jueves, 12 de marzo de 2015

Boda de ladrones (Segunda parte de cinco)

Hanzo no supo cómo reaccionar. ¿Kayra lo estaba diciendo en serio? ¿De verdad quería casarse con él?


El ladrón, desnudo sobre la manta en la azotea, estaba confuso, y durante unos instantes eternos para él buceó en su desconcertada y bloqueada mente para encontrar la forma correcta de responder. Dudaba de si debía tomarse sus palabras como una broma o si sería más recomendable hablar con sinceridad. Sobre la marcha, se dio cuenta de que, dijese lo que dijese, seguramente el resultado quedaría lejos de zanjar la discusión que estaban manteniendo. Por un lado, si bromeaba sobre el asunto, quizás Kayra se enfadase aún más, pues Hanzo daría a entender que no se tomaba en serio la relación. Y no era algo cierto, pues Hanzo quería a Kayra con todo su corazón, a pesar de que la idea del matrimonio anudara estrechamente el interior de su garganta. Por otro lado, si Hanzo elegía ser sincero y responder con franqueza que todavía era demasiado pronto para ese compromiso, el posible resultado sería parecido al anterior, y probablemente Kayra respondiese con algo parecido a “no voy a esperar eternamente a que te decidas”. Diese la respuesta que diese, el tiempo de pensar se le estaba acabando, pues la ladrona ya se había cruzado de brazos a la espera de alguna palabra por su parte. De modo que Hanzo recogió sus pantalones del suelo para ganar algo más de tiempo, empezó ponérselos mientras seguía pensando qué decir y se encomendó a los Altos con la esperanza de no hacer que Kayra se enfadase todavía más y se lanzase a robar el cetro ella sola.

¿Te has quedado mudo de repente? ―lo apremió ella― ¿Tienes valor para robar aquí y allá, y también para acostarte conmigo, pero no tienes valor para decir un simple “sí” o “no”? ―y empezó a negar con la cabeza, con gesto de decepción.

Kayra ―empezó a responder por fin, mientras se anudaba el cordel de cuero que ataba su pantalón por debajo del ombligo―, somos ladrones. Los dos. ¿Crees que somos del tipo de personas que se casan... o que se asientan a vivir en una casita con jardín?

La chica apretó los labios y marcó más la negación con la cabeza.

No soy idiota, Hanzo. Ya con eso me has respondido ―la joven subió la capucha de su jubón y comenzó a hacer girar en el aire la cuerda con el gancho para huir de aquella azotea en la que pensaba que no se la quería como ella merecía.

¡No te marches! ―gritó él, corriendo hacia ella y cogiéndola de los hombros― ¿Qué quieres de mí, Kayra?

Ya te lo he dicho.

Pero... Pero... No me hagas esto. No me hagas elegir. Yo solo quiero que estés a salvo, y si intentas robar el cetro del gobernador tú sola, sabes muy bien que no podrás.

Eso ya lo sé, Hanzo. Pero ya buscaré a alguien que quiera ayudarme “de verdad”.

Ella se sacudió las manos de él de encima y volvió a hacer girar el gancho en el aire. El zumbido de la cuerda y el gancho casi impide que Kayra escuche la respuesta de Hanzo.

Me casaré contigo.

¿Qué has dicho? ―preguntó ella, dejando que el gancho cayera con estruendo metálico en el suelo al lado de sus pies.

Me casaré contigo, Kayra. Si es la única manera que me queda para demostrarte que me importas y que quiero ayudarte en todo lo posible, entonces lo haré. Nos casaremos, robaremos el cetro juntos y nos largaremos de esta región de mala muerte.

Los ojos de ella brillaron con orgullo. Por fin sentía que Hanzo remaba en su misma dirección.

¿De verdad es lo que quieres? Tienes que estar muy seguro, Hanzo.

Quiero estar contigo. Y es el único camino que me planteas. Así que...

No pudo terminar de hablar, pues la joven ladrona se abrazó a él y apretó fuertemente sus labios sobre los de Hanzo. Ambos se fundieron en un intenso abrazo muy apretado. Un reconfortante calor recorrió el cuerpo de ambos y sintieron el candor dentro y las ansias de volver a retozar entre las mantas. El beso terminó con él recorriendo con más besos el cuello de ella de arriba abajo.

Pero me vas a tener que explicar cómo se casan dos ladrones ―dijo él, entre beso y beso―, porque no creo que ningún clérigo de la zona se preste a ello. Creo que ya gozamos de cierta mala reputación por la zona.

No te preocupes ―lo tranquilizó Kayra―. Primero hay que formalizar el compromiso.

Hanzo dejó de besar y la miró con gesto de incomprensión de nuevo, a lo que ella respondió levantando el dorso de la mano y destacando su dedo anular.

Me tienes que regalar un anillo.

Querrás decir que tengo que robar un anillo para ti, ¿no?

Exacto ―la expresión de ella ocultaba cierta malicia que volvía loco a Hanzo―, pero no me vale cualquier anillo. Tiene que ser un anillo especial.

¿Y dónde conseguiría un ladrón como yo un anillo especial para alguien tan especial como tú?

Justo allí.

El dedo índice de Kayra señaló hacia las frías brumas del cementerio de las afueras.

2 comentarios:

  1. ¡¿Quéeeee?! ¡¿Al cementerio?! ¿De verdad le va a hacer que consiga un anillo del cementerio? ¡Qué bueno!

    T-T Pero ahora me toca esperar otra vez... ¡Y una semana! Pffff... Bueno, no me queda otra, me quedaré sin uñas XD (es broma, no me las muerdo, ¡¡pero sí sin piel alrededor de ellas!! Ui, creo que eso no lo tendría que haber dicho... jejeje bueno, ya está puesto, así que, no lo voy a borrar)

    Ya sabía yo que iba a estar interesante. Me ha encantado, de verdad :)

    Bueno, pues nada, te espero hasta el jueves que viene, a ver con qué me deleitas. Por cierto, no sé si te lo había dicho, pero se te dan bien las historias de amor :) (Bueno, en realidad todo tipo de historias, seamos sinceros) ;)

    ¡Muchos besos! Y que pases una gran semana ^^

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    1. ¡Vaya! ¡Muchísimas gracias! Vas a conseguir que me salgan los colores. ^^

      Cada vez que leo que te gustan las historias, me anima a seguir, así que te lo agradezco enormemente. Será un placer seguir escribiendo y que me leas.

      Y cuídate mucho esas uñas y sus alrededores, que no quiero que estropees unas uñas preciosas. ^^

      Muchos besos, y también tengo muchas ganas de seguir leyendo tus estupendas historias en tu blog, Carmen. :)

      ¡Muy buena semana para ti también!

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