jueves, 12 de febrero de 2015

Grietas en el cielo (Tercera parte de tres)

No es buena idea subir”, le confesó Sonia, dejando lentamente atrás la sonrisa de alegría que había lucido segundos antes. De ella solo quedó un tenue brillo de alegría en los ojos, que contrastaba con la mueca indecisa de una boca que no sabía como interpretar la mirada fija de Atelier en la azotea del edificio. Allí arriba, la grieta del cielo derribada parecía derretirse y verter su vacío líquido sobre lo alto del rascacielos en ruinas.

Nunca nadie ha visto una cerca ―reconoció él, apartando la mirada un segundo para contemplar a la novia de su amigo Eric, que le devolvía la mirada con una mezcla de confusión e incertidumbre. La joven desenganchó el walkie de su cinturón y se lo acercó a los labios sin llegar a apretar el botón.

Hay que informar a Conrad, Atelier. No podemos hacer nada sin informar antes a base.

Atelier escuchaba distraído, mientras en su cabeza se disputaba una guerra entre sus ansias de ver de cerca a su enemigo y su deber sagrado y autoimpuesto de alejar a Sonia de cualquier peligro. Sin embargo, ella no albergaba duda alguna de qué hacer, y actuó.

Equipo 3 a base ―dijo Sonia al aparato tras apretar el botón que abría la comunicación.

Aquí base. Adelante, Equipo 3.

Enemigo derribado. Repito. Enemigo derribado. Nos encontramos en el sector 7-H. La grieta ha... ha explotado y ahora parece que... ―le costaba describir lo que estaba viendo allá arriba―. Parece que se derrama y...

Recibido, Equipo 3 ―de fondo a la voz del operador se oyó el jolgorio de alegría al propagarse la noticia del derribo―. Mantened la posición y esperad la llegada del equipo de análisis. No hagáis nada hasta que lleguen.

Recibido ―respondió ella, pero apenas terminó de decir la palabra, Atelier ya estaba cruzando la calle hacia el edificio semiderruido. Sonia se guardó el walkie y fue tras él.

¡No! ―respondió bruscamente él, alzando la mano para que Sonia se detuviese inmediatamente―. Ya lo has oído, van a mandar a un equipo. No tardarán mucho. Tú quédate aquí, la zona es segura. Espera a que lleguen.

Atelier, no puedes subir ahí. ¿Y para qué quieres hacerlo? Ya lo hemos derribado. ¿Qué más quieres?

Atelier dio la espalda a Sonia y reanudó su camino.

Quiero saber quién nos ha matado a casi todos.

Y su figura se perdió entre los escombros que bloqueaban parcialmente la entrada del edificio. Sonia hizo ademán de seguirlo, pero se detuvo antes de terminar de dar el primer paso. Alzó la mirada, y el miedo que le transmitía el vertido de la grieta la convenció de que lo mejor sería obedecer y esperar los refuerzos.

Los minutos pasaron, y Sonia se impacientaba en la calle sin hacer nada y a cubierto tras un muro. Hasta que le pareció que el viento había traído hasta sus oídos un grito lejano proveniente de las alturas. La duda anidó en su cabeza y comenzó a bombardearla con ideas terribles de un Atelier en apuros en la azotea impregnada del vertido misterioso. Sonia tomó aire y se autoconvenció de que lo mejor sería subir y comprobar si su compañero se encontraba bien.

Se abrió paso entre escombros para entrar en el edificio, trepó por escaleras destrozadas para subir a los pisos superiores, y atravesó paredes agujereadas para encontrar caminos abiertos. Finalmente, ascendió por un trozo de techo desplomado que daba hasta la azotea. Un intenso olor, extraño a este mundo, penetró de repente por su nariz y le erizó el cabello. Cada uno de sus sentido le gritaba que diese media vuelta, de modo que se detuvo y llamó a Atelier.

No hubo respuesta de ningún tipo. Sin embargo, pronto escuchó algo. Un sollozo, un sorbo, una respiración entrecortada y un suspiro desconsolado. Alguien estaba llorando. Sonia se vio superada por la curiosidad y llegó hasta la azotea, cubriéndose la nariz con la manga de su camisa.

A pesar de encontrarse ahora al aire libre, el olor era más intenso. Olía tan fuerte que hacía llorar los ojos. No se trataba de ningún olor familiar. Era ardiente e intenso, penetrante y frío al mismo tiempo, como si procediera de otro lugar, de otro tiempo, incluso de otro plano de existencia regido por reglas diferentes y extrañas. Sonia se paró, pues el olor se intensificaba a medida que se acercaba al charco rosado del vertido. Arriba, la grieta alargada caía desde lo alto hasta encharcarse sobre el hormigón del suelo. De la oquedad rosácea manaba un líquido brillante que fluía y se desbordaba por los bordes de la azotea. En medio de uno de los charcos formados, Sonia encontró con su mirada el cuerpo de Atelier, desplomado boca abajo en el líquido rosáceo, brillante y humeante. Sonia fue incapaz de acercarse más, no quería aproximarse más a la grieta y acabar como su compañero. El olor se volvió insoportable y Sonia decidió marcharse de allí cuanto antes. Sin embargo, antes de retirarse, miró a través de la abertura de la grieta y, allí, acertó a ver una figura femenina sentada en una habitación vacía. Parecía sola, triste y desamparada. Aquella solamente se limitaba a estar sentada y llorando lágrimas rosáceas, que nacían de su corazón roto y manaban de sus ojos irritados y ansiosos por volver a ver al ser amado que ya no se encontraba a su lado. Sonia empezó a marearse por los efluvios tóxicos provenientes de la grieta y corrió en dirección contraria, huyendo del olor que estaba a punto de aniquilarla.

Mientras escapaba, Sonia fue incapaz de comprender lo que acababa de presenciar. No se dio cuenta de que aquella plañidera lloraba por haber perdido a su amor verdadero, no entendió que se trataba de una diosa que descargaba su dolor sobre el mundo que ella misma había creado y no comprendió que cada mañana su llanto rompía cuando se veía sola y sin la compañía de aquel otro dios que la completaba. Su desamor se había convertido en un genuino castigo divino, y no cesaría hasta que su amor regresara o hasta que su pena lo destruyera todo. No obstante, Sonia no pudo comprender nada de ello, tan solo huía a la carrera y le daba vueltas a cómo le iba a decir a Eric que su mejor amigo Atelier había caído en combate.

2 comentarios:

  1. ¡Wow!
    Me he quedado sin palabras. Qué final más inesperado. Me has arrancado un pedazo de corazón al imaginar el dolor de la diosa que derramaba sus lágrimas sobre el mundo, incapaz de soportar el dolor de la pérdida de aquel al que amaba...
    Me ha encantado. Un gran trabajo, y sorprendente. Por eso me gustan tus historias, porque nunca sé por dónde me vas a salir :)
    ¿Con qué nos deleitarás en la próxima historia? Ya tengo ganas de que llegue el próximo jueves.
    ¡Un besote! ^^

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    1. Para mí es todo un placer, Carmen. Y es todo un honor que dediques parte de tu tiempo a leer mis relatos. Es todo un detallazo, de verdad! Muchas gracias! Espero estar a la altura de tus expectativas en próximas entregas, y ser digno merecedor de ese valioso tiempo que me dedicas.

      Para terminar esta historia quería algo que no fuera la típica invasión extraterrestre, y se me ocurrió ese final. ^^

      Muchas gracias de nuevo, y seguiré leyéndote!

      Un abrazo y muchos besos!

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