jueves, 13 de agosto de 2015

Obsidiana

Su oscuridad rivalizaba con la del mismo espacio profundo, aquel lugar remoto y negro, lejos de cualquier comprensión humana, donde el manto de la expansiva creación aún no ha llegado. Su superficie era lisa y pulida, tanto que a su paso, silencioso y permanente, se reflejaba al detalle cada una de las distantes estrellas, planetas y galaxias. Su forma era esférica, el más perfecto de los volúmenes, y este artefacto misterioso la adoptó ni se sabe cuándo, ni se sabe cómo. Sin embargo, su objetivo era sabido. Era uno de los más terribles propósitos, uno que era opuesto y definitivo para cualquier forma de vida, pero, al mismo tiempo, uno que suponía una medida constante para el universo. Se trataba de una esfera oscura, pulida y perfecta, desconocida a ojos humanos, que recorría los confines de la existencia, de un extremo a otro, con el único cometido de acabar con civilizaciones enteras.


Portadora de muerte, la esfera surcaba los infinitos siderales en busca de vida para acabar con ella. Nadie, ninguna criatura, de aquí, de allí, de este plano, del superior o del inferior... Nadie sabe a ciencia cierta si la esfera cumplía los dictados de su propia voluntad, o si, por el contrario, se limitaba a cumplir la voluntad de su superior o... quizás incluso de su creador. Pues, del mismo modo que nadie conocía la naturaleza de sus intenciones, ningún ser, ya estuviera dotado de esencia vital o no, sabía si la esfera tenía vida propiamente dicha. Era una esfera de contenido desconocido, pero repleta de incógnitas. Y había poco tiempo para responderlas, pues las pocas civilizaciones que la descubrieron, dispusieron de poco tiempo para estudiarla. La esfera era eficaz, y cumplía con su cometido aniquilador de manera rápida, silenciosa y global. Por donde pasaba, no dejaba vida, tan solo recuerdos de lo que una vez fue, vestigios fósiles de los que una vez vivieron.

No se entretenía ni se distraía. Solo existía para aniquilar. Llegaba al planeta, contactaba con su superficie, ya fuera esta tierra, agua, magma o éter, y comenzaba la devastación. Pero existían ciertos límites en su masacre. La vida desaparecía, pero el planeta quedaba intacto. Hay quien, antes de desparecer en el olvido del tiempo, aventuró que la esfera era un decididor, una voluntad existencial de qué prospera y qué no. Desafortunadamente, los que llegaron a esta conclusión fueron víctimas de su propia conjetura. No prosperaron. Desaparecieron. Y solo queda como recuerdo la indefinición de sus propias hipótesis sin contrastar.

Nadie lleva la cuenta de cuántas veces ha actuado la esfera. Algunos la llegaron a encontrar en las cercanías del sistema solar, en dirección al planeta cuyos habitantes ahora lo llaman Tierra. Hace ya tiempo de la visita de la esfera a la Tierra. Por aquel entonces era un planeta salvaje e indómito, poblado por criaturas majestuosas de las que dio buena cuenta la esfera. Tras su paso por la Tierra, tan solo quedaron con vida algunas pequeñas criaturas, diminutos seres que han sabido evolucionar con el tiempo y controlar el planeta en el que viven. Control que se torna en abuso en ocasiones... Curioso planeta la Tierra.

También existió la idea de que la esfera era un servicio de purificación que solicitaban los planetas. Cuando un planeta veía el momento de reiniciar su ecosistema, emitía una llamada sorda y oculta entre las emisiones lanzadas a las inmensidades espaciales. La esfera recibía la llamada del planeta y, en ese preciso momento, emprendía su rumbo hacia donde se la necesitaba.

El último avistamiento de la esfera parece dar fuerza a esta línea de pensamiento. Existió una vez un planeta que, en teoría, hizo su llamada de auxilio. Estaba poblado por unas criaturas viles y odiosas, insectoides alados y resistentes que se dedicaban a devorar, literalmente, cada gramo de su masa. A base de dentelladas con sus mandíbulas implacables, cada vez quedaba menos del planeta, hasta que se vio reducido a una masa inestable de magma que flotaba en el espacio. Islas negras de volcanes en activo iban a la deriva sobre océanos de lava, y el cielo destellaba con colores rojo fuego cuando no estaba cubierto por el negro de las cenizas. Aun en ese entorno hostil, las criaturas continuaban devorando cada pedacito del planeta, hasta el día que llegó la esfera. Sin embargo, algo insospechado ocurrió, o al menos así lo cuentan los que llegaron a contemplarlo desde la seguridad y la lejanía que ofrecían sus telescopios.

El planeta moribundo había lanzado su llamada de socorro, pero ante su petición de auxilio no acudió una sola esfera, sino que acudieron dos de ellas. Dos portadoras de destrucción, cara a cara, sobre la superficie de un planeta moribundo ante la mirada atónita de toda una civilización de parásitos planetarios a punto de desaparecer.

Dicen que las esferas parecían confusas. Quizás nunca ninguna de ellas había estado frente a otra igual. Y, durante unos segundos, se mantuvieron flotando sobre el magma, contemplándose una a otra, hasta que, de repente, ambas se posaron delicadamente sobre la roca fundida y se hundieron lentamente, cayendo al mismo tiempo, casi por arte de magia, todos y cada uno de los parásitos planetarios. Se hundieron en el magma, junto con las esferas negras. Y desde entonces, nadie ha informado de ningún nuevo avistamiento.

Hay quien dice que las esferas, tras este evento, regresaron a vagar por el espacio, otros sostienen que continúan allí hundidas, esperando a escuchar una nueva llamada de un planeta en apuros. Algunos otros, no muchos, están convencidos de que las esferas se aniquilaron mutuamente. Pero eso parece improbable. Para ello, las esferas debían contener vida en su interior...

2 comentarios:

  1. Hola Aio!

    Así que una esfera negra como la obsidiana que se encarga de socorrer a los planetas que están al borde del colapso, eh? Mmmm... una idea interesante, como interesante ha sido toda la historia ^^

    Por cierto, no te quites flores, (lo digo por tu respuesta a uno de mis comentarios anteriores), porque el que vale, vale ;)

    Un besote!

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    Respuestas
    1. ¡Hola, Carmen!

      De nuevo, ¡muchas gracias por tus palabras! Espero seguir a la altura. ^^

      ¡Un abrazo fuerte! ¡Nos seguimos leyendo!

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