuridad absoluta,
tus
manos incautas no verán luz en esta gruta.
Y ahora
estás aquí atrapado,
pues,
en la caída, la subida de regreso te has negado”.
Y luego
la voz quedó callada,
Ninguna
palabra más se oyó.
La
criatura no era culpable
de la
caída que él sufrió.
Obstinado
y orgulloso,
los
rincones del reino él exploró.
A solas
con visiones trastornadas,
a solas
solo él se quedó.
Oscuridad
más negra encontró,
lejos
de aquel profundo agujero,
Oscuridad
absoluta lo inundó,
A solas
solo él se quedó.
¡Hola Aio!
ResponderEliminarVaya, no sabía que también escribías poesía. Y muy bien por lo que he podido comprobar. Busca la luz, y termina por encontrar la oscuridad. Me ha gustado la parte en la que dices:
"Luz para que haya oscuridad,
conceptos que se aúnan,
Oscuridad para que haya luz,
empezó a cavar para que ambos se reúnan."
¡Un abrazo! Y sigo leyendo ^^
¡Hola, Carmen!
EliminarDe nuevo, muchísimas gracias por tu comentario. La verdad es que no suelo escribir poesía, y esto es tan solo un intento a ver cómo quedaba. Me alegro mucho de que te haya gustado.
¡Un abrazo muy fuerte! ¡Nos seguimos leyendo!