jueves, 17 de octubre de 2013

Psicoanálisis


¡Ah! ¡Buenas, doctor! Veo que por fin ha vuelto en sí. Pues me deja mucho más tranquilo. Pensaba que me había pasado y le había dado demasiado fuerte.
          Bueno..., lo primero es lo primero. Quería empezar pidiéndole perdón, doctor. De verdad, no quería hacerle daño o hacer que se sintiese incómodo ni nada parecido, pero es que pensé que esa era la única manera de que se estuviese quieto para atarle. No... no... no, deje, tranquilo, no se mueva más. ¡Deje de retorcerse! ¡Vaya! Esa cinta americana pega bien, ¿verdad? Bueno..., como le iba diciendo, me gustaría empezar pidiéndole perdón por haberle golpeado... y encima fue por la espalda... Pero seguro que si me hubiese visto venir con el pisapapeles en la mano me hubiese tirado al suelo con mi mismo impulso, ¿verdad? Y con ese swing que tiene y que practica en su club de golf seguro que tiene unos brazos fuertes y poderosos como para manejar a un hombrecillo como yo como un muñeco de trapo. Bueno, ¿qué me dice? ¿Me perdona...? Sí..., sí..., ya lo sé. No puede hablar por la mordaza. No soy idiota, ¿sabe? Pero, joder, pensaba que un hombre de estudios universitarios como usted sería un hombre de recursos. No puede hablar, eso es cierto. Pero a que puede asentir con la cabeza, ¿verdad? Bueno, espere... También puede negar, ¿no? Pero no piense en eso ahora. Lo que nos interesa ahora mismo a usted y a mí es asentir. Asentir todo el rato y a todo, ¿verdad? Asentir, asentir y asentir. ¡Eso es! Muy bien. Aprende rápido, doctor. Sabía que era un tipo inteligente. Entonces... ¿me perdona por haberle golpeado...? ¿Sí? ¿En serio? ¡Vaya, qué bien! Esa es una muy buena noticia, doctor. Permita que le diga que se está mostrando “abierto y colaborador”. Eso es lo que usted siempre decía a mi tutor legal, ¿no? “Fred se está mostrando abierto y colaborador”, “Fred se está mostrando abierto y colaborador”, “Fred se está mostrando abierto y colaborador”. Joder, doc... ¡Cómo odiaba cuando oía que decía eso! Abierto y colaborador..., y yo siempre igual de jodido. Eso no lo decía, doctor. Eso prefería saltárselo. Siempre se quedaba en lo de “abierto y colaborador”, aunque ya no me cupiesen más cortes en las muñecas. Mis muñecas también estaban abiertas, y colaboraban todo el rato sangrando todo lo que podían, pero al final siempre aparecía un puto enfermero para dar la voz de alarma... Y al día siguiente, “Fred se está mostrando abierto y colaborador”. ¿A que es gracioso, doctor? Ya, ya. Lo sé. Tampoco puede reírse, pero al menos podría cambiar esa expres... ¿Qué? ¿Pero qué le pasa ahora...? Míreme cuando le hablo, doctor, y deje de mirar el jodido teléfono. ¿Está esperando una llamada o algo? ¿Quiere que pida una pizza o algo de comida china? ¿No? Entonces no nos hace falta el puto teléfono. De hecho, mire. ¡Hala! Se acabó el puñetero teléfono de mierda. ¡A tomar por saco! Así no se me distraerá, doctor. ¿A que no? ¿A que ahora me va a prestar toda la atención del mundo? ¿Sí? ¡Muy bien! Por cierto, siento que no pueda darle esa libretita donde apunta esas palabras tan raras y largas. Sí, hombre. Si sabe cuál digo. Esa en la que hace esos esquemas con flechas, círculos y mierdas de esas. Pero usted es un tipo listo, ¿verdad, doctor? Me puede entender sin necesidad de apuntar nada en su libretita de mierda, ¿verdad? ¿Sí? ¡Estupendo! Vamos avanzando, doctor. Se está mostrando abierto y colaborador, eso es bueno... Muy bueno. Esta vez de verdad, doctor, no como cuando lo decía usted. Muy bien, supongo que ya lleva un rato preguntándose por qué he concertado esta cita con usted... ¿Qué? ¿¡Que su secretaria no le había dicho que hoy teníamos esta cita!? ¡Tranquilo, doctor! No ponga esa cara. Debería... debería verse la cara. En plan... con los ojos abiertos y la sangre ahí por toda la... Está muy gracioso, doctor. Pero bueno... ¡Claro que no había concertado esta cita, tonto! Pero no se preocupe. Ya hablé antes con su secretaria. Ella no se mostró tan abierta y colaboradora como usted. Lástima... ¡No! No, no, no. ¡No! ¡Deje de moverse o le daré otro golpe! ¡Deje de moverse o le daré otro golpe! ¡DEJE DE MOVERSE DE UNA PUTA VEZ! Eso es... Así, tranquilo. Mucho mejor, ¿verdad? Bien. Bien. Ahora que se nos ha calmado, doctor, ha llegado el momento de decirle por qué me he dejado pasar por su consulta a estas horas de la noche. Verá..., usted me ha dicho mil veces que Poncho no existe, que es un producto de mi imaginación, que lo ignore y más mierdas de esas. Pero la cosa es que lo sigo viendo todas las noches en mi celda. Y el Poncho es un cabrón muy pesado. Se pasa todo el rato repitiendo lo mismo una y otra vez. Es... bueno, imagínese. Me desgasta, me cansa, me aburre... El caso es que Poncho no deja de decirme que él es real y que usted es el único que no puede verlo. Y Poncho quiere ayudarlo, doctor, y por eso me ha pedido que le abra los ojos para que pueda ver a Poncho de una vez por todas, doctor. No, doctor. No empiece a moverse otra vez. Tranquilo, doctor, estese quieto. ¡Estese quieto y míreme cuando le hablo! Deje de mirar de una vez el cuchillo... Esto lo hago por su bien, doctor. Relájese y todo irá mejor. Por fin podrá ver a Poncho y verá que siempre he tenido razón. Muéstrese abierto y colaborador, doctor. Abierto y colaborador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario