Greg se detuvo delante de la
puerta del dormitorio de su hija, suspiró y se apoyó en el marco.
Echó un vistazo dentro, pero no encontró a la pequeña Diana por
ninguna parte. El cuarto estaba tan a oscuras que difícilmente podía
ver el color rosa pastel de las paredes, las pegatinas de mariposas
en el cabecero de la cama o las estanterías repletas de muñecas. La
única luz que entraba en aquella habitación era la que provenía
del pasillo y convertía a Greg en una silueta oscura en el umbral.
Estuvo a punto de llamar a su hija en voz alta, pero justo en ese
momento escuchó su sollozo. La pequeña se había escondido debajo
de la cama.
Contenido
- Boda de ladrones
- Cielo cromado
- Claudio
- Diario
- Dormiré contigo
- Edith
- El fin
- El manantial
- El testamento del dragón
- En busca de
- Flora
- Grietas en el cielo
- Historias con latido
- Historias cortas
- Imágenes con latido
- La mansión
- La nueva vida de Dana
- Lady Noche
- Lágrimas de sueño
- Lana Mandala
- Las cuatro insidiosas
- Latidos de libreta
- Llantos
- Mariposas en las paredes
- No se lo digas a mi hija
- Notas del autor
- Ojos negros colmillos blancos
- Sujeto de prueba 001
- Zona en obras
jueves, 31 de marzo de 2016
jueves, 24 de marzo de 2016
Llanto tercero: Transparente
Lys vive en un abismo solitario
del que la gente corriente no ha oído hablar nunca. Los minutos, las
horas, los días... Todo el tiempo pasa igual para ella: monótono,
repetitivo y cansino. Nada cambia, nada se queda, nada permanece.
Nadie se preocupa, nadie se queda, nadie la quiere. La única
constante en su vida es el vacío, y con él convive. Un amante vacuo
y cruel que responde con silencio hiriente a sus gritos de socorro, a
sus peticiones desesperadas por que alguien la mire, le sonría y le
pregunte que qué tal está. Pero ese momento soñado de alivio
parece no llegar nunca, y la rebeldía del principio fue tornándose
con el tiempo en conformismo, y luego en apatía hasta llegar al día
de hoy. “¿Para qué molestarse en nada si nada va a cambiar?”,
pensaba, reflexionando para sí misma, para ella misma, la única, la
eterna, la fiel amiga propia y única persona de este mundo que se
preocupaba verdaderamente por sus propios pensamientos. “¿Para qué
esforzarme si nadie puede verme?”.
jueves, 17 de marzo de 2016
Llanto segundo: Amorte
―Gracias por venir tan rápido,
Gordon ―fue lo primero que dijo Mathias al abrir la puerta de su
casa―. No te habría molestado si no fuera verdaderamente
importante.
jueves, 10 de marzo de 2016
Llanto primero: Loba
El coche avanzaba con dificultad
por el sendero de tierra, que apenas se podía adivinar entre la
maleza del camino. Laura conducía con las dos manos firmes sobre el
volante del turismo, soportando las sacudidas de la dirección, que
sufría abriéndose camino entre las rocas. De reojo, echó un
vistazo a su hermana. Saray guardaba silencio y miraba por la ventana
distraída con el lento paso de los árboles con la luz de la tarde
de fondo. Laura sopesó si decir algo, pero ya había discutido
hacía unos minutos con Saray, y todavía notaba en su propia cara el
calor del enfado que le había hecho coger. Laura ya no creía en que
volver a sacar el tema de la decisión de su hermana fuese a cambiar
algo, de modo que reafirmó sus manos en el volante y se concentró
en no perder la vaga senda que se adentraba en el bosque y terminaba
unos kilómetros más adelante, en la arboleda más profunda y menos
transitada. Según Saray, el lugar perfecto para desaparecer para
siempre.
jueves, 3 de marzo de 2016
Nota del autor
¡Muy buenas a todos!
Bueno, escribo esta nota para disculparme por el retraso y para avisar de que ya está disponible la segunda parte de "Lady Noche". Espero que os guste.
Muchas gracias por estar ahí.
¡Saludos!
Aio
Bueno, escribo esta nota para disculparme por el retraso y para avisar de que ya está disponible la segunda parte de "Lady Noche". Espero que os guste.
Muchas gracias por estar ahí.
¡Saludos!
Aio
Lady Noche (Segunda parte de dos)
El capitán de policía Ricken
seguía absorto delante de la ventana, contemplando la noche de su
ciudad corrompida. Parpadeó de repente, para salir de su ensoñación
pasajera, y giró levemente el rostro, hacia la esquina más oscura
de su despacho.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)