Poco me importa que la luna de
este planeta árido, de montañas colosales, sólidas y compactas, se
interponga entre mi caza estelar y el sol, sumiéndome lentamente en
un eclipse de una oscuridad absoluta mientras sobrevuelo la
superficie. No consigo apartar la mirada de la pequeña pantalla
verde y redonda de la cabina. La imagen me muestra el barrido de
señales del radar como si fuera un parabrisas verdoso que va y viene
sobre un fondo milimetrado. Tamborileo con los dedos sobre la palanca
de mando mientras me muerdo el labio, nervioso. Esa dichosa línea en
la pantalla todavía no detecta ninguna señal de la cápsula de
escape de Anna.
Contenido
- Boda de ladrones
- Cielo cromado
- Claudio
- Diario
- Dormiré contigo
- Edith
- El fin
- El manantial
- El testamento del dragón
- En busca de
- Flora
- Grietas en el cielo
- Historias con latido
- Historias cortas
- Imágenes con latido
- La mansión
- La nueva vida de Dana
- Lady Noche
- Lágrimas de sueño
- Lana Mandala
- Las cuatro insidiosas
- Latidos de libreta
- Llantos
- Mariposas en las paredes
- No se lo digas a mi hija
- Notas del autor
- Ojos negros colmillos blancos
- Sujeto de prueba 001
- Zona en obras
jueves, 29 de diciembre de 2016
jueves, 22 de diciembre de 2016
Eugenesia
La sociedad había cambiado. Pero
el constante paso de los años provocó que nadie se diese cuenta de
ello hasta que el cambio ya era irreversible. Se estableció la
dictadura de la falta de opciones. Elecciones tras elecciones, los
ciudadanos de Vangla acudían a las urnas para terminar obteniendo
luego el mismo resultado de siempre. Daba igual el color de la
ideología en el poder, todos los presidentes abordaron de la misma
manera el problema de los constantes ataques desde fuera de las
fronteras. Los líderes se escudaron, primero, en la falta de
seguridad del pueblo y, luego, esgrimieron el miedo como arma para
aprobar leyes que en otro tiempo hubiesen sacado las protestas a las
calles.
jueves, 15 de diciembre de 2016
La bailarina del desierto
Las ráfagas del viento marcaban
el compás. Las dunas circundaban la reseca y agrietada planicie,
convertida en una improvisada pista de baile para los remolinos de
viento. Los granos brillantes de arena se elevaban en el aire y
brillaban como diminutos diamantes golpeados por los intensos rayos
de sol, que caían verticales desde lo alto de un azul tan puro que
parecía inabarcable para la vista humana. La arena se lanzaba contra
sí misma en espirales caprichosas de belleza reseca y calurosa. Y,
de cuando en cuando, parecía modelar un volumen invisible en el
aire, como si una joven transparente bailara despreocupada en un
desierto ardiente bajo un calor abrasador.
jueves, 8 de diciembre de 2016
Príncipe azul
El príncipe, con aires de
derrota, cruzaba el bosque con el sol naranja del atardecer a su
espalda. Caminaba delante de su corcel, de nombre Veloz, llamado así
tanto por la presteza de su galope como por la inmediatez de sus
reflejos en la batalla. El príncipe, contrariado, sujetaba las
riendas de su fiel compañero de fatigas y negaba para sí mismo
sacudiendo la cabeza de un lado a otro.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)