Contenido
- Boda de ladrones
- Cielo cromado
- Claudio
- Diario
- Dormiré contigo
- Edith
- El fin
- El manantial
- El testamento del dragón
- En busca de
- Flora
- Grietas en el cielo
- Historias con latido
- Historias cortas
- Imágenes con latido
- La mansión
- La nueva vida de Dana
- Lady Noche
- Lágrimas de sueño
- Lana Mandala
- Las cuatro insidiosas
- Latidos de libreta
- Llantos
- Mariposas en las paredes
- No se lo digas a mi hija
- Notas del autor
- Ojos negros colmillos blancos
- Sujeto de prueba 001
- Zona en obras
jueves, 25 de abril de 2013
Las cuatro insidiosas: Pesadilla
“Otra vez esos ojos... esos dichosos ojos verdes mirándome
fijamente”. A tientas, palpó la pared de su derecha hasta que
consiguió darle al interruptor para encender la luz de su
habitación. Allí dentro estaba la pequeña una noche más, sentada
al borde del colchón y con sus refulgentes ojos verdes clavados en
él. Hacía dos días que no aparecía, y ya pensaba que se había
librado de ella, pero una vez más volvía a tener delante de él a
aquella maléfica niña, cuyos pies todavía no alcanzaban a tocar la
moqueta del suelo.
jueves, 18 de abril de 2013
Encadenado al pasado
“I´ve never betrayed your trust
I´ve never betrayed your faith
I´ll never forsake your heart
I´ll never forget your face”
[Fragmento de la letra de “Untouchable, Part I”, del grupo
“Anathema”. Esta historia se me ocurrió gracias a esa canción]
“Aquí yace mi antiguo yo”, pensó después de suspirar
profundamente mientras la lluvia caía sin contemplaciones sobre su
cabeza. El agua que recorría sus mejillas se confundía con las
tímidas lágrimas que manaban de sus ojos. Con desgana, movió en el
aire el pequeño ramo de flores blancas que sostenía. Se dio cuenta
de lo estúpido que había sido traer flores, y las tiró a un lado
sobre el encharcado césped del cementerio.
jueves, 11 de abril de 2013
Error
Otra fría y gris
mañana de una vida que no conduce a ninguna parte. Desde el espejo,
el reflejo de su soledad le devolvía su triste mirada. Con gesto
confuso y cansado, se contempló un largo rato mientras en su mente
se repetía las mismas preguntas de todos los días: ¿qué me ha
pasado?, ¿por qué ya todo me da igual?, ¿dónde está la ilusión
que me falta?, ¿dónde está la persona que encienda mis ánimos?...
¿Dónde está ella?
jueves, 4 de abril de 2013
Plegaria
Apretó fuertemente una mano contra la otra, apoyó los codos sobre el respaldo de madera del banco de delante y agachó la cabeza. Su dios lo observaba atentamente sentado desde su trono; sereno, impasible, ajeno a las penurias de aquel humano malherido que se arrodillaba ante su estatua para suplicarle un poco más de fuerzas.
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