La noche era plateada y serena.
La luna llena iluminaba con tal intensidad que parecía querer
rivalizar con la luz de su hermano sol. Allá arriba, desde su reino
estrellado de las alturas, el satélite nocturno había sido testigo
ruborizado del éxtasis amoroso de aquella pareja, oculta a plena
vista en una azotea cualquiera de la aldea; entre tejados de tejas y
gatos furtivos, pero lejos de los ojos indiscretos del pueblo
durmiente. Ambos amantes estaban acostados bajo la manta y, a un lado
de ellos y apoyados en el muro, estaban sus pertrechos: ropas oscuras
con capucha, guantes, cuerdas, ballestas, ganchos... Nada de aquello
había hecho falta para librar la dulce batalla que acababan de
terminar. Yacían boca arriba, mientras él deslizaba sus dedos
bailarines sobre la erizada piel del hombro de ella. Con la mirada
perdida en la multitud de estrellas, los dos guardaron silencio,
disfrutando de la quietud de la noche, y del poderoso latir de ambos
corazones, extenuados tras haberse regalado con pasión caricias,
besos, y algunos placenteros arañazos.
―Este momento es perfecto
―reconoció Hanzo, que apartó la vista del firmamento para
contemplarlo reflejado en los ojos de ella, escondidos tras el
flequillo azul que caía alborotado desde la melena negra despeinada.
Kayra respondió con un profundo
suspiro y una marcada sonrisa de felicidad en su rostro.
―Todo está tranquilo...
―comentó ella―. Ojalá siempre fuera así.
―Podría ser siempre así. Tan
solo nos hace falta dar “un gran golpe”, en vez de conformarnos
con esas baratijas que cogemos cada vez que encontramos una ventana
abierta o una puerta mal cerrada.
―¿Ah, sí? ―dijo ella
interesada, acostándose de lado para ver directamente el rostro de
Hanzo. Este seguía entretenido pasando la punta de su dedo por cada
centímetro de piel descubierta de Kayra―. ¿Y cuál es ese “gran
golpe”, si puede saberse?
Hanzo dejó de acariciarla, se
recostó, apoyó la cabeza en las manos cruzadas en la nuca y miró
al cielo antes de encogerse de hombros.
―Ese es el problema: no tengo
ni idea. Lo único que sé es que en este pueblo no vamos a
encontrarlo. Aquí la mayoría son granjeros o artesanos. Esta gente
apenas tiene para vivir, y empiezo a sentirme mal por ellos.
―Un ladrón con conciencia...
Pensaba que era la única...
―Ya ves. A lo mejor no estamos
hechos para esta vida, Kayra. Pero, ¿qué otro camino nos queda?
―Quizás estamos equivocándonos
, quizás... debamos elegir otro objetivo... otra víctima, que
esté... más arriba ―Hanzo la miró con el ceño fruncido―. A lo
mejor ―la chica empezó a pasear sus dedos por el pecho de él―,
deberíamos robar el cetro del gobernador.
Hanzo soltó una risotada.
―¿Sabes lo que nos pasaría
si nos pillan? Robarle al gobernador no es como robar a estos
pueblerinos. Nos condenarían a muerte, Kayra, y nos ejecutarían
antes de que saliera el sol al día siguiente. Además, ¿dónde
íbamos a venderlo si lo conseguimos robar? En la zona todo el mundo
conoce el cetro. Para poder venderlo tendríamos que...
―Irnos muy lejos ―Kayra clavó
su mirada en él y dejó de acariciarle.
―¿Lo dices en serio?
Ella asintió. Justo después, se
envolvió en la manta y se sentó al lado de Hanzo, que se reclinó
hasta apoyar su espalda en el muro de atrás.
―Es muy arriesgado, Kayra. Nos
estaríamos jugando nuestros cuellos, literalmente.
―Pero si nos sale bien,
podríamos dejarlo todo, Hanzo. Sería ese “gran golpe” del que
hablabas antes.
―Era solo una forma de hablar,
Kayra, no lo decía en serio.
―¿No lo decías en serio...?
Hanzo supo entonces que había
dicho algo que no debería haber dicho. De modo que reaccionó
encogiendo los hombros y guardando silencio. Kayra percibió las
dudas de él.
―¿Entonces lo de escapar
juntos y vivir tranquilos tampoco iba en serio? ¿Tengo que suponer
que lo que ha pasado esta noche tampoco iba en serio? Dime, Hanzo,
¿acaso no me tomas en serio y solo soy un divertimento nocturno para
ti?
―Kayra, estás sacando las
cosas de contexto, yo solo...
―Entonces explícate, porque si
no vas en serio, no pienso perder más tiempo contigo.
―Kayra, tranquila. Piensa en lo
que me estás pidiendo. Se trata del gobernador... de su cetro. Nos
jugamos la vida. Eso sí que es serio.
―Vale, ya te entiendo. No hace
falta que sigas hablando. Se nota que no quieres hacerlo ―Kayra se
puso de pie con la manta sobre los hombros y fue derecha a donde
había arrojado su ropa para comenzar a vestirse―. Ten muy en
cuenta que yo lo voy a hacer, contigo o sin ti.
―¿¡Qué!? Oye, no voy a dejar
que te pongas en peligro tú sola. Además, es más probable
conseguirlo con ayuda de otro... Kayra, por favor, entra en razón.
Pero ella seguía vistiéndose en
silencio.
―Vale, iré contigo. Tú ganas.
Robaremos el dichoso cetro.
―Con eso no te va a bastar.
Hanzo se pasó la mano por el
pelo y resopló. No soportaba la idea de dejar que Kayra se expusiese
sola al peligro.
―¿Qué más quieres de mí,
Kayra? Ya te he dicho que lo vamos a hacer... juntos.
―Necesito que te impliques,
Hanzo. Solo dices que me ayudarás, porque no quieres que me pase
nada, pero esa decisión tienes que tomarla porque quieres estar
conmigo y nada más. Ni más, ni menos. No me vale que me ayudes
porque te doy pena.
―Kayra, quiero ayudarte porque
no quiero que te ocurra nada malo.
―No es suficiente. Demuéstrame
que estás comprometido, que de verdad quieres estar conmigo para
siempre, pase lo que pase durante el robo.
―Me voy a jugar la vida por ti.
¿Hace falta más?
―Sí.
―¿Y qué más hace falta?
Ella, ya vestida de negro ceñido,
se pasó la cuerda cruzada en el pecho y luego enganchó el gancho
sobre ella. A continuación, miró a Hanzo y respondió a su
pregunta.
―Cásate conmigo.
¡Hola Aio!
ResponderEliminarMe gusta este comienzo. Una historia de amor enredada en un posible robo, y encima complicado... ¡Parece muy interesante!
Una historia que sin duda promete :D ¡Ya tengo ganas de que llegue mañana! jejeje (Ya me he esperado a propósito XD Si no ¡luego me puede la intriga! )
Nos leemos a la próxima. ¡Abrazo fuerte! ^^
¡Hola Carmen!
EliminarMuy buen truco. Jejejeje. Espero estar a la altura y que te mole cómo se va desarrolando esta historia. Y muchas gracias por tus comentarios, siempre alegra leer tus mensajes.
¡Un abrazo fuerte! ¡Nos seguimos leyendo! ^^