Día 493.
Anoche no pude dormir. No podía
dejar de darle vueltas a todo. El panorama de ahí fuera, cómo está
todo ahora... No saber nada de Raquel... Y encima lo de ese crío que
me encontré... Todo ello se estancó en un revoltijo recurrente de
preocupación dentro de mi cabeza y no me dejó tranquila ni un
segundo. Traté de calmarme tomándome una infusión a eso de las
tres de la mañana, pero no me hizo gran cosa. Seguía pensando en el
día negro con el que me había topado cuando salí, y en el niño
moribundo tirado a un lado del camino. ¿De verdad que se ha acabado
el mundo así...? ¿Soy acaso la única que queda sin contaminar?