Hanzo no supo cómo reaccionar.
¿Kayra lo estaba diciendo en serio? ¿De verdad quería casarse con
él?
El ladrón, desnudo sobre la
manta en la azotea, estaba confuso, y durante unos instantes eternos
para él buceó en su desconcertada y bloqueada mente para encontrar
la forma correcta de responder. Dudaba de si debía tomarse sus
palabras como una broma o si sería más recomendable hablar con
sinceridad. Sobre la marcha, se dio cuenta de que, dijese lo que
dijese, seguramente el resultado quedaría lejos de zanjar la
discusión que estaban manteniendo. Por un lado, si bromeaba sobre el
asunto, quizás Kayra se enfadase aún más, pues Hanzo daría a
entender que no se tomaba en serio la relación. Y no era algo
cierto, pues Hanzo quería a Kayra con todo su corazón, a pesar de
que la idea del matrimonio anudara estrechamente el interior de su
garganta. Por otro lado, si Hanzo elegía ser sincero y responder con
franqueza que todavía era demasiado pronto para ese compromiso, el
posible resultado sería parecido al anterior, y probablemente Kayra
respondiese con algo parecido a “no voy a esperar eternamente a que
te decidas”. Diese la respuesta que diese, el tiempo de pensar se
le estaba acabando, pues la ladrona ya se había cruzado de brazos a
la espera de alguna palabra por su parte. De modo que Hanzo recogió
sus pantalones del suelo para ganar algo más de tiempo, empezó
ponérselos mientras seguía pensando qué decir y se encomendó a
los Altos con la esperanza de no hacer que Kayra se enfadase todavía
más y se lanzase a robar el cetro ella sola.
―¿Te has quedado mudo de
repente? ―lo apremió ella― ¿Tienes valor para robar aquí y
allá, y también para acostarte conmigo, pero no tienes valor para
decir un simple “sí” o “no”? ―y empezó a negar con la
cabeza, con gesto de decepción.
―Kayra ―empezó a responder
por fin, mientras se anudaba el cordel de cuero que ataba su pantalón
por debajo del ombligo―, somos ladrones. Los dos. ¿Crees que somos
del tipo de personas que se casan... o que se asientan a vivir en una
casita con jardín?
La chica apretó los labios y
marcó más la negación con la cabeza.
―No soy idiota, Hanzo. Ya con
eso me has respondido ―la joven subió la capucha de su jubón y
comenzó a hacer girar en el aire la cuerda con el gancho para huir
de aquella azotea en la que pensaba que no se la quería como ella
merecía.
―¡No te marches! ―gritó él,
corriendo hacia ella y cogiéndola de los hombros― ¿Qué quieres
de mí, Kayra?
―Ya te lo he dicho.
―Pero... Pero... No me hagas
esto. No me hagas elegir. Yo solo quiero que estés a salvo, y si
intentas robar el cetro del gobernador tú sola, sabes muy bien que
no podrás.
―Eso ya lo sé, Hanzo. Pero ya
buscaré a alguien que quiera ayudarme “de verdad”.
Ella se sacudió las manos de él
de encima y volvió a hacer girar el gancho en el aire. El zumbido de
la cuerda y el gancho casi impide que Kayra escuche la respuesta de
Hanzo.
―Me casaré contigo.
―¿Qué has dicho? ―preguntó
ella, dejando que el gancho cayera con estruendo metálico en el
suelo al lado de sus pies.
―Me casaré contigo, Kayra. Si
es la única manera que me queda para demostrarte que me importas y
que quiero ayudarte en todo lo posible, entonces lo haré. Nos
casaremos, robaremos el cetro juntos y nos largaremos de esta región
de mala muerte.
Los ojos de ella brillaron con
orgullo. Por fin sentía que Hanzo remaba en su misma dirección.
―¿De verdad es lo que quieres?
Tienes que estar muy seguro, Hanzo.
―Quiero estar contigo. Y es el
único camino que me planteas. Así que...
No pudo terminar de hablar, pues
la joven ladrona se abrazó a él y apretó fuertemente sus labios
sobre los de Hanzo. Ambos se fundieron en un intenso abrazo muy
apretado. Un reconfortante calor recorrió el cuerpo de ambos y
sintieron el candor dentro y las ansias de volver a retozar entre las
mantas. El beso terminó con él recorriendo con más besos el cuello
de ella de arriba abajo.
―Pero me vas a tener que
explicar cómo se casan dos ladrones ―dijo él, entre beso y beso―,
porque no creo que ningún clérigo de la zona se preste a ello. Creo
que ya gozamos de cierta mala reputación por la zona.
―No te preocupes ―lo
tranquilizó Kayra―. Primero hay que formalizar el compromiso.
Hanzo dejó de besar y la miró
con gesto de incomprensión de nuevo, a lo que ella respondió
levantando el dorso de la mano y destacando su dedo anular.
―Me tienes que regalar un
anillo.
―Querrás decir que tengo que
robar un anillo para ti, ¿no?
―Exacto ―la expresión de
ella ocultaba cierta malicia que volvía loco a Hanzo―, pero no me
vale cualquier anillo. Tiene que ser un anillo especial.
―¿Y dónde conseguiría un
ladrón como yo un anillo especial para alguien tan especial como tú?
―Justo allí.
El dedo índice de Kayra señaló
hacia las frías brumas del cementerio de las afueras.
¡¿Quéeeee?! ¡¿Al cementerio?! ¿De verdad le va a hacer que consiga un anillo del cementerio? ¡Qué bueno!
ResponderEliminarT-T Pero ahora me toca esperar otra vez... ¡Y una semana! Pffff... Bueno, no me queda otra, me quedaré sin uñas XD (es broma, no me las muerdo, ¡¡pero sí sin piel alrededor de ellas!! Ui, creo que eso no lo tendría que haber dicho... jejeje bueno, ya está puesto, así que, no lo voy a borrar)
Ya sabía yo que iba a estar interesante. Me ha encantado, de verdad :)
Bueno, pues nada, te espero hasta el jueves que viene, a ver con qué me deleitas. Por cierto, no sé si te lo había dicho, pero se te dan bien las historias de amor :) (Bueno, en realidad todo tipo de historias, seamos sinceros) ;)
¡Muchos besos! Y que pases una gran semana ^^
¡Vaya! ¡Muchísimas gracias! Vas a conseguir que me salgan los colores. ^^
EliminarCada vez que leo que te gustan las historias, me anima a seguir, así que te lo agradezco enormemente. Será un placer seguir escribiendo y que me leas.
Y cuídate mucho esas uñas y sus alrededores, que no quiero que estropees unas uñas preciosas. ^^
Muchos besos, y también tengo muchas ganas de seguir leyendo tus estupendas historias en tu blog, Carmen. :)
¡Muy buena semana para ti también!