“No es buena idea subir”, le
confesó Sonia, dejando lentamente atrás la sonrisa de alegría que
había lucido segundos antes. De ella solo quedó un tenue brillo de
alegría en los ojos, que contrastaba con la mueca indecisa de una
boca que no sabía como interpretar la mirada fija de Atelier en la
azotea del edificio. Allí arriba, la grieta del cielo derribada
parecía derretirse y verter su vacío líquido sobre lo alto del
rascacielos en ruinas.
―Nunca nadie ha visto una cerca
―reconoció él, apartando la mirada un segundo para contemplar a
la novia de su amigo Eric, que le devolvía la mirada con una mezcla
de confusión e incertidumbre. La joven desenganchó el walkie de su
cinturón y se lo acercó a los labios sin llegar a apretar el botón.
―Hay que informar a Conrad,
Atelier. No podemos hacer nada sin informar antes a base.
Atelier escuchaba distraído,
mientras en su cabeza se disputaba una guerra entre sus ansias de ver
de cerca a su enemigo y su deber sagrado y autoimpuesto de alejar a
Sonia de cualquier peligro. Sin embargo, ella no albergaba duda
alguna de qué hacer, y actuó.
―Equipo 3 a base ―dijo Sonia
al aparato tras apretar el botón que abría la comunicación.
―Aquí base. Adelante, Equipo
3.
―Enemigo derribado. Repito.
Enemigo derribado. Nos encontramos en el sector 7-H. La grieta ha...
ha explotado y ahora parece que... ―le costaba describir lo que
estaba viendo allá arriba―. Parece que se derrama y...
―Recibido, Equipo 3 ―de fondo
a la voz del operador se oyó el jolgorio de alegría al propagarse
la noticia del derribo―. Mantened la posición y esperad la llegada
del equipo de análisis. No hagáis nada hasta que lleguen.
―Recibido ―respondió ella,
pero apenas terminó de decir la palabra, Atelier ya estaba cruzando
la calle hacia el edificio semiderruido. Sonia se guardó el walkie y
fue tras él.
―¡No! ―respondió
bruscamente él, alzando la mano para que Sonia se detuviese
inmediatamente―. Ya lo has oído, van a mandar a un equipo. No
tardarán mucho. Tú quédate aquí, la zona es segura. Espera a que
lleguen.
―Atelier, no puedes subir ahí.
¿Y para qué quieres hacerlo? Ya lo hemos derribado. ¿Qué más
quieres?
Atelier dio la espalda a Sonia y
reanudó su camino.
―Quiero saber quién nos ha
matado a casi todos.
Y su figura se perdió entre los
escombros que bloqueaban parcialmente la entrada del edificio. Sonia
hizo ademán de seguirlo, pero se detuvo antes de terminar de dar el
primer paso. Alzó la mirada, y el miedo que le transmitía el
vertido de la grieta la convenció de que lo mejor sería obedecer y
esperar los refuerzos.
Los minutos pasaron, y Sonia se
impacientaba en la calle sin hacer nada y a cubierto tras un muro.
Hasta que le pareció que el viento había traído hasta sus oídos
un grito lejano proveniente de las alturas. La duda anidó en su
cabeza y comenzó a bombardearla con ideas terribles de un Atelier en
apuros en la azotea impregnada del vertido misterioso. Sonia tomó
aire y se autoconvenció de que lo mejor sería subir y comprobar si
su compañero se encontraba bien.
Se abrió paso entre escombros
para entrar en el edificio, trepó por escaleras destrozadas para
subir a los pisos superiores, y atravesó paredes agujereadas para
encontrar caminos abiertos. Finalmente, ascendió por un trozo de
techo desplomado que daba hasta la azotea. Un intenso olor, extraño
a este mundo, penetró de repente por su nariz y le erizó el
cabello. Cada uno de sus sentido le gritaba que diese media vuelta,
de modo que se detuvo y llamó a Atelier.
No hubo respuesta de ningún
tipo. Sin embargo, pronto escuchó algo. Un sollozo, un sorbo, una
respiración entrecortada y un suspiro desconsolado. Alguien estaba
llorando. Sonia se vio superada por la curiosidad y llegó hasta la
azotea, cubriéndose la nariz con la manga de su camisa.
A pesar de encontrarse ahora al
aire libre, el olor era más intenso. Olía tan fuerte que hacía
llorar los ojos. No se trataba de ningún olor familiar. Era ardiente
e intenso, penetrante y frío al mismo tiempo, como si procediera de
otro lugar, de otro tiempo, incluso de otro plano de existencia
regido por reglas diferentes y extrañas. Sonia se paró, pues el
olor se intensificaba a medida que se acercaba al charco rosado del
vertido. Arriba, la grieta alargada caía desde lo alto hasta
encharcarse sobre el hormigón del suelo. De la oquedad rosácea
manaba un líquido brillante que fluía y se desbordaba por los
bordes de la azotea. En medio de uno de los charcos formados, Sonia
encontró con su mirada el cuerpo de Atelier, desplomado boca abajo
en el líquido rosáceo, brillante y humeante. Sonia fue incapaz de
acercarse más, no quería aproximarse más a la grieta y acabar como
su compañero. El olor se volvió insoportable y Sonia decidió
marcharse de allí cuanto antes. Sin embargo, antes de retirarse,
miró a través de la abertura de la grieta y, allí, acertó a ver
una figura femenina sentada en una habitación vacía. Parecía sola,
triste y desamparada. Aquella solamente se limitaba a estar sentada y
llorando lágrimas rosáceas, que nacían de su corazón roto y
manaban de sus ojos irritados y ansiosos por volver a ver al ser
amado que ya no se encontraba a su lado. Sonia empezó a marearse por
los efluvios tóxicos provenientes de la grieta y corrió en
dirección contraria, huyendo del olor que estaba a punto de
aniquilarla.
Mientras escapaba, Sonia fue
incapaz de comprender lo que acababa de presenciar. No se dio cuenta
de que aquella plañidera lloraba por haber perdido a su amor
verdadero, no entendió que se trataba de una diosa que descargaba su
dolor sobre el mundo que ella misma había creado y no comprendió
que cada mañana su llanto rompía cuando se veía sola y sin la
compañía de aquel otro dios que la completaba. Su desamor se había
convertido en un genuino castigo divino, y no cesaría hasta que su
amor regresara o hasta que su pena lo destruyera todo. No obstante,
Sonia no pudo comprender nada de ello, tan solo huía a la carrera y
le daba vueltas a cómo le iba a decir a Eric que su mejor amigo
Atelier había caído en combate.
¡Wow!
ResponderEliminarMe he quedado sin palabras. Qué final más inesperado. Me has arrancado un pedazo de corazón al imaginar el dolor de la diosa que derramaba sus lágrimas sobre el mundo, incapaz de soportar el dolor de la pérdida de aquel al que amaba...
Me ha encantado. Un gran trabajo, y sorprendente. Por eso me gustan tus historias, porque nunca sé por dónde me vas a salir :)
¿Con qué nos deleitarás en la próxima historia? Ya tengo ganas de que llegue el próximo jueves.
¡Un besote! ^^
Para mí es todo un placer, Carmen. Y es todo un honor que dediques parte de tu tiempo a leer mis relatos. Es todo un detallazo, de verdad! Muchas gracias! Espero estar a la altura de tus expectativas en próximas entregas, y ser digno merecedor de ese valioso tiempo que me dedicas.
EliminarPara terminar esta historia quería algo que no fuera la típica invasión extraterrestre, y se me ocurrió ese final. ^^
Muchas gracias de nuevo, y seguiré leyéndote!
Un abrazo y muchos besos!